Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, de setembre 27, 2009

Barça bueno, Barça malo. Laporta tiene un nombre gracias al Barça; antes de ser presidente no era nadie


Barça bueno, Barça malo
Laporta tiene un nombre gracias al Barça; antes de ser presidente no era nadie

Dagoberto Escorcia/La Vanguardia


Los últimos acontecimientos ocurridos en el Futbol Club Barcelona acaban de confirmar que en la entidad conviven un Barça bueno y un Barça malo. El primero lo lidera Pep Guardiola; el segundo Joan Laporta. Guardiola cogió ese equipo en la más absoluta bancarrota mental, con la afición deseando no ver a sus estrellas. Supo reflotarlo, pero, sobre todo, instaló en el vestuario un lenguaje llano y sencillo, sin retórica, contundente, clarificador ante las dudas, un lenguaje propio, respetable, nada prepotente.
Guardiola también ha hecho un equipo admirable, ha aplicado y mejorado la filosofía de Johan Cruyff en el vestuario. Hoy es el estilo Guardiola el que contagia y es elogiado por afamados técnicos del mundo. Todos quisieran jugar como el Barça y para los aficionados es un orgullo tener un equipo tan espectacular como este. Guardiola es exigente y tiene algo que lo diferencia de muchos otros técnicos y de muchas otras personalidades que trabajan en el Barça. Es un hombre del club, trabaja para la entidad, siente, piensa y mira por el socio y por el peñista, sabe lo que hace daño a la entidad. Guardiola no necesita del club para ser grande pero el club sí que lo necesita a él.

En el otro lado está el Barça malo, el que dirige Joan Laporta.

Él ha adquirido notoriedad en la sociedad catalana y tiene un nombre gracias al Barça. Antes de ser presidente del Barça, Laporta no era nadie. Laporta y sus adláteres necesitan al club para ser grandes. Laporta está aprovechando los éxitos del club para hacer y deshacer. "Pit i collons", su frase predilecta, es la que aplica ahora. Le importa todo un bledo. Ya sobrevivió a otros disparos. Se cree el mejor por los éxitos que le avalan como el presidente que mejores resultados ha obtenido en la historia. Pero si Guardiola también hiciera lo mismo y no pensara en el club habría renovado ya, y no por una cantidad irrisoria, sino que hubiera podido pedir la caja del club y Laporta se la habría dado en honor a lo que defiende, "somos los mejores".

Pero Guardiola, a diferencia del presidente, y del mismo director general, Joan Oliver, alabado y defendido a muerte por Laporta, no ha aprovechado el éxito para abusar del club. Quiere lo justo, es feliz con lo que le paga el Barça, no se quiere aprovechar, disfruta con ser útil para el club. Laporta no. Hoy desea renovar a Oliver de por vida. El presidente cree que se ha exagerado el tema de la auditoría de seguridad o del informe de riesgos que Joan Oliver ejecutó, y por eso apoya a su director general. Le honra ser amigo de sus amigos.

Pero resulta una desfachatez echar las culpas a un enemigo exterior cuando el lío lo armaron dentro. Hubo un tiempo en el que Laporta se tenía que cuidar de eso, ahora no. Ahora ya no es el enemigo. Ha cumplido una labor en el Barça y ojalá saliera bien del club. Pero la realidad es que esos informes, sean de seguridad, de riesgos o lo que sea, los encargaron Oliver y Laporta.

Suerte tiene el Barça que Guardiola ha dicho que el equipo no se verá afectado por el tema. Y suerte tiene Laporta de que no exista un Elefant Blau ahora, porque habría que ver la que hubiera armado si Núñez hubiera encargado una auditoría de seguridad sólo para saber con quién estaba liado él. Suerte tiene la afición del Barça que dentro de poco puede elegir presidente entre los que hace tiempo vieron el lado oscuro de Laporta y se fueron, y los que dejan y permiten que se les investigue, los mismos que llevan cinco meses sonriendo en el palco al presidente, los mismos que se dicen democráticos y permiten que se instale un estado policial en el club.