Guardiola es el guardián del modelo

Guardiola es el guardián del modelo
Donde antes pedíamos robustos jugadores africanos, ahora queremos a Cesc y Silva
Enric Bañeres. La Vanguardia
Ha estallado la paz en el Barça, un club en el que a veces parece que la paz empieza nunca. Son los socios, con su masiva y cívica afluencia a las urnas, con el veredicto inapelable de sus votos, los que han empujado a firmar esa paz entre posiciones y personajes antagónicos. "Vamos a desterrar los ismos", dijo el nuevo presidente en la expresión de un deseo que, como el respaldo recibido de los socios, es mayoritario en un club tantas veces atomizado alrededor de figuras y posturas. Sandro Rosell ha sido elegante en la victoria y se intuye que sabrá administrarla con generosidad y sentido integrador. Un resultado menos claro, con unas votaciones ajustadas y discutibles, podría haber dejado a la masa social dividida y defraudada. No es el caso, y el primero en entenderlo así ha sido Laporta, a juzgar por el tono y el contenido de sus primeras palabras como presidente en tránsito, decidido a un traspaso de poderes fluido y sin zancadillas.

Si Laporta pone las cosas fáciles a su sucesor, habrá hecho un último y valioso servicio al club que durante su presidencia ha vivido los momentos de su mayor gloria deportiva. No va a haber parálisis en el club durante estos días, pero sorprendería que se tomaran medidas trascendentales y que en pura lógica deberá decidir el nuevo equipo. Tampoco es imprescindible que todas las decisiones del equipo que ahora actúa con un carácter interino se apuren hasta el último día de este mes de junio. Una de ellas, que ya parece tener un carácter irreversible, es la marcha del secretario técnico, Txiki Begiristain. Es de suponer que su situación de aquí a final de mes debe ser poco cómoda mientras consume unos días que podrían ser preciosos para que la nueva directiva anunciase el nombre de su sucesor y este empezara su tarea (aunque contractualmente no entrase hasta el primero de julio).

La figura del secretario técnico es crucial en un aspecto, el de diseñar la política deportiva, que no puede recaer sólo sobre los hombros del entrenador, como hasta ahora. Por suerte, este es un terreno que Sandro Rosell y su equipo encuentran abonado, y bien abonado: mientras casi todos los clubs hablan de proyecto, el Barça se sitúa en una fase superior, consolidada, consensuada e irrenunciable: el modelo, basado en jugadores de la casa que han mamado un estilo determinado y que con Pep Guardiola ha alcanzado la perfección. El cantante catalán Gerard Quintana hizo una definición del modelo azulgrana que me pareció insuperable: "Los astros se han conjurado para que coincidieran el mejor entrenador y la mejor plantilla". Palabras de un músico poeta, precisas para definir un fenómeno que a otros nos exige dar rodeos buscando erudición donde no la hay.

Palabras que, a su vez, definen lo que es el modelo ahora y en su plenitud, cuando esa plantilla y ese entrenador se encontraron en una fusión sublime. Porque, hace dos años, la plantilla venía de encadenar dos años infructuosos y no faltaban las dudas sobre su calidad y los reparos sobre el estilo. ¿O no hubo debate sobre la fragilidad de un medio campo formado por Xavi, Iniesta y Deco? ¿No se levantaban voces pidiendo reforzar el equipo con la incorporación de robustos futbolistas africanos? ¿No discutíamos si Iniesta y Xavi eran compatibles? ¿No habríamos cambiado a pelo a cualquiera de ellos por jugadores del perfil Vieira, Essien, Sissoko...? Y ello, tras comprobar el difícil encaje de un panzer como Van Bommel, fantástico para otros equipos pero inadaptado en el juego del Barça.

Todo esto pasaba hace dos años, con Txiki como secretario técnico pero antes de que subiera al primer equipo Pep Guardiola para cerrar el debate, para enseñarnos el camino y para convencernos de que ya no debemos pedir armarios subsaharianos sino futbolistas como Cesc Fàbregas o David Silva. Para patentar el modelo y que dejara de ser una cuestión de debate para convertirse en objeto irrenunciable, de devoción azulgrana y de admiración en todo el mundo.