El tridente nunca perdona
El tridente nunca perdona
En el momento crítico de la temporada, cuando las bajas y la forma física de los jugadores del Barcelona indican un periodo de tránsito previo al ataque de la cumbre, el líder estrujó su capacidad defensiva y su calidad definitoria para sortear el obstáculo de Mallorca. El tridente titular de Pep Guardiola ajustició a la formación de Laudrup de forma aseada. Con más calma y paciencia que con excesos o lujos. Tras 25 o 30 minutos de pasión bermellona se impuso la lógica fría de los campeones. [[Estadísticas: 0-3]]
El Mallorca pisó la hierba con convicción y valentía. Obstaculizó como pocos lo han hecho la salida del balón de los azulgrana. Ahogó un centro del campo con Keita un poco descolocado en lugar de Xavi, lesionado. Dejó a Iniesta sin balón y sin espacio. Descolcó a los delanteros y obligó a Messi a retrasarse hasta el círculo central. Pisó el área de Pinto, sustituto de Valdés -también indispuesto-, cabeceó con Webó en un par de ocasiones con el punto de mira desviado. Forzó a Maxwell con la velocidad de Nsue y la ubicuidad sobrehumana de De Guzmán.
Hizo todo eso y más, pero cuando el esfuerzo se acercaba a la media hora, las cadenas que apresaban al Barça se destensaron y el aliento de los mallorquinistas se vació.Todo cambió, con la ayuda de Keita en la asistencia y la de Messi en el gol. Una apertura del marcador para la que el doble 'Balón de Oro' se vio obligado a hacer domar un balón que había botado con el pecho y, ante la salida defectuosa de Aouate, superarlo con un suave remate de cabeza. Sí: el gol 26 Leo Messi, original en su repertorio.
Con la comodidad del espacio que ya le cedía el Mallorca, el Barcelona se encontró en su habitat. Se sintió superior. Encontró la pelota. La movió a su antojo, pero sin prisas, sin angustias. Antes del primer gol pudo marcar ya Messi, así como inmediatamente después del 0-1 se le escapó el gol en dos ocasiones a Villa, especialmente en un centro de Maxwell que lo dejó solo frente a la portería y su pie derecho no conectó con el balón, en fallo inexplicable. Adriano, que no está a la altura de Alves pero suma para el Barça, también rozó el gol.
Daba la impresión de que el Mallorca pedía la hora del descanso y que saldría de él con refuerzo físico y táctico para volver a ponerle las peras al cuarto al líder. Pero Michael Laudrup no remedió con la charla técnica el cansancio acumulado por sus hombres en media hora exprés. Contra lo esperado, el Barcelona reanudó su relación con el balón y lo siguió moviendo con comodidad en campo mallorquín.
Como cada día, el gol que aclaraba el panorama del resultado se vio envuelto en discusiones. Sospechas que no alcanza a determinar el plano televisivo mil veces repetido. ¿Estaba en fuera de juego David Villa cuando recibió el pase de Busquets a la espalda de Nunes? ¿O el asturiano estaba en línea con Cendrós, allá en su zona de lateral derecho? Consecuente con la duda, el juez de línea no levantó el banderín y Villa cruzó la frontera del área, eludió la salida de Aouate y empujó la pelota a la portería sin guardián.
El Mallorca pisó la hierba con convicción y valentía. Obstaculizó como pocos lo han hecho la salida del balón de los azulgrana. Ahogó un centro del campo con Keita un poco descolocado en lugar de Xavi, lesionado. Dejó a Iniesta sin balón y sin espacio. Descolcó a los delanteros y obligó a Messi a retrasarse hasta el círculo central. Pisó el área de Pinto, sustituto de Valdés -también indispuesto-, cabeceó con Webó en un par de ocasiones con el punto de mira desviado. Forzó a Maxwell con la velocidad de Nsue y la ubicuidad sobrehumana de De Guzmán.
Hizo todo eso y más, pero cuando el esfuerzo se acercaba a la media hora, las cadenas que apresaban al Barça se destensaron y el aliento de los mallorquinistas se vació.Todo cambió, con la ayuda de Keita en la asistencia y la de Messi en el gol. Una apertura del marcador para la que el doble 'Balón de Oro' se vio obligado a hacer domar un balón que había botado con el pecho y, ante la salida defectuosa de Aouate, superarlo con un suave remate de cabeza. Sí: el gol 26 Leo Messi, original en su repertorio.
Con la comodidad del espacio que ya le cedía el Mallorca, el Barcelona se encontró en su habitat. Se sintió superior. Encontró la pelota. La movió a su antojo, pero sin prisas, sin angustias. Antes del primer gol pudo marcar ya Messi, así como inmediatamente después del 0-1 se le escapó el gol en dos ocasiones a Villa, especialmente en un centro de Maxwell que lo dejó solo frente a la portería y su pie derecho no conectó con el balón, en fallo inexplicable. Adriano, que no está a la altura de Alves pero suma para el Barça, también rozó el gol.
Daba la impresión de que el Mallorca pedía la hora del descanso y que saldría de él con refuerzo físico y táctico para volver a ponerle las peras al cuarto al líder. Pero Michael Laudrup no remedió con la charla técnica el cansancio acumulado por sus hombres en media hora exprés. Contra lo esperado, el Barcelona reanudó su relación con el balón y lo siguió moviendo con comodidad en campo mallorquín.
Como cada día, el gol que aclaraba el panorama del resultado se vio envuelto en discusiones. Sospechas que no alcanza a determinar el plano televisivo mil veces repetido. ¿Estaba en fuera de juego David Villa cuando recibió el pase de Busquets a la espalda de Nunes? ¿O el asturiano estaba en línea con Cendrós, allá en su zona de lateral derecho? Consecuente con la duda, el juez de línea no levantó el banderín y Villa cruzó la frontera del área, eludió la salida de Aouate y empujó la pelota a la portería sin guardián.
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