Iniesta, dulce como nunca. EL PAIS.com
Iniesta, dulce como nunca
El azulgrana ha jugado como titular todos los partidos del torneo y lleva seis goles, su mejor registro en Primera
El azulgrana ha jugado como titular todos los partidos del torneo y lleva seis goles, su mejor registro en Primera
Le preguntaron a Frank Rijkaard por el juego de Andrés Iniesta cuando el de Fuentealbilla era un suplente de lujo del Barça que aprovechaba los minutos como podía. Y el holandés la clavó: "Juega al futbol repartiendo caramelos", respondió el entonces entrenador azulgrana. Los medios británicos, tan dados a buscar apodos a los futbolistas, tardaron un suspiro en bautizarle: le llamaron Sweet. O sea, Dulce. Iniesta parece empeñado en darles la razón. Cada día su futbol es más dulce sencillamente porque juega más y mejor que nunca. "Estoy disfrutando", reconoció tras el partido de anoche.
Por vez primera desde que llegó al primer equipo, Iniesta ha jugado como titular los 19 partidos de la Liga. O sea, toda la primera vuelta. De hecho, lleva 28 desde que comenzó el curso y solo dos los ha empezado en el banquillo y únicamente se ha perdido el último de la Champions y uno de la Copa del Rey. Superados los problemas físicos, compensada definitivamente su musculatura, de su supuesta fragilidad no queda ni el recuerdo.
Si su organismo funciona con la precisión de un reloj suizo, su importancia en el juego azulgrana es más determinante que nunca. La llegada de Villa ha permitido a Pep Guardiola encajarlo definitivamente como interior, en el carril del 10. Siempre fue su sitio preferido, pero, llevados por las necesidades, primero Rijkaard y después Guardiola le usaron mucho como extremo. Eso, para el de Santpedor, es a estas alturas tan solo un recurso muy puntual y el manchego lo agradece. Siempre le gustó jugar ahí, dando salida al mediocentro y cerca del área. Además, desde que comenzó el curso, cuando no es Villa quien abre el campo, aparece Abidal por la banda. Así, tiene pase y llegada y su dulzura se convierte a menudo en un veneno mortal. La autoridad de su fútbol se traduce en goles con una facilidad tal que lleva seis. Justamente los que logró en la temporada 2006-2007, pero en 37 partidos.
Iniesta, que venía de marcar un solo gol en los 29 partidos de la Liga que jugó la temporada pasada, llegó a Santander para disputar el primer partido de esta Liga y abrió el marcador de un partido que terminó ganando el Barça por goleada (0-3). Ayer, en el último encuentro de la primera vuelta, fue él, otra vez, quien abrió la lata contra el Málaga. "Un buen gol", definió Andoni Zubizarreta el zapatazo del volante desde la media luna del área. "Esto del gol va como va. Otras veces le pegas igual, pero da en el palo y sale fuera. Nunca sabes", advirtió Iniesta, que no pudo ocultar que le gusta: "Por mi posición, siempre he dicho que tenía que marcar más goles y ahora los estoy consiguiendo".
Más allá de resultar determinante en la jugada del primer gol, Iniesta fue decisivo en los otros tres que marcó el Barça: en la jugada del segundo, arrastró a un central para facilitar la línea de pase de Messi a Villa, protagonizó la jugada que terminó convirtiendo Pedro en el tercero y luego e dio un pase de escuadra y cartabón al Guaje adivinando el espacio y la llegada de su compañero, esta vez entrando desde el carril del 8. La victoria, unida al empate del Madrid, deja al equipo de José Mourinho a cuatro puntos. Iniesta lo tiene claro. "Es anecdótico", dijo.
Más allá de su participación en los goles, el volante apenas perdió el balón; acertó en los pases, 79, tercero del equipo por detrás de Xavi y Busquets, y se ofreció, presionó, tocó y robó con idéntica intención. "La clave está en la intensidad. Mientras salga al campo, lo haré dispuesto a presionar para recuperar el balón", destacó ayer, convencido de que el fútbol tiene dos fases y las dos se han de llenar.
