Xavi y su pelota
Xavi y su pelota
El volante barcelonista jugó al fútbol y buscó al compañero, así de simple
Dijo Alfredo di Stéfano que un partido sin goles es como un domingo sin sol. Era lunes, el partido se jugó de noche y hacía frío. Pero estaban Xavi y su pelota y, cuando se juntan, suelen pasar tantas cosas que a veces incluso sale el sol o, al menos, todo parece resplandecer. Es tan sencillo como que aparezca Xavi y busque con su pelota a Messi, Pedrito, Busquets, Piqué o Villa... Y, si encuentra a Iniesta, su alma gemela, miel sobre hojuelas. "Sin ellos, no soy nada", suele decir. "Yo voy donde va la pelota y necesito encontrar a alguien para jugar", sostiene Xavi cuando se trata de poner palabras a su talento.
Eso es lo que Xavi hizo. Buscó la pelota, al compañero, y jugó al fútbol. Tan simple y tan grande. "Es lo más difícil. Lo mío no tiene mérito. Lo difícil es lo que hacen Xavi o Iniesta", sostiene Messi, que si de algo sabe es de jugar al fútbol.
La idea de Pep Guardiola, aquella que aprendió de Johan Cruyff y Carles Rexach, cristalizó otra vez en la figura de un tipo que trasciende por sencillo, pequeñajo y de Terrassa. Además, marcó y con su gol, el primero del curso, abrió el camino a la victoria en el gran clásico.
Hay días en los que la dimensión futbolística del 6 del Barça, el mismo que con el 8 enseñó a España el camino hacia el Mundial, se multiplica. Eso ocurrió, la noche en que marcó su tercer gol al Madrid en los 21 clásicos que lleva disputados. En el fondo, pura anécdota comparado con lo que hizo Xavi con su pelota.
El partido no tenía vuelta de hoja para el Barça. Pasaba por tocar y para eso necesitaba la pelota. Para eso apareció en escena el volante. Para tocar y guardar, para encontrarse a veces con Messi, a veces con Iniesta o Busquets o Villa, pero siempre, siempre, con la pelota.
Más allá de ese pequeño detalle, de Xavi y su pelota, no hubo más partido porque él jugó por todos y dio sentido a esa idea, la misma que un día mamó Guardiola y juntos compartieron en el vestuario.
Está por ver qué les dijo Xavi a los chicos al final del calentamiento, en el círculo que unió al equipo. Pero es probable que les hablara de jugar, de la pelota. A partir de ella creció el Barça y apareció Xavi, que, a estas alturas, pasados los 30 años y con los tobillos maltrechos, aparece cuando toca, sin necesidad de malgastar ni un gramo de su esencia. A Xavi se le disculpan las ausencias -ha jugado 17 de los 22 partidos que se llevan en este curso- tanto como se le disfruta cuando surge, seguramente porque sin él nada sería lo mismo.
El fútbol se explica de muchas maneras, pero hay una que no falla. Pasa por que juegue Xavi. Entonces, cuando los rivales corren detrás de sus pases, todo es posible. Puede pasar que el Barça gane por 2-6 en el Bernabéu y que Guardiola encadene cinco victorias seguidos sobre el Madrid de Florentino Pérez. O que España gane un Mundial.
Todo depende de Xavi y su pelota. Entonces, un lunes parece domingo y hasta que salga el sol en plena noche.
El volante barcelonista jugó al fútbol y buscó al compañero, así de simple
Dijo Alfredo di Stéfano que un partido sin goles es como un domingo sin sol. Era lunes, el partido se jugó de noche y hacía frío. Pero estaban Xavi y su pelota y, cuando se juntan, suelen pasar tantas cosas que a veces incluso sale el sol o, al menos, todo parece resplandecer. Es tan sencillo como que aparezca Xavi y busque con su pelota a Messi, Pedrito, Busquets, Piqué o Villa... Y, si encuentra a Iniesta, su alma gemela, miel sobre hojuelas. "Sin ellos, no soy nada", suele decir. "Yo voy donde va la pelota y necesito encontrar a alguien para jugar", sostiene Xavi cuando se trata de poner palabras a su talento.
Eso es lo que Xavi hizo. Buscó la pelota, al compañero, y jugó al fútbol. Tan simple y tan grande. "Es lo más difícil. Lo mío no tiene mérito. Lo difícil es lo que hacen Xavi o Iniesta", sostiene Messi, que si de algo sabe es de jugar al fútbol.
La idea de Pep Guardiola, aquella que aprendió de Johan Cruyff y Carles Rexach, cristalizó otra vez en la figura de un tipo que trasciende por sencillo, pequeñajo y de Terrassa. Además, marcó y con su gol, el primero del curso, abrió el camino a la victoria en el gran clásico.
Hay días en los que la dimensión futbolística del 6 del Barça, el mismo que con el 8 enseñó a España el camino hacia el Mundial, se multiplica. Eso ocurrió, la noche en que marcó su tercer gol al Madrid en los 21 clásicos que lleva disputados. En el fondo, pura anécdota comparado con lo que hizo Xavi con su pelota.
El partido no tenía vuelta de hoja para el Barça. Pasaba por tocar y para eso necesitaba la pelota. Para eso apareció en escena el volante. Para tocar y guardar, para encontrarse a veces con Messi, a veces con Iniesta o Busquets o Villa, pero siempre, siempre, con la pelota.
Más allá de ese pequeño detalle, de Xavi y su pelota, no hubo más partido porque él jugó por todos y dio sentido a esa idea, la misma que un día mamó Guardiola y juntos compartieron en el vestuario.
Está por ver qué les dijo Xavi a los chicos al final del calentamiento, en el círculo que unió al equipo. Pero es probable que les hablara de jugar, de la pelota. A partir de ella creció el Barça y apareció Xavi, que, a estas alturas, pasados los 30 años y con los tobillos maltrechos, aparece cuando toca, sin necesidad de malgastar ni un gramo de su esencia. A Xavi se le disculpan las ausencias -ha jugado 17 de los 22 partidos que se llevan en este curso- tanto como se le disfruta cuando surge, seguramente porque sin él nada sería lo mismo.
El fútbol se explica de muchas maneras, pero hay una que no falla. Pasa por que juegue Xavi. Entonces, cuando los rivales corren detrás de sus pases, todo es posible. Puede pasar que el Barça gane por 2-6 en el Bernabéu y que Guardiola encadene cinco victorias seguidos sobre el Madrid de Florentino Pérez. O que España gane un Mundial.
Todo depende de Xavi y su pelota. Entonces, un lunes parece domingo y hasta que salga el sol en plena noche.
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