"Mi gol a Holanda no es el que se ve en la tele"
"Mi gol a Holanda no es el que se ve en la tele"
El fenómeno Andrés Iniesta empieza a ser digno de análisis. Así que no puede descartarse que el chico pálido de Fuentealbilla (Albacete), de 26 años, se convierta en breve en objetivo preferencial de estudio entre analistas varios, mercadotécnicos, teóricos de la psicología, escritores de libros de autoestima o incluso afamados periodistas deportivos o poetas reconvertidos.
El caso es que el corazón de La Bombonera, que late en la Boca, desparramó afecto la noche del pasado domingo cuando Iniesta asomó por la puerta del vestuario y enfiló el pasillo, convertido en zona de trabajo para periodistas y de safari fotográfico para cientos de aficionados con pase preferencial, camino del autocar. El pueblo, niños y adultos entregados, coreó su nombre. Y él, abrumado por el afecto, no pudo por menos que devolver el cariño con sonrisas, autógrafos y fotos.
Iniesta es tan ídolo en Argentina que hasta hubo un viejecito que, suave, mientras le firmaba una camiseta para su nieto, le soltó: "Gracias por tu fútbol". Es tan respetado y apreciado en La Bombonera como en El Sardinero, el estadio del Racing de Santander, en el que le aplaudieron hace una semana, o en el Camp Nou, el de su Barça, lugar en el que mucho antes de que decidiera un Mundial se coreaba su nombre cuando salía a prepararse y parecía un niño.
En el vestíbulo de un hotel del barrio de Catalina, a 100 metros de la bonaerense plaza de San Martín, bebiendo un zumo de piña, sonriente, se tomó su tiempo para responder en según qué momentos de la entrevista. Pero parecía tranquilo, feliz, tímido, sincero... Y tan divertido que daba gusto verle.
Pregunta. Llegados a este punto, ¿puede definirme su estado de ánimo?
Respuesta. Soy muy feliz. Es una sensación diferente. Es un estado de felicidad mejor del que conocía. Hay cosas que te hacen mejor persona, más entero, sabiendo muchas más cosas de ti y de tu persona. Y eso te hace ser más feliz. Al menos, feliz de una forma más confortable y que merece más la pena. Tengo el corazón contento. Bueno, supercontento. Me siento muy bien.
P. ¿Eso es producto del Mundial o de hace meses?
R. Viene de todo lo que ha sido mi vida.
P. Su vida empieza a ser diferente de la de cualquier niño a los 11 años, cuando decide, camino de un entrenamiento en Albacete, que se va a La Masía.
R. Es que no tuve otra opción. Lo pensé mucho porque yo vivía en un pueblo, con mis padres y mi hermana pequeña. Tenía una vida muy feliz... Pero entendí que no tenía otra opción. Hubo mil cosas, mil situaciones, que afectaron a una familia muy unida que, por circunstancias, por el convencimiento de que tendríamos una vida mejor, que solo había un modo de intentar conseguir mi sueño, exigieron hacer ese camino.
P. ¿Recuerda el día que empezó el camino?
R. Recuerdo el viaje en coche, la parada a comer en la carretera... Éramos incapaces de comer nada... Ni comía yo, ni mi padre ni mi hermana porque nos moríamos de pena. Pero hoy lo pienso y sé que no había otra salida. Yo quería ser futbolista y el Barcelona me dio la oportunidad de serlo. Pero hubo más días, más duros incluso, porque costó horrores superar la distancia. ¡Era un niño! ¡Sufríamos todos! Fueron años de estar solo... Esas cosas marcan. Pero son experiencias. Las llevas dentro y te condicionan la vida. Por eso, por lo mal que lo pasó mi padre, lo que lloró mi madre, lo que nos añoramos mi hermana y yo, soy ahora como soy, seguro. De hecho, yo solo quería ser jugador de fútbol de Primera División. Ese era mi único sueño. Los demás fueron llegando solos: debutar en el Barcelona, hacerme un sitio, jugar en la selección española, ganar títulos...