Iniesta lo está haciendo. Juega cada vez mejor y lo sabe, aunque le cueste reconocerlo y se muestre cauto. "Estoy contento", dice. Pero el púbico es soberano y se deleita con cada caramelo que reparte el dulce Iniesta. Por eso, cuando fue sustituido por Guardiola para dar entrada a Afellay, los 70.000 aficionados presentes en el Camp Nou se rindieron a su grandeza coreando su nombre. "Lo agradezco. Trabajamos para eso. Para disfrutar jugando como estamos jugando y sobre todo para hacer disfrutar a la gente", razonó ese al que llaman Sweet y con razón.
Por vez primera desde que llegó al primer equipo, Iniesta ha jugado como titular los 19 partidos de la Liga. O sea, toda la primera vuelta. De hecho, lleva 28 desde que comenzó el curso y solo dos los ha empezado en el banquillo y únicamente se ha perdido el último de la Champions y uno de la Copa del Rey. Superados los problemas físicos, compensada definitivamente su musculatura, de su supuesta fragilidad no queda ni el recuerdo.
Si su organismo funciona con la precisión de un reloj suizo, su importancia en el juego azulgrana es más determinante que nunca. La llegada de Villa ha permitido a Pep Guardiola encajarlo definitivamente como interior, en el carril del 10. Siempre fue su sitio preferido, pero, llevados por las necesidades, primero Rijkaard y después Guardiola le usaron mucho como extremo. Eso, para el de Santpedor, es a estas alturas tan solo un recurso muy puntual y el manchego lo agradece. Siempre le gustó jugar ahí, dando salida al mediocentro y cerca del área. Además, desde que comenzó el curso, cuando no es Villa quien abre el campo, aparece Abidal por la banda. Así, tiene pase y llegada y su dulzura se convierte a menudo en un veneno mortal. La autoridad de su fútbol se traduce en goles con una facilidad tal que lleva seis. Justamente los que logró en la temporada 2006-2007, pero en 37 partidos.
Iniesta, que venía de marcar un solo gol en los 29 partidos de la Liga que jugó la temporada pasada, llegó a Santander para disputar el primer partido de esta Liga y abrió el marcador de un partido que terminó ganando el Barça por goleada (0-3). Ayer, en el último encuentro de la primera vuelta, fue él, otra vez, quien abrió la lata contra el Málaga. "Un buen gol", definió Andoni Zubizarreta el zapatazo del volante desde la media luna del área. "Esto del gol va como va. Otras veces le pegas igual, pero da en el palo y sale fuera. Nunca sabes", advirtió Iniesta, que no pudo ocultar que le gusta: "Por mi posición, siempre he dicho que tenía que marcar más goles y ahora los estoy consiguiendo".
Más allá de resultar determinante en la jugada del primer gol, Iniesta fue decisivo en los otros tres que marcó el Barça: en la jugada del segundo, arrastró a un central para facilitar la línea de pase de Messi a Villa, protagonizó la jugada que terminó convirtiendo Pedro en el tercero y luego e dio un pase de escuadra y cartabón al Guaje adivinando el espacio y la llegada de su compañero, esta vez entrando desde el carril del 8. La victoria, unida al empate del Madrid, deja al equipo de José Mourinho a cuatro puntos. Iniesta lo tiene claro. "Es anecdótico", dijo.
Más allá de su participación en los goles, el volante apenas perdió el balón; acertó en los pases, 79, tercero del equipo por detrás de Xavi y Busquets, y se ofreció, presionó, tocó y robó con idéntica intención. "La clave está en la intensidad. Mientras salga al campo, lo haré dispuesto a presionar para recuperar el balón", destacó ayer, convencido de que el fútbol tiene dos fases y las dos se han de llenar.
Iniesta lo está haciendo. Juega cada vez mejor y lo sabe, aunque le cueste reconocerlo y se muestre cauto. "Estoy contento", dice. Pero el púbico es soberano y se deleita con cada caramelo que reparte el dulce Iniesta. Por eso, cuando fue sustituido por Guardiola para dar entrada a Afellay, los 70.000 aficionados presentes en el Camp Nou se rindieron a su grandeza coreando su nombre. "Lo agradezco. Trabajamos para eso. Para disfrutar jugando como estamos jugando y sobre todo para hacer disfrutar a la gente", razonó ese al que llaman Sweet y con razón.
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