Penya Barcelonista de Lisboa

dimarts, de maig 13, 2008

La liquidación de la plantilla del Barça se complica por los contratos


La liquidación de la plantilla del Barça se complica por los contratos

Ni el peor enemigo de la junta directiva del Barça habría elaborado un guión más cruel. Con el Camp Nou en llamas, con el equipo roto, con el futuro incierto, el equipo de gobierno de Joan Laporta está en la tesitura de trabajar contra reloj para afrontar la limpieza de una plantilla en la que paradójicamente sólo cinco componentes terminan contrato y ninguno de ellos es un peso pesado. Es verdad que el Barcelona tiene todo el verano por delante para presentarle al público un equipo renovado e ilusionante, pero también es cierto que la ira de una grada enfadada como pocas veces se ha visto puede empujar al presidente a dar un golpe sobre la mesa en forma de fichajes. Una vez diluido el efecto del anuncio del cambio de técnico para la próxima temporada, una vez no se puede utilizar el señuelo de Pep Guardiola hasta que termine la promoción de ascenso a Segunda B, Laporta se ha quedado sin margen de maniobra y se encuentra ante la obligación de tratar de rebajar la crispación.
El público que acudió el domingo al Camp Nou pidió su marcha una y otra vez, a la par que censuraba a los futbolistas. Como el presidente azulgrana no ha dado señales de que pretenda marcharse cuando aún le quedan dos años de mandato, lo más operativo para el club ahora es ponerse manos a la obra para sacar la escoba. Que al final sean más o menos los que se vayan del club dependerá de tres factores. En primer lugar, de que Txiki Begiristain y Josep Guardiola cuenten con más o menos jugadores. En segundo, de que los señalados para abandonar la casa barcelonista tengan la intención de irse, ya que la mayoría presenta contrato en vigor y cláusulas y sueldos elevados y han manifestado que quieren quedarse, caso de Deco, Eto´o y Henry, aunque habrá que esperar su reacción tras ser acusados por los seguidores. El camerunés estaba ayer muy triste e impotente, según sus allegados. Y la tercera clave es el mercado. Los equipos saben muy bien que el Barça necesita deshacerse de jugadores y desde el club se insiste en que no quieren decir públicamente que habrá una limpieza general para no dar la sensación de que acude a la compraventa de futbolistas en una situación desesperada. Desde el Barça se transmite la idea de que ahora toca callar y actuar sin que tiemble el pulso, pero sin hacer mucho ruido. Defienden que, hoy por hoy, pocas decisiones se podían haber tomado más que el relevo de Rijkaard por Guardiola. Laporta no tiene previsto efectuar declaraciones en los próximos días. Su entorno admite que nunca lo había pasado tan mal, pero incide en que mantiene la serenidad. Mientras, a la secretaría técnica de Txiki Begiristain le encantaría que la operación llegada de futbolistas se pudiera concretar con la diligencia del verano pasado y que en pocas semanas se pudiera cerrar algún fichaje, como el del sevillista Dani Alves o el bielorruso del Arsenal Alexander Hleb. Entonces el Barcelona hizo tres de sus cuatro fichajes en unos pocos días tras el final de la Liga. Con Henry, Abidal y Touré, más el posterior aterrizaje de Milito, el club consiguió apagar la decepción de haber regalado el título al Madrid. Ahora la situación es mucho peor. Tras cuatro pañoladas la directiva es consciente de que no se puede equivocar más, por lo que por un lado se siente apremiada y por el otro no puede perder la cabeza. La escandalera generalizada del domingo fue la que ha dejado más tocada a la junta. Hubo directivos a los que les costó dormir y el desánimo ha empezado a cundir en algunos miembros de la junta. Consideran que lo que ocurrió contra el Mallorca fue desmesurado, que hay demasiada crispación y que para gobernar un club como el Barcelona hace falta buen ambiente, calma y margen, porque si no se dan estos ingredientes es imposible. La junta, faltaría más, respeta la reacción de los aficionados en lo que califica de decepción final para un curso negro. Sin embargo, también piensan en el Barça que las protestas debieron haberse limitado al principio y al final del encuentro para no perjudicar al equipo sobre el campo.