El Barça, feliz en la lluvia y el barro
El Barça, feliz en la lluvia y el barro
El Barcelona regresa con una sonrisa de una aventura peliaguda, como fue la de San Mamés. Porque el viaje del cuadro de Guardiola a Bilbao no fue de placer precisamente, pero sus futbolistas encontraron el camino para superar los obstáculos futbolísticos y ambientales. No es fácil ganar al Athletic, un grupo siempre generoso e intenso, pero ya se sabe: si los solistas -aun sin Messi- juegan como saben, nada, o casi nada, detiene al actual campeón de Liga.
Por momentos cayó el diluvio en San Mamés, una lluvia pertinaz que dibujó un partido con aire antiguo, que se jugó a la velocidad de la luz. El escenario parecía una invitación al Barcelona para alterar sus señas de identidad y cambiar su fútbol de siempre por otro más directo. Pero el equipo de Guardiola no negocia y movió la pelota siempre sin renunciar a su estilo.
Fue protagonista Iniesta, asombroso en el primer tramo, asociado con Xavi y respaldado por un Busquets en perpetuo crecimiento. Llegaron las primeras oportunidades para el cuadro azulgrana, espoleado por las noticias que llegaban desde Valencia. Primero avisó Adriano con un disparo elevado, erró Keita más tarde un mano a mano ante Gorka, y Villa después chutó al palo izquierdo de Iraizoz, ya superado, tras una monumental pelota entre líneas de Iniesta.
El Athletic, más habituado al estado del tapete, recibió la orden de atosigar cada movimiento del Barcelona, cada futbolista azulgrana con el aliento de un rojiblanco en el dorsal. Aguantó al chaparrón futbolístico y se desperezó, con ardor guerrero, por mediación de Fernando Llorente, con un duro disparo con la zurda que blocó Valdés al que se sumó más tarde una volea de Igor Martínez que desvió milagrosamente la espalda de un rival.
Cuando más cerrado andaba el partido, con el Barça atenazado, el Athletic se quedó con uno menos. Una entrada al bulto de Amorebieta a Iniesta, más aparatosa que violenta, terminó con los huesos del central en la caseta, fundamentalmente porque los árbitros andan hipersensibles tras la reciente entrada de Ujfalusi a Messi. La expulsión, discutible, destrozó al Athletic, que ya no fue el mismo equipo.
Keita abre el camino
Nació la segunda parte en perpetua ida y vuelta. Pronto estalló Javi Martínez la pelota en el poste derecho de Víctor Valdés, tras una jugada de estrategia que terminó en un barullo. Después Piqué lo tuvo, en un disparo lejano que no pudo atrapar Iraizoz. Pero fue Keita, a los nueve minutos, quien culminó una excepcional triangulación con Iniesta y Villa. Un gol clásico de la casa.
Sin tiempo para digerirlo, Gorka salvó un remate de Pedro que era el segundo del Barça, y que fue el preámbulo del sufrimiento de los locales. El Barça se adueñó del balón y la misión de la remontada parecía imposible para el Athletic. Se sumó al ataque Piqué, apareció Villa sin fortuna ante la portería, Iniesta volvió a estallar la pelota en la madera, Alves se incorporó para probar suerte... Un goteo de oportunidades que se cerraron con el afortunado tanto de Xavi, un disparo desde fuera del área que topó con un rival antes de convertirse en el segundo tanto.
Con el partido cerrado, se complicó Villa, que vio la roja directa tras un enfrentamiento con Gurpegi, en la única nota negativa para un Barcelona que salió de San Mamés -para la estadística, los goles de Gabilondo y Busquets- con más buenas noticias (en Bilbao y en Valencia) de las que jamás pudo sospechar.
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