Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, de desembre 21, 2008

La Liga muerta




21 de diciembre.- La Liga ha muerto. ¡Viva la Liga! Decía Charles Dickens que lo humano era conocer el caído, no el ganador. Es bonito, poético. Pero desprecio especular quien caerá al pozo de la Segunda y quien será el segundo del campeonato. Me parece despreciable.
El Barcelona se ha reído de todos sus enemigos, incluso de los grandes. Es decir, de los aspirantes al segundo puesto. Se rió del Atlético en su campo. Goleó al Sevilla, en propio campo. Volvió a ejercer la burla frente al Valencia. Sentenció al Madrid medroso en los últimos minutos y dinamitó en su propio feudo a un Villarreal, que al menos trataba de emularle por juego, por toque.
¿Qué nos queda? Me parece que un largo, tortuoso y humillante paseo de un Barcelona intratable, seductor, imparable, que contesta con bofetadas ya bien sean de Eto'o o de Messi e incluso de Henry, que parece que ha olvidado su divorcio de seis millones de libras esterlinas.
Su peor enemigo, enfrente, trata de elucubrar con maniobras disuasorias. Cortinas de humo, como el fichaje de Diarra II. Creo que la risotadas de los propietarios del Portsmouth se oyen hasta en el Bernabéu. 20 millones por un 'gorila' futbolístico —perdón por la expresión— parecen 20 millones de risas del diablo.
En lugar de fichar a Messis, el Madrid, con 'Rasputín' Mijatovic y Bucero 'el futbolero' nos ofrecen dos Diarras. Es tan perpléjico, surrealista y ridículo que hará bien el madridista en perseguir a Calderón como si fuera el Madoff futbolístico que estafó al universo blanco.
Y aún hay más. Guardiola ha hecho un equipo que me asombra por su condición física, por su fútbol, por su estrategia, por su hambre futbolística. Lo de menos son los 10 puntos que lleva al Sevilla, con el torpe Jiménez en su capitanía, los 12 al Madrid de equipo pequeño de Juande. Lo insultante es su aplastante superioridad. Como si todos fueran equipillos, comiendo en su mano, como pececitos en la pecera.
Por eso no me gusta la prosa victoriana de Dickens. El mundo suele estar interesado por el más fuerte. Nos importa un pito quien va a quedar segundo.