P. ¿Alguna vez imaginó que todos le señalarían como la estrella que resolvió una final de la Copa del Mundo?
R. No. Mi único sueño, cuando el fútbol era solo diversión, era llegar a ser jugador. Sin más. La etiqueta era: "Quiero ser jugador de fútbol". Entonces llegó el Barcelona y, poco a poco, fui abriendo puertas... Yo nunca soñé con marcar un gol en una final de un Mundial, pero la jugué, Cesc me dio un pase, apareció Newton...
P. ¿Perdone?
R. Lo digo [se ríe] por la jugada del gol. Cuando controlo el balón, sé que va a ser gol. Solo tuve que esperar a que bajara para pegarle. ¿Y por qué baja? Por la ley de la gravedad. Puestos a buscar razones, también me ayudó a meter el gol ese detalle. Lo que he conseguido, visto desde la plaza de Fuentealbilla en la que jugaba de niño, es impensable. No, yo no soñaba esto. Pero lo mejor de todo es la sensación de que, una vez logrado, me quedan muchas cosas por hacer. Eso me hace muy feliz.
P. ¿Le quedan sueños?
R. Sí. ¿Cómo es eso que se dice siempre que los deportistas estamos hechos de otra pasta? Empieza la temporada, empiezas de cero y tienes retos por repetir y nuevos retos por conseguir. El pasado no sirve de nada. De verdad, a mí no me sirve de nada salir al campo pensando que soy campeón del mundo. Sé perfectamente que, si lo pienso, si salgo relajado, me meten tres goles, me pintan y me voy a casa con cara de tonto. En eso influye la ambición de cada uno, lo que hayas trabajado toda tu vida, verte rodeado de personas que sepan estar en todo momento... En la vida me quedan muchas cosas por hacer. Tendré que empezar a pensar en tener mi familia, mis niños..., en sentar cabeza. ¡Me va llegando la hora [se ríe a carcajadas]!
P. ¿Hizo alguna promesa durante el Mundial?
R. Lo malo de las promesas es que luego hay que cumplirlas. Sí, pensé en un par de cosas y ahora...
P. Entonces, ¿hizo más de una promesa?
R. Sí, más o menos. Una es muy personal y ahí la tengo... La otra es lo del Camino de Santiago. ¡Yo no sabía que eran 3.000 kilómetros! Yo miré el mapa así de pasada y me dije: "¡Bah, un paseíto!". Después, cuando ya había metido la pata, me di cuenta de que era interminable. Vamos, que ahora mismo no me cuadra mucho la agenda. Pero lo haré, cumpliré. Este año era imposible. Había quedado para ir a la playa. Eso lo tengo que organizar bien. No sabía que eran 3.000 kilómetros. Fue un shock, una sorpresa espectacular. Pero la otra promesa es que ni te la cuento... No; en serio, voy a cumplir las dos. Cada vez que veo el partido recuerdo que tengo dos cosas que cumplir.
P. ¿Ha visto muchas veces el encuentro contra Holanda?
R. Sí, pero no por ser la final. Yo veo muchas veces todos mis partidos. Cuando llego de madrugada, del campo o de viaje, me pongo el que acabo de jugar. Me ayuda a mejorar. Además, la final la han repetido muchas veces. Así que, quiera o no, he visto el gol mil veces. Pero la sensación en el campo es irrepetible. La perspectiva es muy diferente. Hay un gol en esa final que es personal, muy mío... El de la tele se parece, pero yo solo he metido una vez ese gol. No sé cómo explicarlo... Es distinto verlo que marcarlo.
P. ¿También usted contuvo la respiración?
R. No. Yo solo pensaba en cómo iba a pegar a la pelota y dónde la quería poner. Desde que la controlo, repito, sé que es gol. Sé que el defensa no llega, que el portero no llega... Solo he de esperar a que caiga, a que se cumpla la ley de Newton. Sabía que bajaba, que le pegaba, que era gol... Esta vez la manzana fue el balón y la cabeza de Newton mi pie [le da una risa irrefrenable].
