Penya Barcelonista de Lisboa

dimarts, de febrer 24, 2009

EMPATA A UNO CON EL LYÓN EN LA IDA DE LOS OCTAVOS DE FINAL


Un mal Barça responde a Benzema
Pese a un partido decepcionante, un testarazo de Henry deja franca la eliminatoria

Acostumbrado como estaba el Barcelona a pasear sobre prados repletos de flores, su piel, todavía demasiado blanda, tiende a despedazarse ahora que aparecen las primeras chinas en el camino ante el horror de la hinchada. Sangró y anduvo de rodillas el equipo de Guardiola durante una hora, acosado por un Olympique agresivo y feliz de contar con Juninho y Benzema. Sólo una jugada de estrategia en la reanudación, culminada por Henry, dejó a los azulgrana con grandes posibilidades de acceder a cuartos de final de la Liga de Campeones. [GOLES 3D]
Mucho había avisado el cuerpo técnico azulgrana ante los peligros de un Olympique de Lyón que, pese a su control dictatorial del campeonato francés, afrontaba el choque con la pose de un lacayo. Lo curioso del caso es que los franceses copiaron todas y cada una de las poses antes ya vistas en los vídeos de la previa sin que los azulgrana supieran contrarrestarlas.
¿Por qué? Escasa atención, nula colocación, exceso de nerviosismo... Deficiencias todas capaces de destrozar a un equipo llamado, en palabras de Eto’o, a "arrasar".
Había que evitar las faltas estúpidas en las inmediaciones del área, y en un dos contra uno favorable al Barcelona, Touré acabó derribando a Ederson. La jugada, por supuesto, acabó en gol porque en el Olympique sigue encañonando un tal Juninho Pernambucano.
Eso sí, en el tanto tuvo mucho que decir Valdés, incapaz siquiera de reaccionar pese a que el brasileño ejecutó el tiro libre desde una posición escorada, inverosímil. En la retina, el gol marcado por el mismo Juninho la temporada pasada en Gerland ante un Valdés igual de pasmado. No podía escoger el meta azulgrana un peor momento para exhibir deficiencias, con los grandes títulos en juego y en la antesala de una renovación en la que pretende aumentar considerablemente su ficha.
En tan sólo siete minutos el Olympique podría haber dejado la eliminatoria prácticamente sentenciada. Justo después del tanto de Juninho, Benzema estrelló el balón en el palo en un mano a mano con Valdés.
No marcó Benzebut (así le llaman en Lyón merced a un juego de palabras con 'gol' en francés), pero evidenció que le sobra categoría para ser uno de los mejores delanteros del continente en los próximos años. Potentísimo, incansable en la presión –incluso acudía a robar balones a la línea de medios– y con una habilidad innata para el desmarque, el ariete de origen argelino llevó de cabeza a toda la zaga barcelonista.
La defensa se deshacía por instantes, pero siempre al compás del resto de líneas azulgrana, demasiado separadas e incapaces de ajustar sus respectivos dientes en la rueda. El centro del campo era un desastre. Sergio Busquets no acertaba una, Xavi fracasaba ante la incansable presión de Toulalan y Touré se desconectaba a la hora de contener los letales contragolpes del Olympique. Con el eje deteriorado, la incidencia de la trinidad atacante era nula. Ni siquiera Messi, especialmente desastroso, acertaba a encontrar respuestas ante una defensa plagada de estibadores como Cris, tan musculoso y eficiente como torpe con el balón en los pies.
Nada indicaba que el Barcelona sería capaz de reaccionar. Desde que Eto’o disparara con el exterior al palo en el primer cuarto de hora, los azulgrana no habían logrado acercarse a la puerta rival. Pero la gran diferencia de este equipo con el de Rijkaard radica en el gran peso de las jugadas de estrategia. A balón parado, el Barça puede deshollinar partidos bien negros, tal y como ocurrió. Dos córners en dos minutos, y una bocanada de aire redentora. En el primero, Lloris salvó de forma milagrosa un testarazo de Piqué. Nada pudo hacer ya el meta galo ante el saque de esquina posterior, coronado por un cabezazo de Henry tras excelente continuación de un Márquez que rayó a un notable nivel.
Pese a un empate liberador, el Barcelona exhibe demasiados síntomas que provocan la desconfianza. Apenas se le reconoce.