Cuando el Camp Nou se entrega a un lateral derecho
Cuando el Camp Nou se entrega a un lateral derecho
Y eso que al llegar al Barça, contestado y cuestionado por ser caro (29.5 millones de euros más seis opcionales pagaron por él), dijo que nunca volvería a ser el Alves del Sevilla. No se equivocó. Tenía razón.
Es ya mucho mejor jugador que aquel lateral derecho que cabalgaba majestuoso por la pradera del Sánchez Pizjuán.
Ayer, y tras sumar su tercer gol en la Liga, el Camp Nou se rindió al extrovertido y deslumbrante defensa que se ha ganado definitivamente el respeto del público. No solo por lo que corre ni por los balones que roba.
Ni siquiera porque Alves forma, junto a Messi, la mejor banda derecha del mundo. Intimida solo verlos en el campo. Con el balón en los pies, ambos asustan.
Lo mejor de Alves, y mira que tiene cosas buenas, no es como defiende --en teoría es un lateral derecho, ¿pero alguien se lo cree?--, sino como ataca. Hasta en dos ocasiones, el Camp Nou coreó ayer su nombre. La primera y la segunda con toda justicia.
Cuando firmó un gol digno de Messi, el estadio se arrodilló. Tal cual. Él robó la pelota, él regateó dentro del área como un virtuoso y soltó un derechazo imponente que rompió la red del Sporting. Después, el culé, acostumbrado a aplaudir a las grandes estrellas, se volcó con un defensa.
Y cuando Guardiola lo sustituyó en los minutos finales, atronaron los gritos de "¡¡Alves, Alves!!"". Lógico. Si buscan un lateral derecho con tres tantos y siete asistencias de gol en la Liga, vengan.
Es Alves.
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