P Justamente al pegar al balón, ¿ya sabía que era campeón del mundo?
R. No. Solo pienso que es gol. Lo del Mundial lo piensas después.
P. Entonces, ¿por qué llevaba la camiseta de homenaje a Jarque?
R. Porque era mi amigo. Había crecido con él y se murió. Con Jarque compartí muchas cosas. Crecimos juntos, teníamos muy buena relación, hablamos muchas horas de muchas cosas y... Vivía en Sant Boi y me llevaba en coche al Camp Nou cuando yo no tenía ni carnet. La mejor manera de unir a la gente es el deporte... Bueno, si quieres destruir, tampoco es un mal camino. Desgraciadamente, se utiliza muchas veces para cosas que nada tienen que ver con su espíritu.
P. ¿Lo dice por Van Bommel?
R. No. Me refiero a las relaciones. A veces, la excusa de ser del Barcelona, del Madrid o del Athletic condiciona a la gente. ¡Vaya tontería! Dani era muy perico y yo le quería mucho. Era mi amigo. Me puse aquella camiseta porque quería que subiera conmigo a buscar la copa. Y, al final, sale en la foto del gol. Con eso no contaba. Ni me planteé que metería el gol. Nunca creí que lo de la camiseta me saldría tan bien. Alucino. ¡Es que me quito la de la selección y se queda perfecta para que se lea el mensaje!
P. ¿Es de los que no se sintió campeón hasta que pitó el final el árbitro?
R. No. Desde que empezó la segunda parte, estaba seguro de que ganábamos el partido. Desde que volvimos al campo, tras el descanso, supe que ganábamos seguro. Ni siquiera dudé cuando Robben encara a Casillas. Veo a Iker estirar el pie, buscar el balón y sé que no es gol. Y cuando empieza la prórroga estoy absolutamente convencido de que ganamos. En lo que no pienso es en meter el gol.
P. ¿Cree en el destino?
R. ¿Por qué lo pregunta?
P. Stamford Bridge, Johanesburgo...
R. Lo del destino es una palabra muy compleja.
P ¿Entonces?
R. No sé... Será el destino [se parte de risa]... Me tocaba estar ahí y ahí estaba. Pero no pienso que sea algo del momento. España ganó el Mundial porque mucha gente trabajó para ello. Es que se han dado tantas circunstancias para que los que estábamos ahí consiguiéramos eso por lo que tantos se habían esforzado... No sé... Es difícil.
P. ¿Le cuesta cargar con la sensación de haber sido el hombre que hizo algo excepcional?
R. No. Es que no puedo evitarlo. Sí, hice una cosa que no hace mucha gente: meter un gol en la final de un Mundial. Bueno, eso solo le puede pasar a un futbolista y yo soy futbolista. Así que no es tan raro en el fondo. Hombre, lo que me molesta es que no meto muchos goles y ahora todos los que meta no serán valorados como lo fue ese. Con lo que me cuesta meter un gol... El de Santander, por ejemplo, es de los más difíciles que he metido y que meteré en mi vida. Y, pobre, nadie me dice nada de ese gol. De cada 10 veces que intentas ese golpeo, de primera y desde tan lejos, metes dos. Es supercomplicado meter ese gol. Pero, claro, como se lo meto al Racing, con el Barcelona y parece tan fácil...
P. Xavi dice que lo más difícil es lo que parece más fácil y le señala a usted, a Messi...
R. Pues que se aplique el cuento porque lo que él hace es superdifícil.
P. José Mourinho ha dicho que no se merece el Balón de Oro.
R. Menos mal que no lo decide él. Estaría descartado. Entiendo que diga que considere que otro jugador lo merece más. Incluso puedo darle la razón. Pero decir que yo no me lo merezco, que a mí no se me puede dar...
