Penya Barcelonista de Lisboa

dijous, d’abril 30, 2009

Escribe Perarnau: El milagro como concepto futbolístico


Escribe Perarnau: El milagro como concepto futbolístico
El Barça, el Atlético o el Liverpool tienen un estilo de juego, pero en la actualidad ¿cuál es la idea futbolística del Madrid?

Por definición, un milagro es algo extraordinario, un fenómeno singular que no admite repeticiones sucesivas. Salvo en el Madrid, donde el milagro es el pan de cada día y ha perdido su singularidad hasta transformarse en concepto futbolístico. Puede sonar extraño, pero el fútbol se compone de ideas. La del Barça es la que un día enseñó Cruyff: mimar el balón, mantener la posición, combinar al primer toque, mover rápido el cuero, siempre atacar. Te pueden marcar un gol, pero tú siempre marcarás uno más que el contrario. La idea del Atlético de Madrid desde la prehistoria consiste en el contragolpe. La del Liverpool es el ‘passing game’, ahora retranqueado con la sobriedad defensiva y la excelencia táctica. Pero, ¿cuál es la idea futbolística del Madrid? Pensamos en Di Stéfano, Puskas y Gento y el recuerdo es el del aplastamiento de los rivales gracias a una superioridad manifiesta. Nos centramos en la Quinta del Buitre y aquello huele a talento en estado puro. Hablamos de los ‘galácticos’ y estamos frente a un ramillete de estrellas. Pero, insisto, ¿qué concepto futbolístico pervive en el Madrid, transmitiéndose de generación en generación? Dicho de otro modo: ¿a qué juega la cantera blanca?No hay respuesta. Unos hablarán de talento individual; otros, de fe y ambición: del indesmayable coraje madridista; algunos, del valor sobrenatural de la camiseta blanca. Pero no aparece la respuesta futbolística. No encontramos ningún concepto en la base del juego, como no sea apretar los dientes, cerrar los puños y tirar p’alante. Muy racial, pero sin más argumentos sólidos. Los resultados retroalimentan las tesis milagreras: el Madrid gana un título y dejan de importar las causas y los porqués, ni siquiera que el modelo sea insostenible, que la afición murmure y resople ante el juego del equipo o algunos jugadores maldigan vivir colgados permanentemente del chute de adrenalina.

EL DESPERDICIO DE LA CANTERA

No hay respuesta porque no hay concepto. El Madrid es un equipo sin idea futbolística a partir de la que expandirse. Le mueve el ansia de ganar: la competitividad. En eso es un prodigio mundial. Pero no ha construido argumentos sobre los que asentar dichas ansias de victoria. Acudir a Valdebebas provoca cierta sorpresa si uno pretende encontrar ese estilo que define a los grandes equipos. Podíamos pensar que las categorías inferiores destilan todas una misma idea común, un modelo grabado en el mármol de la cantera sobre el que edificar el futuro. Pero no es así. Pasan los técnicos y los presidentes, pero nadie ha logrado explicar todavía a qué debe jugar el Madrid, desde los alevines hasta la élite.De mayo a octubre, Valdebebas es el horno de una pizzería. Pura meseta derretida bajo el sol infernal de los días madrileños. Pero de noviembre a marzo el frío que azota los campos de entrenamiento es siberiano. Viento gélido llegado directamente de la sierra, ideal para curtir a jóvenes y mayores, para estimular ese coraje blanco que les permite pelear el último minuto como si fuera el primero. Pero esas temperaturas extremas propician lesiones, cargan los músculos y escenifican un escenario quizás equivocado: perfecto para crear gladiadores espartanos; complicado para construir futbolistas del futuro. Y por ahí se dilapida la cantera. Como recordaba Ramón Calderón intentando maltratar a Míchel, por el filial circulaban hace apenas tres años un puñado de excelentes futbolistas: Mata, Arbeloa, Granero, De la Red, Negredo, Borja Valero, Filipe, Soldado, Jurado, Cobeño... De todos ellos, sólo De la Red sigue en las filas blancas y porque fue refichado del Getafe. En las tres últimas temporadas, 43 jugadores de la cantera han abandonado el Madrid para nutrir otros equipos. Una cifra enorme, con bastantes perlas de alto nivel, pero ninguna incorporación al primer equipo, pues el club contempla la cantera únicamente como un medio para obtener ingresos extras. ¿Ninguno de ellos servía para el primer equipo? ¿Los extranjeros fichados son mejores que todos ellos? ¡Qué difícil resulta ser canterano en el Madrid!

125 MILLONES POR TITULO

Cerrada la vía de incorporar canteranos, el Madrid emprendió una huida intempestiva por el pozo sin fondo de los fichajes. Seguramente no tuviera nada que ver el hecho de que subir un canterano al primer equipo no genera comisiones, pero lo indudable es que en una década se han gastado 750 millones de euros, una cifra colosal que para quien no alcance a dimensionar traduciré en pesetas: más de 125.000 millones, una fortuna que le ha permitido ganar cuatro Ligas y dos Champions en estos diez años, en cuyos cinco últimos ha caído invariablemente en los octavos de final europeos. Cada uno de esos seis títulos le ha costado al club una media de 125 millones de euros en fichajes.Con semejante dispendio no puede sorprender que la filosofía futbolística del equipo se resuma en el milagro semanal. Si no hay concepto de juego, ni renovación desde la cantera y se ficha como quien respira, sólo queda apelar perpetuamente a la épica heroica, a la raza y el coraje, a la fe y la ambición, características todas ellas emocionales, epidérmicas, intangibles. El rascacielos blanco se asienta, así, en sentimientos y pasiones pero no en fundamentos sólidos, físicos ni siquiera racionales o conceptuales. Exaltado y agitado, el Madrid se asemeja a una religión poderosa, pero se aleja de un equipo de fútbol. Vive agarrado al perpetuo milagro, enganchado al santo rosario de San Raúl goleador. La camiseta, el escudo y la fe: santísima trinidad blanca.