EL BARCELONA GANÓ CON COMODIDAD AL HÉRCULES (0-3) Y SIGUE INTRATABLE
El sermón de cada fin de semana
El Barcelona suma y sigue. El conjunto azulgrana se paseó por el Rico Pérez y en su visita recogió su decimoquinta victoria consecutiva para meter aún más presión al Madrid. Pedro y Messi, en dos ocasiones, pusieron los goles y repitieron el discurso de cada jornada (toque, toque y más toque) con una conclusión evidente: liderato incontestable.
Lo del equipo de Guardiola es una homilía sin derecho a réplica. Ver a los azulgrana es como acudir a misa los domingos. Las mismas disertaciones de Xavi, las heroicas carreras de Pedro y los milagros de Messi. Son, de momento, los quince sacramentos del Barça. Al rival, en este caso el Hércules, sólo le queda sentarse a escuchar y convencerse de la oratoria.
Ver a los azulgrana es como acudir a misa los domingos. Las mismas disertaciones de Xavi, las heroicas carreras de Pedro y los milagros de Messi.
A veces cuesta más, otras incluso se sufre, pero la sensación siempre es la misma: no hay por donde meterle mano a este Barça. El Hércules optó, esta vez, por juntar líneas, adelantarlas ligeramente y presionar en su propio campo. Salió relativamente bien. El Barcelona no fue tan profundo y vertical como en otras ocasiones y tampoco acribilló a los de Esteban Vigo.
Pero con aguantar no basta. También hay que asustar. Y el Hércules, salvo en una ocasión de Trezeguet, nunca estuvo en disposición de ello. Las distancias siempre fueron mínimas pero inalterables. Los alicantinos fueron incapaces de encadenar dos o tres acciones para agobiar a los de Guardiola. Ni siquiera tuvo esos arreones característicos del equipo local, movidos por la emoción y el empuje.
La aparición de Pedro
Así que al Barça le bastó con esperar. A un disparo de Villa, una acción de Messi, un pase de Xavi...pero esta vez fue Pedro, ascendido por su actual oportunismo en el escalafón azulgrana. Previa asistencia del '6', el tinerfeño fusiló a Calatayud al filo del descanso.
Fue el premio justo al dominio poco incisivo de los chicos de Guardiola. El final de un primer acto lógico y previsible. Y dentro de esa 'normalidad', quede dicho, habría entrado un intento pasional del Hércules por volver al partido. No hubo ni siquiera indicios de ello tras el descanso.
A pesar de la incandescencia de Villa, del desacierto de Messi (algunos dirán ¡menos mal que no tuvo su día!) o de la poca llegada de Iniesta, los tres puntos nunca peligraron. Y no lo hicieron porque el balón fue por y para el Barça. Posesiones infinitas y tranquilidad absoluta ante las que el Hércules vivió resignado.
Sólo un hecho alteró la plácida e inofensiva tarde en el Rico Pérez. Y para más inri, para desgracia de los locales. La entrada de Farinós pasó de buena noticia para el fútbol a un lastre para los alicantinos en 16 minutos. Los que tardó en ganarse dos justísimas tarjetas que dejaron a los de Esteban Vigo con diez.
La ocasión la pintaban calva así que Messi se espabiló y sacó de un choque gris, a nivel individual, un jugoso doblete para que Cristiano ya note su aliento en la carrera hacia el Pichichi. Porque en la de la Liga, es el Barça el que lleva ventaja.
El Barcelona suma y sigue. El conjunto azulgrana se paseó por el Rico Pérez y en su visita recogió su decimoquinta victoria consecutiva para meter aún más presión al Madrid. Pedro y Messi, en dos ocasiones, pusieron los goles y repitieron el discurso de cada jornada (toque, toque y más toque) con una conclusión evidente: liderato incontestable.
Lo del equipo de Guardiola es una homilía sin derecho a réplica. Ver a los azulgrana es como acudir a misa los domingos. Las mismas disertaciones de Xavi, las heroicas carreras de Pedro y los milagros de Messi. Son, de momento, los quince sacramentos del Barça. Al rival, en este caso el Hércules, sólo le queda sentarse a escuchar y convencerse de la oratoria.
Ver a los azulgrana es como acudir a misa los domingos. Las mismas disertaciones de Xavi, las heroicas carreras de Pedro y los milagros de Messi.
A veces cuesta más, otras incluso se sufre, pero la sensación siempre es la misma: no hay por donde meterle mano a este Barça. El Hércules optó, esta vez, por juntar líneas, adelantarlas ligeramente y presionar en su propio campo. Salió relativamente bien. El Barcelona no fue tan profundo y vertical como en otras ocasiones y tampoco acribilló a los de Esteban Vigo.
Pero con aguantar no basta. También hay que asustar. Y el Hércules, salvo en una ocasión de Trezeguet, nunca estuvo en disposición de ello. Las distancias siempre fueron mínimas pero inalterables. Los alicantinos fueron incapaces de encadenar dos o tres acciones para agobiar a los de Guardiola. Ni siquiera tuvo esos arreones característicos del equipo local, movidos por la emoción y el empuje.
La aparición de Pedro
Así que al Barça le bastó con esperar. A un disparo de Villa, una acción de Messi, un pase de Xavi...pero esta vez fue Pedro, ascendido por su actual oportunismo en el escalafón azulgrana. Previa asistencia del '6', el tinerfeño fusiló a Calatayud al filo del descanso.
Fue el premio justo al dominio poco incisivo de los chicos de Guardiola. El final de un primer acto lógico y previsible. Y dentro de esa 'normalidad', quede dicho, habría entrado un intento pasional del Hércules por volver al partido. No hubo ni siquiera indicios de ello tras el descanso.
A pesar de la incandescencia de Villa, del desacierto de Messi (algunos dirán ¡menos mal que no tuvo su día!) o de la poca llegada de Iniesta, los tres puntos nunca peligraron. Y no lo hicieron porque el balón fue por y para el Barça. Posesiones infinitas y tranquilidad absoluta ante las que el Hércules vivió resignado.
Sólo un hecho alteró la plácida e inofensiva tarde en el Rico Pérez. Y para más inri, para desgracia de los locales. La entrada de Farinós pasó de buena noticia para el fútbol a un lastre para los alicantinos en 16 minutos. Los que tardó en ganarse dos justísimas tarjetas que dejaron a los de Esteban Vigo con diez.
La ocasión la pintaban calva así que Messi se espabiló y sacó de un choque gris, a nivel individual, un jugoso doblete para que Cristiano ya note su aliento en la carrera hacia el Pichichi. Porque en la de la Liga, es el Barça el que lleva ventaja.
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