P. ¿Le gustaría recibir ese reconocimiento?
R. No lo devolvería si me escogieran, se lo juro [se ríe]. Pero yo no pienso en el Balón de Oro. Es agradable que la gente valore lo que haces, pero, si se lo dan a otro, seguro que lo merece. Tampoco es algo que dependa de mí. Así que no lo pienso.
P. ¿Piensa que, físicamente,es frágil?
R. Mire, el año pasado estuve de baja 40 días, repartidos en dos lesiones. Puede que en ciertos momentos no estuviera tan fino como ahora. Pero yo no siento que fuera una mala temporada. Participé mucho y fue un curso bueno. Muchas veces no jugué más por cuidarme y estar fresco. Por eso tuve momentos de estar muy arriba. Cuando bajas un poco, parece que estás mal, pero no tuve un bajón brutal. Esa sensación no la tuve. Igual solo bajé una nota. Lo de las lesiones es mentira.
P. ¿Por qué le cae tan bien a la gente?
R. No lo sé. Pero es verdad que tengo la sensación de que la gente me quiere mucho... Me siento querido y respetado. Y esa es una de las mejores sensaciones que puede tener una persona.
P. Pep Guardiola dice que la gente les quiere tanto porque ganan, pero también por ser buenas personas.
R. No tengo la sensación de que a Pedro o a Busquets les cueste ser como son. Ni a Xavi, ni a Iker, ni a Capdevila, ni a Reina... No sé... No es difícil hacer cosas normales que hace todo el mundo. Si la gente lo agradece, lo celebro. Pero no es algo que ni a mí ni a los jugadores con los que vivo en el Barcelona o en la selección nos genere demasiado problema. Somos gente que nos gusta volver al pueblo en el que crecimos, estar con nuestros amigos de siempre... A mí no me cuesta ser como soy. Es que soy como me sale, como me educaron mis padres. Y también, mucho, cómo me educaron en el Barcelona. Soy lo que soy gracias a mis padres, pero en La Masía creces rápido y vives a velocidad de crucero. Es imparable. Pero resulta imposible que pierdas según que valores. Mire, cuando tenía 12 años, mi padre ahorró durante tres meses para comprarme unas botas Predator. Puede que ahora tenga dinero, pero cada vez que miro aquellas botas sé de dónde vengo.
P. Guardiola era su ídolo y ahora es su entrenador. ¿Qué le ha aportado?
R. El mister [lo piensa mucho] es una persona que no solo se preocupa de ti en lo futbolístico, sino que en lo malo, en los momentos difíciles, siempre está ahí su palabra, su consejo, su abrazo... Eso hace mucho.
P. ¿Un filósofo? ¿Entiende lo de Ibrahimovic?
R. Supongo que es algo personal, ellos sabrán... Si ha acabado así es porque tenía que acabar así. Mejor para todos. Yo no tengo nada que valorar en ese sentido. Yo lo único que sé es que soy muy feliz en el Barcelona y que estoy a punto de vivir un partido en el Monumental.
P. Se hizo fotos en La Bombonera. ¿Está disfrutando de este viaje una barbaridad?
R. Estoy encantado de estar en Argentina. Me apetecía mucho. No creo que vuelva a jugar aquí con España. Intentaremos disfrutarlo. Será un partidazo. El argentino es competitivo, se entrega mucho, compite de manera extraordinaria... ¡Ya verá lo que tiene de amistoso! Será bonito... Aquí el fútbol es apasionante. Tengo ganas de vivirlo.
P. Tendrá a Messi delante.
R. ¿No puede jugar con nosotros? Tiene pasaporte, ¿no? Bueno, no creo que quiera. Es muy argentino. Pero las circunstancias son las que son. Leo es grande, un tipo feliz que sigue su progresión personal como cualquiera de su edad. Lo inaudito es lo que hace en el campo, eso de conseguir cosas imposibles con una normalidad absoluta. ¡Es tan difícil! Por eso es el mejor. Marca la diferencia cuando quiere. Es el top.
