Penya Barcelonista de Lisboa

dissabte, de desembre 18, 2010

El derbi fue calcado al clásico


El derbi fue calcado al clásico
El Barcelona golea al Espanyol después de una excelente actuación coral rematada por un vertiginoso Pedro


RAMON BESA

No hubo clásico ni tampoco derbi. No hay bravura que valga, ni en el Madrid ni en el Espanyol, para combatir la delicadeza del Barcelona, desde hace un tiempo en estado de gracia, excelente en las citas más exigentes, protagonista de unos números de récord en la Liga. Los carteles del partido anunciaban que Cornellà-El Prat sería la Galia para el imparable equipo de Guardiola. No había dudas sobre el carácter irreductible de los muchachos de Pochettino. Hasta que comenzó el partido y los azulgrana tomaron la pelota para cantar dos goles en menos de media hora, los dos tan vertiginosos que desquiciaron al Espanyol, tumbado en el suelo, impotente y de uñas con el árbitro, que nada irregular apreció en el sereno despliegue del Barcelona protagonizado por el excelso Pedro.
A veces no se sabe muy bien si Pedro es un extremo, un volante o un ariete. Y hay serias dudas incluso sobre si es zurdo o diestro. Aparentemente es un futbolista de tantos, sobre todo cuando forma con el equipo titular, y en la calle es el hijo de un trabajador canario que pone gasolina. La formalidad de Pedro se acaba en cuanto se pone el balón en juego y expresa un catálogo de recursos futbolisticos digno de un fuera de serie porque es tan capaz de tirar el desmarque como de rematar a gol, quitarle el cuero al contrario o darle salida al balón por los dos lados. Tuvo una actuación prodigiosa en casa del Espanayol.

Excelente en la lectura del juego, Pedro se apoyó en Messi para profundizar y meter el 0-1 después de arrancar como un falso 9. Un cuarto de hora después, jugó como el mejor 10 del campeonato para dibujar la jugada del 0-2. Y a la hora, aprovechó un rechace de Kameni para dejar la pelota en la red. Tres versiones distintas del mismo Pedro, tan luminoso en ataque como perseverante en defensa, el mejor de un equipo muy sincronizado y armonioso. Delantero indetectable, Pedro fue un artista.

La impecable actuación barcelonista invitaba a los blanquiazules a tomar la puerta de salida. Ocurre que el Espanyol de Osvaldo jamás se rinde, y menos frente al Barça. Los blanquiazules exigieron de vez en cuando a Valdés, muy fiable, y acabaron por ponerse en el partido con un gol del delantero argentino. Los chichos de Pochettino son muy duros de pelar. El Espanyol es un equipo trabajado tácticamente y tiene una gran calidad física. Había resuelto con victoria los siete encuentros disputados en su feudo y solo había tomado dos goles.

No perdió el Espanyol por su culpa sino por la del Barcelona, exhuberante de principio a fin, incontestable cuando actúa con su equipo titular. Los azulgrana tuvieron la mejor respuesta a los distintos momentos del partido, incluso después del 3-1, porque entonces replicó con el tanto de rigor de Villa después de una asistencia preciosa de Messi. La Pulga ha aprendido a intepretar sus sensaciones, y supo que no era su día como goleador. Infalible en las situaciones más complicadas, Messi no supo resolver la más sencillas de las jugadas, como es la de meter un gol sin portero. Asistido por Alves, la Pulga puso mal el cuerpo y la pelota golpeada por su pie derecho salió por encima del larguero de Kameni. Así las cosas, negado de cara a la portería, el argentino ejerció como pasador y centro del juego ofensivo de su equipo.

La maniobra de Messi rematada por Villa, el cuarto gol del Barcelona, fue tan disuario, que la hinchada blanquiazul comenzó a desfilar. Había cedido la puerta de Cornellà-El Prat y el Barça jugaba como en el patio de recreo. Al final, al Espanyol le cayeron tantos goles como al Madrid, cinco, el dígito preferido del Barcelona, porque Villa repitió poco antes de acabar el partido. No se recuerda una goleada parecida del Barça en campo del Espanyol ni tampoco una exhibición tan rotunda. Muy finos en su juego, la velocidad con la que ejecutan el fútbol nunca pudo ser contraresada por la presión blanquiazul, incapaz de encontrar el cuerpo a cuerpo que tanto les interesaba. El defensa siempre llega un segundo tarde, concede un metro de más, cuando el delantero actúa con celeridad. No había manera anoche de detener a Villa, a Messi, a Pedro. Reconocibles en casa y fuera, los barcelonistas saben además corregirse en cada partido para optimizar sus prestaciones. Ayer, por ejemplo, cuando el partido todavía estaba vivo, evitaron el acoso del Espanyol con el saque largo de Valdés, de manera que los blanquiazules nunca dispusieron de ataques cortos para alcanzar el marco de Víctor Valdés.

El derbi acabó como el clásico después de un nuevo monólogo del Barça, excelente en el juego en corto y en largo, al pie y al espacio, imperial toda la noche.