El Barça enseña los dientes ante el Sevilla
El Barça enseña los dientes ante el Sevilla
El Barcelona ofreció un nuevo ejercicio de autoridad futbolística tras derrotar al Sevilla por 5-0, en un partido sobresaliente del equipo de Pep Guardiola que tuvo como protagonista al argentino y extraterrestre Leo Messi, autor de dos dianas, así como al 'guaje' Villa, que se reencontró con el sabor del gol.
El cuadro culé regaló un fútbol efusivo, alegre, imponente. Un juego detallista, preciosista y, además, defensivamente notable. El Barça venció y contestó presto a la victoria del Real Madrid en Alicante, dada la ineludible vara de medir de ambos conjuntos. Unos ganan, los otros también, sin embargo cada uno toma caminos distintos.
El equipo de Pep Guardiola no tardó en poner sobre la mesa un buen puñado de argumentos, todos ellos pasaron por las botas de Messi. El '10' culé está fuera de todo análisis y de cualquier explicación humana. Este sábado se encargó de abrir la cuenta local al aprovechar un rechace frontal tras un disparo de David Villa.
Corría el minuto cuatro y el Sevilla apenas había salido de su área. El denominado 'efecto Manzano' se había disipado en cuestión de segundos y los andaluces -con Javi Varas en la portería- sufrían lo indecible para no sonrojarse antes de tiempo. Y eso que Luis Fabiano y Kanouté eran la dupla de ataque...
Desde entonces, los blaugrana apostaron por saborear el cuero con largas posesiones en la medular. Con Xavi de vuelta al once, los catalanes ganaron en criterio, eso que no se enseña en las escuelas de fútbol y que el de Terrasa destila a borbotones, casi por inspiración. Así hasta que llegó el gol más esperado en el Camp Nou.
El asturiano David Villa acabó con todos los comentarios -incluidos los de José Mourinho- con un gol repleto de calidad. El 'guaje' se redimió de sus errores y de su mal fario jornadas atrás. Recibió de Messi en el costado derecho, recortó a Luna y batió por alto a Varas.
Estalló el coso azulgrana de júbilo. Villa completaba la fiesta soñada para este sábado y apenas se había disputado la primera media hora del partido. El Sevilla era agua, desaparecido sobre el verde, sólo respiraba si Capel agachaba la cabeza y se plantaba en el área de Valdés de forma azarística.
Lo que no fue fortuito era el dominio local. El 'plan B' ante el Ceuta permitió dar minutos de descanso a los titulares y lo volvieron a demostrar con un arreón físico nada más salir del túnel de vestuarios. Manzano se había cargado a Luis Fabiano y Konko había dejado a los suyos con uno menos tras una entrada impotente a Pedro antes del descanso.
Así, con uno menos y con el poder de la convicción para el Barça, aumentar el resultado era cuestión de minutos, de dejar pasar el reloj. Además, la debilidad del Sevilla, que tiró muy pronto el partido, ayudó al monólogo local, que tuvo a Dani Alves como goleador.
El incansable lateral 'canarinho' metió la puntera en una cesión de Romaric a su portero y batió por alto a los 54 minutos. Supuso el 3-0, no lo celebró, pero cerró el choque por su insistencia. Ya sólo quedaba que Messi completase su habitual doblete en una de sus habituales jugadas de habitual crack.
El argentino cogió el esférico en tres cuartos de campo, dribló con el cuerpo y antes de meterse en el área marcó por bajo. Así se llegó al final, que tuvo premio para el Barça, el quinto gol, el segundo de Villa, que evidenció la fragilidad hispalense y puso de manifiesto su indudable relación con el gol. El Barça funciona. El Barça borda el fútbol de salón.
El equipo de Pep Guardiola no tardó en poner sobre la mesa un buen puñado de argumentos, todos ellos pasaron por las botas de Messi. El '10' culé está fuera de todo análisis y de cualquier explicación humana. Este sábado se encargó de abrir la cuenta local al aprovechar un rechace frontal tras un disparo de David Villa.
Corría el minuto cuatro y el Sevilla apenas había salido de su área. El denominado 'efecto Manzano' se había disipado en cuestión de segundos y los andaluces -con Javi Varas en la portería- sufrían lo indecible para no sonrojarse antes de tiempo. Y eso que Luis Fabiano y Kanouté eran la dupla de ataque...
Desde entonces, los blaugrana apostaron por saborear el cuero con largas posesiones en la medular. Con Xavi de vuelta al once, los catalanes ganaron en criterio, eso que no se enseña en las escuelas de fútbol y que el de Terrasa destila a borbotones, casi por inspiración. Así hasta que llegó el gol más esperado en el Camp Nou.
El asturiano David Villa acabó con todos los comentarios -incluidos los de José Mourinho- con un gol repleto de calidad. El 'guaje' se redimió de sus errores y de su mal fario jornadas atrás. Recibió de Messi en el costado derecho, recortó a Luna y batió por alto a Varas.
Estalló el coso azulgrana de júbilo. Villa completaba la fiesta soñada para este sábado y apenas se había disputado la primera media hora del partido. El Sevilla era agua, desaparecido sobre el verde, sólo respiraba si Capel agachaba la cabeza y se plantaba en el área de Valdés de forma azarística.
Lo que no fue fortuito era el dominio local. El 'plan B' ante el Ceuta permitió dar minutos de descanso a los titulares y lo volvieron a demostrar con un arreón físico nada más salir del túnel de vestuarios. Manzano se había cargado a Luis Fabiano y Konko había dejado a los suyos con uno menos tras una entrada impotente a Pedro antes del descanso.
Así, con uno menos y con el poder de la convicción para el Barça, aumentar el resultado era cuestión de minutos, de dejar pasar el reloj. Además, la debilidad del Sevilla, que tiró muy pronto el partido, ayudó al monólogo local, que tuvo a Dani Alves como goleador.
El incansable lateral 'canarinho' metió la puntera en una cesión de Romaric a su portero y batió por alto a los 54 minutos. Supuso el 3-0, no lo celebró, pero cerró el choque por su insistencia. Ya sólo quedaba que Messi completase su habitual doblete en una de sus habituales jugadas de habitual crack.
El argentino cogió el esférico en tres cuartos de campo, dribló con el cuerpo y antes de meterse en el área marcó por bajo. Así se llegó al final, que tuvo premio para el Barça, el quinto gol, el segundo de Villa, que evidenció la fragilidad hispalense y puso de manifiesto su indudable relación con el gol. El Barça funciona. El Barça borda el fútbol de salón.
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