P. ¿El mejor no era Xavi?
R. No. ¡Xavi es un animal!
P. Por último, ¿a usted qué le gusta comer?
R. ¿A mí? El pollo con patatas. ¿Por qué?
El fenómeno Andrés Iniesta empieza a ser digno de análisis. Así que no puede descartarse que el chico pálido de Fuentealbilla (Albacete), de 26 años, se convierta en breve en objetivo preferencial de estudio entre analistas varios, mercadotécnicos, teóricos de la psicología, escritores de libros de autoestima o incluso afamados periodistas deportivos o poetas reconvertidos.
El caso es que el corazón de La Bombonera, que late en la Boca, desparramó afecto la noche del pasado domingo cuando Iniesta asomó por la puerta del vestuario y enfiló el pasillo, convertido en zona de trabajo para periodistas y de safari fotográfico para cientos de aficionados con pase preferencial, camino del autocar. El pueblo, niños y adultos entregados, coreó su nombre. Y él, abrumado por el afecto, no pudo por menos que devolver el cariño con sonrisas, autógrafos y fotos.
Iniesta es tan ídolo en Argentina que hasta hubo un viejecito que, suave, mientras le firmaba una camiseta para su nieto, le soltó: "Gracias por tu fútbol". Es tan respetado y apreciado en La Bombonera como en El Sardinero, el estadio del Racing de Santander, en el que le aplaudieron hace una semana, o en el Camp Nou, el de su Barça, lugar en el que mucho antes de que decidiera un Mundial se coreaba su nombre cuando salía a prepararse y parecía un niño.
En el vestíbulo de un hotel del barrio de Catalina, a 100 metros de la bonaerense plaza de San Martín, bebiendo un zumo de piña, sonriente, se tomó su tiempo para responder en según qué momentos de la entrevista. Pero parecía tranquilo, feliz, tímido, sincero... Y tan divertido que daba gusto verle.
Pregunta. Llegados a este punto, ¿puede definirme su estado de ánimo?
Respuesta. Soy muy feliz. Es una sensación diferente. Es un estado de felicidad mejor del que conocía. Hay cosas que te hacen mejor persona, más entero, sabiendo muchas más cosas de ti y de tu persona. Y eso te hace ser más feliz. Al menos, feliz de una forma más confortable y que merece más la pena. Tengo el corazón contento. Bueno, supercontento. Me siento muy bien.
P. ¿Eso es producto del Mundial o de hace meses?
R. Viene de todo lo que ha sido mi vida.
P. Su vida empieza a ser diferente de la de cualquier niño a los 11 años, cuando decide, camino de un entrenamiento en Albacete, que se va a La Masía.
R. Es que no tuve otra opción. Lo pensé mucho porque yo vivía en un pueblo, con mis padres y mi hermana pequeña. Tenía una vida muy feliz... Pero entendí que no tenía otra opción. Hubo mil cosas, mil situaciones, que afectaron a una familia muy unida que, por circunstancias, por el convencimiento de que tendríamos una vida mejor, que solo había un modo de intentar conseguir mi sueño, exigieron hacer ese camino.
P. ¿Recuerda el día que empezó el camino?
R. Recuerdo el viaje en coche, la parada a comer en la carretera... Éramos incapaces de comer nada... Ni comía yo, ni mi padre ni mi hermana porque nos moríamos de pena. Pero hoy lo pienso y sé que no había otra salida. Yo quería ser futbolista y el Barcelona me dio la oportunidad de serlo. Pero hubo más días, más duros incluso, porque costó horrores superar la distancia. ¡Era un niño! ¡Sufríamos todos! Fueron años de estar solo... Esas cosas marcan. Pero son experiencias. Las llevas dentro y te condicionan la vida. Por eso, por lo mal que lo pasó mi padre, lo que lloró mi madre, lo que nos añoramos mi hermana y yo, soy ahora como soy, seguro. De hecho, yo solo quería ser jugador de fútbol de Primera División. Ese era mi único sueño. Los demás fueron llegando solos: debutar en el Barcelona, hacerme un sitio, jugar en la selección española, ganar títulos...
