Penya Barcelonista de Lisboa

divendres, de gener 30, 2009

CUARTOS DE COPA DEL REY | BARCELONA 3 - ESPANYOL 2


Algo parecido a la angustia
Bojan, con dos goles, fue el mejor de los azulgrana, que sufrieron en el tramo final
Un Espanyol de suplentes cambió su discurso defensivo y se quedó a un paso de la gesta

Cinco meses después, el Barcelona volvió a conocer esa desagradable impresión llamada sufrimiento, moneda común para cualquier equipo menos para uno que pisa las semifinales de Copa y que además va camino de la leyenda. Con tres goles de renta, sin Puyol atrás, se le aflojaron las piernas con los dos goles del bravucón Espanyol, plagado de suplentes, que cambió su registro ultradefensivo para llevar el pánico hacia Pinto en el cuarto de hora final (3-2).
Va tan sobrado este Barça que cualquier apuro se convierte en noticia. Y más en un derbi que parecía solucionado a falta de media hora, pero con una resolución insospechada, que hizo saltar las alarmas en el Camp Nou. El grupo de Guardiola sólo funcionó a oleadas, hizo caja en el tramo central del partido gracias a Bojan y casi pidió la hora ante el corajudo rival, derrochador de compromiso y escaso de talento.
Los hados, muy de vez en cuando, deparan estos partidos extraños, donde incluso se convocan los espíritus de los ausentes, léase Tamudo. Ya de inicio, había cierto recelo en el barcelonismo a pesar de la indudable diferencia de potencial. Guardiola se quedó en mitad de ningún sitio, reservó a Iniesta y Eto'o, puso a Messi de titular y dejó sin vestir a Henry, Valdés y Abidal. Un mensaje cifrado para su equipo, que tardó un buen rato en rendir a su nivel.
Pochettino, por su parte, reforzó el espíritu de la ida, el mismo del domingo en Valladolid, el de la resistencia a cualquier precio. Eso sí, con caras completamente renovadas, con un once donde sólo repetía Sergio Sánchez, en funciones de tercer central. Intentó elevar dos muros en torno a Cristian Álvarez y buscar la lotería en las contras. La fórmula sirvió media hora, justo cuando su portero, incapaz de sujetar un zurdazo de Sylvinho, dejó un regalo a Bojan, con lazo y todo.
De la goleada al 3-2
La ventaja fue un sedante para el Barça, hasta entonces inusualmente falto de esa precisión que le ha convertido en un equipo único. Las interrupciones visitantes, los pelotazos de Piqué y la escasa participación de Messi ofrecían razones para el sueño 'perico'. Su medular obstaculizaba la circulación de Xavi y Busquets y en el ecuador de la primera parte casi ni había sufrido, salvo un gol de Gudjohnsen anulado por fuera de juego.
Justo entonces desperdició su mejor ocasión, como ya lo hizo Drenthe en esa misma portería, con una contra de dos contra nadie que Jonathan envió a la grada. Susto de impresión para un Barça donde ya se tenían noticias de Bojan, que se dejaba caer a la banda derecha, pero que sólo lo intentaba con aventuras individuales de Alves o Hleb.
El 1-0 descompuso al Espanyol, que al poco de volver del descanso ya temía la goleada. Bojan volvió a aprovechar las facilidades para repetir con un precioso toque ante Álvarez y Piqué se estrenó como goleador azulgrana. Todo apuntaba hacia otro festival, pero el Espanyol no iba a entregar la bandera con esa facilidad.
Un afortunado remate de Coro y la falta de reflejos de Pinto ante un lejanísimo intento de Callejón cargaron de electricidad la noche. Buscó el Espanyol el empate, con más entusiasmo y patadas que fútbol, explotó las dudas defensivas de Guardiola y rozó la gesta. Buenas razones para marcharse con la cabeza alta. Insuficientes para frenar a un Barcelona en tono menor, que comprobó en propias carnes los riesgos de la relajación.