Penya Barcelonista de Lisboa

dissabte, d’octubre 23, 2010

Al Barça le basta con Messi


Al Barça le basta con Messi

El Barcelona derrotó al colista, el Zaragoza, en un partido cómodo y en el que no le dio opciones gracias a dos goles de Leo Messi y en el que el equipo catalán se vio beneficiado por la expulsión del zaragocista Leo Ponzio nada más comenzar la segunda parte. Al conjunto catalán le costó 42 minutos ponerse por delante en el marcador ante un rival disciplinado y que trabajó con la líneas muy juntas pero que apenas creó peligro en todo el encuentro.

Ante la sangría de goles que sufría su equipo, el técnico maño, José Aurelio Gay, optó por intentar fortalecer su defensa colocando hasta cinco efectivos. El objetivo era frenar los pases interiores del conjunto catalán, que jugó sin prisa, manejando el balón ante un rival que corría permanentemente detrás del esférico y al que le sostenía su fe en que el equipo de Guardiola no tuviera su día.

De hecho, fue el Zaragoza el que tuvo la primera oportunidad clara del partido, en el minuto 19 por medio de Braulio, al que un magnífico pase de Angel Lafita dejó solo ante Víctor Valdés, pero el delantero le pegó mal al balón y facilitó al cancerbero la parada. Pese a todo, el Zaragoza se mostró ordenado y no perdió el sitio evitando las entradas de su rival por el centro a costa de que su posesión de balón fuera prácticamente nula.

Sin embargo, mediado este periodo, y en un par de desajustes defensivos, el equipo azulgrana tuvo la opción de adelantarse, pero primero Pedro y después Dani Alves enviaron el balón fuera. Cuando la primera mitad caminaba hacia su final, un gran movimiento de Villa en un contragolpe consiguió sacar de zona a la parte central de la defensa local y dar un pase a Leo Messi al que dejó solo ante Doblas, al que el argentino batió por bajo.

Si para el equipo maño las cosas estaban complicadas, la puntilla fue la expulsión de Ponzio a los dos minutos de la segunda mitad, lo que provocó que, con el marcador a favor y con un efectivo más, el equipo azulgrana de dedicara a tocar y tocar. El Zaragoza era un convidado de piedra en su propio estadio donde seguía corriendo en busca de un sueño imposible, robar el balón, mientras su rival sólo esperaba que madurara la oportunidad para redondear la cuenta.

Lo hizo de nuevo Messi en el minuto 66, de disparo raso y al aprovechar un rechace, frente a un rival que aunque no se rendía y tiraba de orgullo ante su afición, tenía muy asumido que el sueño pasaba por no encajar ningún gol, pero esa opción hacía muchos minutos que había caducado.