P. ¿Alguna vez imaginó que todos le señalarían como la estrella que resolvió una final de la Copa del Mundo?
R. No. Mi único sueño, cuando el fútbol era solo diversión, era llegar a ser jugador. Sin más. La etiqueta era: "Quiero ser jugador de fútbol". Entonces llegó el Barcelona y, poco a poco, fui abriendo puertas... Yo nunca soñé con marcar un gol en una final de un Mundial, pero la jugué, Cesc me dio un pase, apareció Newton...
P. ¿Perdone?
R. Lo digo [se ríe] por la jugada del gol. Cuando controlo el balón, sé que va a ser gol. Solo tuve que esperar a que bajara para pegarle. ¿Y por qué baja? Por la ley de la gravedad. Puestos a buscar razones, también me ayudó a meter el gol ese detalle. Lo que he conseguido, visto desde la plaza de Fuentealbilla en la que jugaba de niño, es impensable. No, yo no soñaba esto. Pero lo mejor de todo es la sensación de que, una vez logrado, me quedan muchas cosas por hacer. Eso me hace muy feliz.
P. ¿Le quedan sueños?
R. Sí. ¿Cómo es eso que se dice siempre que los deportistas estamos hechos de otra pasta? Empieza la temporada, empiezas de cero y tienes retos por repetir y nuevos retos por conseguir. El pasado no sirve de nada. De verdad, a mí no me sirve de nada salir al campo pensando que soy campeón del mundo. Sé perfectamente que, si lo pienso, si salgo relajado, me meten tres goles, me pintan y me voy a casa con cara de tonto. En eso influye la ambición de cada uno, lo que hayas trabajado toda tu vida, verte rodeado de personas que sepan estar en todo momento... En la vida me quedan muchas cosas por hacer. Tendré que empezar a pensar en tener mi familia, mis niños..., en sentar cabeza. ¡Me va llegando la hora [se ríe a carcajadas]!
P. ¿Hizo alguna promesa durante el Mundial?
R. Lo malo de las promesas es que luego hay que cumplirlas. Sí, pensé en un par de cosas y ahora...
P. Entonces, ¿hizo más de una promesa?
R. Sí, más o menos. Una es muy personal y ahí la tengo... La otra es lo del Camino de Santiago. ¡Yo no sabía que eran 3.000 kilómetros! Yo miré el mapa así de pasada y me dije: "¡Bah, un paseíto!". Después, cuando ya había metido la pata, me di cuenta de que era interminable. Vamos, que ahora mismo no me cuadra mucho la agenda. Pero lo haré, cumpliré. Este año era imposible. Había quedado para ir a la playa. Eso lo tengo que organizar bien. No sabía que eran 3.000 kilómetros. Fue un shock, una sorpresa espectacular. Pero la otra promesa es que ni te la cuento... No; en serio, voy a cumplir las dos. Cada vez que veo el partido recuerdo que tengo dos cosas que cumplir.
P. ¿Ha visto muchas veces el encuentro contra Holanda?
R. Sí, pero no por ser la final. Yo veo muchas veces todos mis partidos. Cuando llego de madrugada, del campo o de viaje, me pongo el que acabo de jugar. Me ayuda a mejorar. Además, la final la han repetido muchas veces. Así que, quiera o no, he visto el gol mil veces. Pero la sensación en el campo es irrepetible. La perspectiva es muy diferente. Hay un gol en esa final que es personal, muy mío... El de la tele se parece, pero yo solo he metido una vez ese gol. No sé cómo explicarlo... Es distinto verlo que marcarlo.
P. ¿También usted contuvo la respiración?
R. No. Yo solo pensaba en cómo iba a pegar a la pelota y dónde la quería poner. Desde que la controlo, repito, sé que es gol. Sé que el defensa no llega, que el portero no llega... Solo he de esperar a que caiga, a que se cumpla la ley de Newton. Sabía que bajaba, que le pegaba, que era gol... Esta vez la manzana fue el balón y la cabeza de Newton mi pie [le da una risa irrefrenable].
