Bojan reactiva al Barça
Los azulgrana se clasifican en Lyon con el ariete catalán como titular y Ronaldinhode suplente
En un partido dinámico, bronco y agitado en el banquillo, el Barça logró ayer en Lyon un punto que le sirve para clasificarse para octavos. Quizá le sepa a poco porque dominaba a placer en el tramo final hasta que Abidal, crecido en Garland, cometió un penalti sobre Keita que Juninho transformó. Tierno y con demasiadas heridas, el Barça se avanzó en el marcador por dos veces con goles de Iniesta y Messi pero se dejó atrapar por un fiero Olympique al que le iba la vida en Europa. Pero no fue un mal balance porque atrapó la primera plaza de grupo. Rijkaard se la jugó y alineó al angelical Bojan, asistente en los dos goles, por Ronaldinho, que por tercera vez desde que está en el Barça se quedó en el banquillo. La fotografía esperada, la imagen de la crisis, quedó plasmada en Lyon. Los nervios se comieron al sereno Rijkaard, quien tras protestar el arbitraje, fue expulsado antes del descanso.
Y eso que el partido había empezado de cine para el Barça con un gol de contraataque cuando apenas se habían disputado dos minutos. Messi recuperó un balón cerca del área, recorrió todo el campo y pasó a la derecha a Bojan, quien con el aplomo de un veterano cruzó para Iniesta, que llegaba por la izquierda como una flecha. El manchego no falló en la definición. Era el escenario perfecto. El gol tan temprano ponía el partido al Barça a las mil maravillas pero a la vez forzó al Olympique a ir al límite de sus posibilidades para no quedar fuera de Europa.
Encantado con la eficacia de su liviana delantera, el Barça descuidó la defensa y cinco minutos después vio como el Olympique empataba. Juninho es un maestro tirando faltas; posiblemente, el mejor del torneo. Pero difícilmente habría imaginado meter un gol tan tonto: lanzó una falta lateral a 30 metros del área en busca de la cabeza de Govou o Ben Arfa. Pero nadie peinó el cuero: tampoco Puyol ni Milito y la pelota acabó entrando suavemente en la red sobre la cabeza de Valdés, que encajó su primer gol en esta Champions y vio como se rompía abruptamente la racha que alcanzó hace dos semanas de ser el portero de toda la historia del Barça que había mantenido durante más minutos su portería a cero en competición europea.
No tenía el absurdo gol el efecto del que hace un año logró el Liverpool, pero rompió la magia que había tejido el Barça con balón o al contragolpe. El Olympique entró de nuevo de golpe en el partido. Añorando al lesionado Benzema, el equipo de Perrin tiró de la contundencia de su centro del campo, rompiendo el juego constantemente, con faltas al límite del reglamento, que no dejaron carburar al azulgrana. Fred no tuvo un buen día y el Olympique llegó pocas veces pero lo hizo con fuego. Las piernas le temblaron al Barça y así Fabio Santos entró solo forzando la primera parada de Valdés. El portero se desquitó después de su error repeliendo primero un chut de Govou y luego Abidal olvidó su pasado en Lyón evitando un remate gol de Juninho.
Con Ronaldinho en el banco y Messi cosido a faltas, Rijkaard empezó a desesperarse y protestó al cuarto árbitro la excesiva dureza de los franceses. Pasada la media hora, una falta no señalada sobre el argentino, agravada por otra pitada a Toure, le sacó de sus casillas. Nunca se le había visto así. Con gestos airados y moviendo los brazos, Rijkaard acabó expulsado por primera vez en el Barça. Pero su equipo no perdió los nervios. Tiene a Messi como un tesoro impagable. Un pase de nuevo de Bojan le permitió entrar en el área y ser derribado por Juninho. Plantó, como ante el Recre, el balón en el punto de penalti y marcó. Quedaba media hora y el Olympique siguió con su juego bronco mientras Gudjohnsen perdonaba el tercero. El Gaucho sustituyó al islandés y el partido quedó en punto muerto hasta que Abidal hcometió penalti a Keita. No pasó gran cosa más: el tiempo justo para que Ronnie se marcara un gran pase sobre Messi y certificar que la primera plaza, tras la derrota del Rangers, no se la quita nadie.
Encantado con la eficacia de su liviana delantera, el Barça descuidó la defensa y cinco minutos después vio como el Olympique empataba. Juninho es un maestro tirando faltas; posiblemente, el mejor del torneo. Pero difícilmente habría imaginado meter un gol tan tonto: lanzó una falta lateral a 30 metros del área en busca de la cabeza de Govou o Ben Arfa. Pero nadie peinó el cuero: tampoco Puyol ni Milito y la pelota acabó entrando suavemente en la red sobre la cabeza de Valdés, que encajó su primer gol en esta Champions y vio como se rompía abruptamente la racha que alcanzó hace dos semanas de ser el portero de toda la historia del Barça que había mantenido durante más minutos su portería a cero en competición europea.
No tenía el absurdo gol el efecto del que hace un año logró el Liverpool, pero rompió la magia que había tejido el Barça con balón o al contragolpe. El Olympique entró de nuevo de golpe en el partido. Añorando al lesionado Benzema, el equipo de Perrin tiró de la contundencia de su centro del campo, rompiendo el juego constantemente, con faltas al límite del reglamento, que no dejaron carburar al azulgrana. Fred no tuvo un buen día y el Olympique llegó pocas veces pero lo hizo con fuego. Las piernas le temblaron al Barça y así Fabio Santos entró solo forzando la primera parada de Valdés. El portero se desquitó después de su error repeliendo primero un chut de Govou y luego Abidal olvidó su pasado en Lyón evitando un remate gol de Juninho.
Con Ronaldinho en el banco y Messi cosido a faltas, Rijkaard empezó a desesperarse y protestó al cuarto árbitro la excesiva dureza de los franceses. Pasada la media hora, una falta no señalada sobre el argentino, agravada por otra pitada a Toure, le sacó de sus casillas. Nunca se le había visto así. Con gestos airados y moviendo los brazos, Rijkaard acabó expulsado por primera vez en el Barça. Pero su equipo no perdió los nervios. Tiene a Messi como un tesoro impagable. Un pase de nuevo de Bojan le permitió entrar en el área y ser derribado por Juninho. Plantó, como ante el Recre, el balón en el punto de penalti y marcó. Quedaba media hora y el Olympique siguió con su juego bronco mientras Gudjohnsen perdonaba el tercero. El Gaucho sustituyó al islandés y el partido quedó en punto muerto hasta que Abidal hcometió penalti a Keita. No pasó gran cosa más: el tiempo justo para que Ronnie se marcara un gran pase sobre Messi y certificar que la primera plaza, tras la derrota del Rangers, no se la quita nadie.
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