BARCELONA 5 - REAL SOCIEDAD 0
El Barça no tiene piedad
Los azulgrana, guiados por un Iniesta excelso, rubrican otra goleada frente a la Real (5-0)
El Barça volvió a gustarse en el Camp Nou. El cuadro azulgrana, guiado por un excelso Iniesta excelso y amparado en un juego coral que no se apiada de nadie, ofreció una nueva exhibición de autoridad ante una resignada Real para atestiguar su condición de líder del campeonato y subrayar unas cifras escandalosas (26 goles a favor, 0 en contra en los últimos seis partidos). Su caudal realizador no cesa, como tampoco lo hace el de Messi, que volvió a deleitar a la hinchada con algunas arrancadas de ensueño
En el primer acto, el Barça volvió a ofrecer un juego vertiginoso, aderezado de desmarques, diagonales y combinaciones que desarbolaron a la Real. Guardiola concedió descanso a dos de sus baluartes, Piqué y Busquets, pero su ausencia no se dejó notar. Abidal, reubicado, cubrió el espacio del zaguero y permitió la entrada de Maxwell, incisivo pero menos entonado que en otras ocasiones.
Mientras, Mascherano protegió las espaldas de Xavi e Iniesta y se hizo en todo momento con su parcela. El Jefecito jugó con claridad la pelota y se multiplicó en las ayudas para que el resto de la orquesta brillase. Como, por ejemplo, en el primer gol del partido, en el que una jugada trenzada derivó en un preciso centro de Pedro desde la derecha y la certera dentellada de Villa.
La Real no se derrumbó. Asimiló con entereza el golpe y no alteró su guión, basado en transiciones rápidas con Prieto en busca del desborde y Griezmann con ansias de licenciarse en un escenario de altos vuelos. Sin embargo, el Barça no levantó el pie del acelerador. Messi e Iniesta conectaron en una maravillosa pared en el interior del área culminada con un gesto técnico delicioso del manchego.
La Pulga, buscó un nuevo socio en el 46', Alves, que sirvió al argentino para que engordase su cuenta realizadora de cara al pulso feroz que mantiene con Cristiano Ronaldo por el pichichi. Sin apenas tiempo para tomar aliento, el choque no perdió electricidad en la segunda parte. Guardiola reemplazó a Mascherano por Busquets e Iniesta continuó haciendo diabluras por la banda izquierda para desesperación de Carlos Martínez.
Con la sustitución de Xavi por Keita, el Barça contemporizó el esférico y por fin se tomó un respiro. Eso sí, la grada no se relajó, especialmente con la salida de Tamudo al terreno de juego, que vino acompañada de un estruendoso recibimiento. Cada vez que el ariete tocó el balón, los hinchas azulgrana le dedicaron una sonora pitada por su pasado en el Espanyol.
El técnico de la Real, Martín Lasarte, observaba con resignación las fechorías de su rival y, resignado, miró al banquillo. Apostó por Sargpong y Zurutuza, un futbolista de trazo elegante que apenas pudo entrar en juego. Sí lo hizo, una y otra vez, Messi, que inventó jugadas y se estrelló contra la madera en un disparo que astilló el poste derecho del meta Bravo. A la siguiente no perdonó y se marcó un eslalon horizontal que dejó atrás a cuatro rivales y superar al chileno con un toque de billar. Tampoco lo hizo Bojan, que selló la goleada. El Barça no tiene piedad.
Los azulgrana, guiados por un Iniesta excelso, rubrican otra goleada frente a la Real (5-0)
El Barça volvió a gustarse en el Camp Nou. El cuadro azulgrana, guiado por un excelso Iniesta excelso y amparado en un juego coral que no se apiada de nadie, ofreció una nueva exhibición de autoridad ante una resignada Real para atestiguar su condición de líder del campeonato y subrayar unas cifras escandalosas (26 goles a favor, 0 en contra en los últimos seis partidos). Su caudal realizador no cesa, como tampoco lo hace el de Messi, que volvió a deleitar a la hinchada con algunas arrancadas de ensueño
En el primer acto, el Barça volvió a ofrecer un juego vertiginoso, aderezado de desmarques, diagonales y combinaciones que desarbolaron a la Real. Guardiola concedió descanso a dos de sus baluartes, Piqué y Busquets, pero su ausencia no se dejó notar. Abidal, reubicado, cubrió el espacio del zaguero y permitió la entrada de Maxwell, incisivo pero menos entonado que en otras ocasiones.
Mientras, Mascherano protegió las espaldas de Xavi e Iniesta y se hizo en todo momento con su parcela. El Jefecito jugó con claridad la pelota y se multiplicó en las ayudas para que el resto de la orquesta brillase. Como, por ejemplo, en el primer gol del partido, en el que una jugada trenzada derivó en un preciso centro de Pedro desde la derecha y la certera dentellada de Villa.
La Real no se derrumbó. Asimiló con entereza el golpe y no alteró su guión, basado en transiciones rápidas con Prieto en busca del desborde y Griezmann con ansias de licenciarse en un escenario de altos vuelos. Sin embargo, el Barça no levantó el pie del acelerador. Messi e Iniesta conectaron en una maravillosa pared en el interior del área culminada con un gesto técnico delicioso del manchego.
La Pulga, buscó un nuevo socio en el 46', Alves, que sirvió al argentino para que engordase su cuenta realizadora de cara al pulso feroz que mantiene con Cristiano Ronaldo por el pichichi. Sin apenas tiempo para tomar aliento, el choque no perdió electricidad en la segunda parte. Guardiola reemplazó a Mascherano por Busquets e Iniesta continuó haciendo diabluras por la banda izquierda para desesperación de Carlos Martínez.
Con la sustitución de Xavi por Keita, el Barça contemporizó el esférico y por fin se tomó un respiro. Eso sí, la grada no se relajó, especialmente con la salida de Tamudo al terreno de juego, que vino acompañada de un estruendoso recibimiento. Cada vez que el ariete tocó el balón, los hinchas azulgrana le dedicaron una sonora pitada por su pasado en el Espanyol.
El técnico de la Real, Martín Lasarte, observaba con resignación las fechorías de su rival y, resignado, miró al banquillo. Apostó por Sargpong y Zurutuza, un futbolista de trazo elegante que apenas pudo entrar en juego. Sí lo hizo, una y otra vez, Messi, que inventó jugadas y se estrelló contra la madera en un disparo que astilló el poste derecho del meta Bravo. A la siguiente no perdonó y se marcó un eslalon horizontal que dejó atrás a cuatro rivales y superar al chileno con un toque de billar. Tampoco lo hizo Bojan, que selló la goleada. El Barça no tiene piedad.
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