Penya Barcelonista de Lisboa

dimarts, de desembre 11, 2007

No te escaquees, Ronaldinho


Rijkaard está harto

Las ovejas negras, Roberto de Assis, su suplencia y, ahora, un entrenamiento movido. El ‘10’ siempre es protagonista, para lo bueno y para lo malo . Y ayer no pudo evitar reaccionar al ver el ‘pasotismo’ de Ronaldinho durante el entrenamiento. La suplencia que tuvo que vivir ante Espanyol y Olympique de Lyon parecían haberle sentado bien durante el encuentro liguero ante el Deportivo. Al menos, en lo que a lanzamientos de penalty se refiere y, también, a actitud sobre el terreno de juego. El brasileño, aunque sólo logró irse una vez de su marcador, Manuel Pablo, intentó alguna jugada de mérito que el público culé agradeció con aplausos. Los aficionados se lo perdonan casi todo, aunque la paciencia tiene un límite. Incluso la de Frank Rijkaard, que ayer dijo basta y no pasó por alto el desplante de, como dice Laporta, “una de las referencias” de su plantilla.El entrenamiento de ayer fue suave, como suele suceder la jornada después de un partido. Todos los jugadores que estaban en plenas condiciones salieron al césped de La Masia para empezar a preparar el partido de mañana miércoles ante el Stuttgart. Sólo se quedaron dentro Abidal, con gastroenteritis, Touré, con sinusitis y dolor de cabeza, Zambrotta, que, como es habitual, se somete a un tratamiento especial postpartido, y Oleguer, recuperándose de su lesión. Henry trabajó aparte, junto a Juanjo Brau. El resto se puso a las órdenes del técnico holandés. No faltaron los rondos, un calentamiento y un poco de carrera continua. Algo suave. Los cuatro defensas que jugaron ante el Deportivo, sin contar con el mencionado lateral italiano, se fueron marchando paulativamente antes que el resto de sus compañeros. Los demás iban acabando sus ejercicios y también enfilaron el camino de los vestuarios. Fue en uno de esos momentos cuando Rijkaard llamó la atención de Ronaldinho.El brasileño dejaba el entrenamiento acompañado de Leo Messi, con quien dialogaba amigablemente. Frank consideró que, o no había puesto la intensidad necesaria durante la sesión, o se había olvidado de acabar su ejercicio. Más bien lo segundo.Guerra psicológicaEl caso es que el técnico llamó al futbolista para que finalizase todo el trabajo, pero Ronaldinho, ni caso. A lo suyo. Siguió caminando hacia la puerta de salida del terreno de juego de La Masia como si escuchara llover. Y los gritos de Rijkaard no eran de agua. Fue una guerra psicológica entre el entrenador y el futbolista, con la prensa por testigo. Nadie quería dar su brazo a torcer: uno, con la voluntad de que su pupilo volviera atrás; el otro, con la intención de hacer oídos sordos y acabar con la insistencia de su entrenador. Pero, al final, Rijkaard impuso sus galones y acabó logrando que el brasileño, obligado, no tuvo más remedio que dar vuelta atrás y realizara el último ejercicio, como todos los demás.La historia no acabó ahí. Ronaldinho volvió para acabar el entrenamiento, pero no a cualquier precio. El futbolista se dedicó a trabajar con desidia y a emplear la ley del mínimo esfuerzo. Su objetivo no era otro que el de completar la serie y marcharse al vestuario. Frank Rijkaard volvió a dejarlo en evidencia y, al ver su pasotismo, corrió tras él hasta alcanzarlo y acompañarle cogiéndole del brazo para que aumentara la intensidad. El ‘10’ lo hizo a regañadientes y acabó el ejercicio sin ganas. Antes de marcharse, el último –a falta de conocer el epílogo– capítulo de la historia: Ronaldinho se quedó al lado de la portería esperando, esta vez sí, que Frank Rijkaard le diera permiso para abandonar el entrenamiento y poder dirigirse a la ducha. El técnico holandés no quiso dejar pasar la pataleta al brasileño. Quizás el problema es que estaba demasiado mal acostumbrado y tenía unos hábitos adquiridos que, hasta ayer, habían pasado por alto los miembros del cuerpo técnico. Rijkaard sigue buscando la manera de que Ronaldinho reaccione. Pero sus voces son gritos en el desierto. Lo ha intentado de todas formas. Una veces con declaraciones elogiando su papel en el equipo, a ver si se animaba. Otras, dejándolo en el banquillo, como ante el Lyon y, sobretodo, el Espanyol. Y la de ayer, seguramente la penúltima, haciendo público un conflicto que hubiera pasado inadvertido para todo el mundo si el holandés no hubiera intervenido para hacer volver a Ronaldinho al entrenamiento. El técnico pudo mirar hacia otro lado, pero prefirió hacer público que el brasileño no se entrena. Fue su manera decir que ya no le pasa una. Que quien manda es él y que está harto de actitudes como la suya. El problema es que Frank Rijkaard, pese a su buena intención, puede haber llegado ya demasiado tarde.