P Justamente al pegar al balón, ¿ya sabía que era campeón del mundo?
R. No. Solo pienso que es gol. Lo del Mundial lo piensas después.
P. Entonces, ¿por qué llevaba la camiseta de homenaje a Jarque?
R. Porque era mi amigo. Había crecido con él y se murió. Con Jarque compartí muchas cosas. Crecimos juntos, teníamos muy buena relación, hablamos muchas horas de muchas cosas y... Vivía en Sant Boi y me llevaba en coche al Camp Nou cuando yo no tenía ni carnet. La mejor manera de unir a la gente es el deporte... Bueno, si quieres destruir, tampoco es un mal camino. Desgraciadamente, se utiliza muchas veces para cosas que nada tienen que ver con su espíritu.
P. ¿Lo dice por Van Bommel?
R. No. Me refiero a las relaciones. A veces, la excusa de ser del Barcelona, del Madrid o del Athletic condiciona a la gente. ¡Vaya tontería! Dani era muy perico y yo le quería mucho. Era mi amigo. Me puse aquella camiseta porque quería que subiera conmigo a buscar la copa. Y, al final, sale en la foto del gol. Con eso no contaba. Ni me planteé que metería el gol. Nunca creí que lo de la camiseta me saldría tan bien. Alucino. ¡Es que me quito la de la selección y se queda perfecta para que se lea el mensaje!
P. ¿Es de los que no se sintió campeón hasta que pitó el final el árbitro?
R. No. Desde que empezó la segunda parte, estaba seguro de que ganábamos el partido. Desde que volvimos al campo, tras el descanso, supe que ganábamos seguro. Ni siquiera dudé cuando Robben encara a Casillas. Veo a Iker estirar el pie, buscar el balón y sé que no es gol. Y cuando empieza la prórroga estoy absolutamente convencido de que ganamos. En lo que no pienso es en meter el gol.
P. ¿Cree en el destino?
R. ¿Por qué lo pregunta?
P. Stamford Bridge, Johanesburgo...
R. Lo del destino es una palabra muy compleja.
P ¿Entonces?
R. No sé... Será el destino [se parte de risa]... Me tocaba estar ahí y ahí estaba. Pero no pienso que sea algo del momento. España ganó el Mundial porque mucha gente trabajó para ello. Es que se han dado tantas circunstancias para que los que estábamos ahí consiguiéramos eso por lo que tantos se habían esforzado... No sé... Es difícil.
P. ¿Le cuesta cargar con la sensación de haber sido el hombre que hizo algo excepcional?
R. No. Es que no puedo evitarlo. Sí, hice una cosa que no hace mucha gente: meter un gol en la final de un Mundial. Bueno, eso solo le puede pasar a un futbolista y yo soy futbolista. Así que no es tan raro en el fondo. Hombre, lo que me molesta es que no meto muchos goles y ahora todos los que meta no serán valorados como lo fue ese. Con lo que me cuesta meter un gol... El de Santander, por ejemplo, es de los más difíciles que he metido y que meteré en mi vida. Y, pobre, nadie me dice nada de ese gol. De cada 10 veces que intentas ese golpeo, de primera y desde tan lejos, metes dos. Es supercomplicado meter ese gol. Pero, claro, como se lo meto al Racing, con el Barcelona y parece tan fácil...
P. Xavi dice que lo más difícil es lo que parece más fácil y le señala a usted, a Messi...
R. Pues que se aplique el cuento porque lo que él hace es superdifícil.
P. José Mourinho ha dicho que no se merece el Balón de Oro.
R. Menos mal que no lo decide él. Estaría descartado. Entiendo que diga que considere que otro jugador lo merece más. Incluso puedo darle la razón. Pero decir que yo no me lo merezco, que a mí no se me puede dar...
P. ¿Le gustaría recibir ese reconocimiento?
R. No lo devolvería si me escogieran, se lo juro [se ríe]. Pero yo no pienso en el Balón de Oro. Es agradable que la gente valore lo que haces, pero, si se lo dan a otro, seguro que lo merece. Tampoco es algo que dependa de mí. Así que no lo pienso.
