Penya Barcelonista de Lisboa

dilluns, de maig 12, 2008

LOS CULÉS LO TIENEN CLARO


El grito de la afición: “¡Laporta y Txiki, dimisión!”
El último partido en casa fue más movido de lo previsto inicialmente, ya no sólo por el resultado, sino por lo que ocurrió en la zona del antepalco

Joan Laporta volvió a ser uno de los objetivos principales de un grupo de socios enfurecidos. Nada nuevo últimamente en el Camp Nou. Estos ‘socis emprenyats’ ya fueron a ver al presidente en el encuentro ante el Getafe (0-0), repitieron ante el Espanyol (0-0) y, a los que les quedaron fuerzas, muy pocos, acudieron ante el Valencia (6-0). La diferencias con lo de ayer son varias, pero una destaca por encima de las demás, la gran afluencia de gente.No se sabe si fue porque era el último encuentro en casa de la temporada, o si la razón es que el aficionado, como Rijkaard, no puede soportar más esta agonía, pero medio millar de personas acudieron ayer al antepalco e, incluso, muchas se quedaron fuera, en la esplanada, puesto que no cabían todas dentro. La otra gran diferencia es que los Boixos ya no son los únicos que protestan. Ayer también podían verse niños con globos, abuelos con bastones y padres con jersey Ralph Lauren al cuello. Un grupo heterogéneo con ganas de gritar a aquellos que quieran oír su queja.Fue una protesta enérgica, pero pacífica. Ni bengalas ni cristales rotos. El despliegue policial, el mismo que estaba previsto para el Barça-Valencia, fue una manera de disuadir a aquellos que quisieran utilizar la fuerza. No fue el caso ayer. Pero no faltaron cánticos, algunos recurrentes, como “embaucadores” o “al loro” y otros con algo más de mala leche, como “¿dónde está el ordenador?”. Ninguno de ellos seguramente hizo gracia a Joan Laporta, pero mucho menos el que le recordaba que, en las próximas elecciones, el que decida continuar con su gestión al frente del club, tendrá en las urnas un contrincante de peso (“Rosell, president”). Este centenar de socios y aficionados también se acordó de Rijkaard, al que le daban las gracias en una pancarta (“Gracias Frank, Laporta fot el camp”). Otras eran más ingeniosas (“Laporta, vete de compras al Ikea, el Barça no es la república independiente de tu casa”).Algún directivo fue valiente, como Xavier Sala i Martin, que salió del palco, se mezcló con los protestantes y se marchó para casa. No pasó nada, lógicamente. Las críticas no estaban dirigidas hacia su persona. Poco a poco la manifestación espontánea fue disolviéndose. Quedaron unos diez o quince protestantes que aún tenían fuerzas para seguir gritando hasta que, ya afónicos, prefirieron enfilar el camino hacia sus respectivos hogares. Laporta, por lo menos esta temporada, ya no deberá pasar más por esto. La agonía se acaba y sólo queda una jornada para acabar la temporada, lo que será un respiro para los culés.