LIGA DE CAMPEONES
El Barça se asegura el primer puesto del grupo tras empatar con el Olympique de Lyón (2-2)
Lo que podía haber sido una bonita noche, acabó como todas en las que el Barça se viste de visitante, aunque con un aire distinto. Más fresco, más esperanzador. No logró un triunfo que rompiera la negra racha fuera de casa. Pero con el empate en Lyón (2-2) el Barça se llevó el mejor premio. El equipo de Rijkaard, que fue expulsado del banquillo antes del descanso, se aseguró, además de la clasificación matemática, el primer puesto del grupo a falta de una jornada y el privilegio de jugar la vuelta de los octavos de final de la Champions en casa.Pudo haber salido de Lyón por la puerta grande y no lo hizo porque desperdició dos veces la ventaja del marcador. Iniesta, una vez más estelar, anotó el 0-1 (m. 3), en un contrataque maravilloso, y Messi transformó el penalti del 1-2, pero el Lyón igualó a balón parado gracias a Juninho. Sí fue una noche histórica, especial, porque Bojan se estrenó como titular en la Champions --dio las dos asistencias de los goles-- y porque Ronaldinho fue suplente. Una decisión sintomática de Rijkaard cuyas repercusiones se verán en el futuro. No tanto por la progresión de Bojan, que es incuestionable, sino por la reacción que provocará tal decisión en el orgullo de la estrella.
CONTROL Y MÁS PRESIÓN
Sin Ronaldinho, y con Bojan, la imagen del Barça mejoró, aunque le faltó dar un paso más. Tuvo un apabullante control del balón --62% de posesión en el primer tiempo-- pero poco útil. Menos indignante que otras veces, quizá, porque delante tenía al Olympique, que se jugaba la vida, y no a un equipo español de medio pelo, y porque se trataba de la Champions. Excepto el gol de Iniesta, dos tirazos de Touré --el único que mira a la portería cuando está cerca del área-- y un par de Gudjohnsen completaron el bagaje ofensivo azulgrana.El dominio incontestable del Barça dice mucho también de la actitud del Olympique, que se dejó dominar pero que tampoco tuvo opción de salir, arrinconado por el juego azulgrana. Por primera vez en mucho tiempo, se vio al equipo presionando más arriba e imprimiendo más velocidad en la circulación del balón. Los franceses marcaron a distancia, convencidos tal vez de que a ningún azulgrana se le ocurriría pegar un acelerón. Pero Messi e Iniesta fueron víctimas de una constante persecución.
UNA VELOCIDAD MÁS
Pero el Olympique, a diferencia del Barça, le ponía una marcha más de velocidad cuando traspasaba su parcela. Eso le permitió plantarse un par de veces ante Valdés, que anoche encajó su primer gol en la competición. Un gol tonto, increíble, de una falta lejana sacada por Juninho que nadie llegó a tocar y que se coló junto al palo. Aunque el error fuera atribuible al meta, Valdés desbarató luego dos grandes ocasiones locales. Si el Barça hubiera imprimido un poco más de vivacidad, habría causado daño en la zaga local. El gol a los tres minutos había sido más que un aviso. Fue un acto de intimidación en toda regla por parte de tres chavales con cara de no haber roto un plato.Messi, Bojan e Iniesta. Esa fue la sorprendente apuesta de Rijkaard, que dejó a Ronaldinho en el banquillo. El técnico acabaría en la grada, en su primera expulsión en el Barça. Stefano Farina le sacó de sus casillas al consentir un sinfín de patadas a Messi, y quiso saldar las cuentas pendientes por las malas experiencias vividas con el italiano tras sus dos arbitrajes ante el Sevilla y el Chelsea la pasada temporada.Ninguno de los tres delanteros que presentó el Barça supera el 1.70 y ninguno pesa más de 67 kilos. Tan escasos de presencia física como dotados de talento, entre los tres construyeron la maravillosa jugada del 0-1. Necesitaron, claro, que el hermano mayor1 Touré robara un balón y que Xavi lo lanzara hacia adelante. Se internó Messi, centró pasado Bojan y remató Iniesta llegando desde atrás. Una acción de tiralíneas. Luego se encontraron otra vez y el desenlace fue el mismo: el balón acabó en la red. Igual que la réplica del Olympique. Juninho igualó tras otra torpeza defensiva del Barça con el penalti que cometió Abidal.Por entonces ya estaba Ronaldinho en el campo. Jugó los últimos 20 minutos. Un papel insólito, decepcionante, para una estrella planetaria. Ni una arista diferencial de sus actuaciones de este año. Hoy por hoy, asusta más Messi, desbordando rivales en velocidad. Y asustará más Bojan cuando coja experiencia.
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