P. ¿Piensa que, físicamente,es frágil?
R. Mire, el año pasado estuve de baja 40 días, repartidos en dos lesiones. Puede que en ciertos momentos no estuviera tan fino como ahora. Pero yo no siento que fuera una mala temporada. Participé mucho y fue un curso bueno. Muchas veces no jugué más por cuidarme y estar fresco. Por eso tuve momentos de estar muy arriba. Cuando bajas un poco, parece que estás mal, pero no tuve un bajón brutal. Esa sensación no la tuve. Igual solo bajé una nota. Lo de las lesiones es mentira.
P. ¿Por qué le cae tan bien a la gente?
R. No lo sé. Pero es verdad que tengo la sensación de que la gente me quiere mucho... Me siento querido y respetado. Y esa es una de las mejores sensaciones que puede tener una persona.
P. Pep Guardiola dice que la gente les quiere tanto porque ganan, pero también por ser buenas personas.
R. No tengo la sensación de que a Pedro o a Busquets les cueste ser como son. Ni a Xavi, ni a Iker, ni a Capdevila, ni a Reina... No sé... No es difícil hacer cosas normales que hace todo el mundo. Si la gente lo agradece, lo celebro. Pero no es algo que ni a mí ni a los jugadores con los que vivo en el Barcelona o en la selección nos genere demasiado problema. Somos gente que nos gusta volver al pueblo en el que crecimos, estar con nuestros amigos de siempre... A mí no me cuesta ser como soy. Es que soy como me sale, como me educaron mis padres. Y también, mucho, cómo me educaron en el Barcelona. Soy lo que soy gracias a mis padres, pero en La Masía creces rápido y vives a velocidad de crucero. Es imparable. Pero resulta imposible que pierdas según que valores. Mire, cuando tenía 12 años, mi padre ahorró durante tres meses para comprarme unas botas Predator. Puede que ahora tenga dinero, pero cada vez que miro aquellas botas sé de dónde vengo.
P. Guardiola era su ídolo y ahora es su entrenador. ¿Qué le ha aportado?
R. El mister [lo piensa mucho] es una persona que no solo se preocupa de ti en lo futbolístico, sino que en lo malo, en los momentos difíciles, siempre está ahí su palabra, su consejo, su abrazo... Eso hace mucho.
P. ¿Un filósofo? ¿Entiende lo de Ibrahimovic?
R. Supongo que es algo personal, ellos sabrán... Si ha acabado así es porque tenía que acabar así. Mejor para todos. Yo no tengo nada que valorar en ese sentido. Yo lo único que sé es que soy muy feliz en el Barcelona y que estoy a punto de vivir un partido en el Monumental.
P. Se hizo fotos en La Bombonera. ¿Está disfrutando de este viaje una barbaridad?
R. Estoy encantado de estar en Argentina. Me apetecía mucho. No creo que vuelva a jugar aquí con España. Intentaremos disfrutarlo. Será un partidazo. El argentino es competitivo, se entrega mucho, compite de manera extraordinaria... ¡Ya verá lo que tiene de amistoso! Será bonito... Aquí el fútbol es apasionante. Tengo ganas de vivirlo.
P. Tendrá a Messi delante.
R. ¿No puede jugar con nosotros? Tiene pasaporte, ¿no? Bueno, no creo que quiera. Es muy argentino. Pero las circunstancias son las que son. Leo es grande, un tipo feliz que sigue su progresión personal como cualquiera de su edad. Lo inaudito es lo que hace en el campo, eso de conseguir cosas imposibles con una normalidad absoluta. ¡Es tan difícil! Por eso es el mejor. Marca la diferencia cuando quiere. Es el top.
P. ¿El mejor no era Xavi?
R. No. ¡Xavi es un animal!
P. Por último, ¿a usted qué le gusta comer?
R. ¿A mí? El pollo con patatas. ¿Por qué?
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