LA TEMPORADA AZULGRANA // LA CRISIS CONTINÚA
Despedida de pena
• El Barça encaja otra derrota en el adiós de Rijkaard y el Camp Nou vuelve a sacar el pañuelo
• El Barça encaja otra derrota en el adiós de Rijkaard y el Camp Nou vuelve a sacar el pañuelo
No era el final que merecía Rijkaard, pero el Barça que llevó al éxito le ha acabado condenando y anoche le hizo sufrir un último suplicio, como si no hubiera sido suficiente con todo lo que ha pasado. El Camp Nou volvió a llenarse de pañuelos y de gritos contra Laporta, y en medio de tanto desengaño no hubo hueco para decirle adiós al ténico con el buen estilo que él siempre ha exhibido. Ni siquiera en un momento tan especial, el equipo le correspondió y estuvo a la altura. Se echó a perder ante el Mallorca (del 2-0 al 2-3) y propició que Rijkaard se marchara con la cabeza gacha.Sin nada que decir en la Liga, salvo ir dando pasos atrás --puede acabar cuarto empatado con el Sevilla--, el Barça ha dejado de latir. Está muerto. Y nadie le llora. Los suyos le han abandonado, hartos de tanto desengaño, y algunos solo tienen ganas de escupirle sus reproches. El Camp Nou ofreció ayer una imagen de otros tiempos, con las gradas semivacías (38.200 espectadores), como cuando Laporta estaba al otro lado de la barrera. "El peor castigo que podemos recibir es que la gente se quede en casa, que ya no tenga ni ganas ni esperanza de ver fútbol", admitió Txiki Begiristain.El castigo fue incluso peor. Fue una noche terriblemente cruel, uno de esos días en los que el barcelonismo desata la rauxa y arrasa con todo. Uno de esos días en los que se abren un montón de heridas que no es fácil cerrar, y que dibujan un futuro delicado. Si lo que necesita Pep Guardiola es paciencia, ahora mismo no queda ni una gota. La noche se abrió y se cerró con pañuelos, y con un grupo de aficionados gritando contra Laporta ante el palco.
Pitos a Deco y Etoo
Ayer el presidente recibió ese castigo dos veces. En el Palau y en el Camp Nou. Por más que pudiera celebrar un título, la Copa de Europa de hockey patines, no pudo sentirse compensado en medio de un escenario tan hostil. Desde casi los primeros días, el Palau ha sido territorio comanche para él. El Camp Nou, en cambio, era el paraíso. Ya no. Ha dejado de serlo. Laporta ha perdido el escudo que le había protegido hasta ahora y que durante casi cinco años le había librado de pasar un mal rato en el palco, como lo pasó ayer o hace una semana, al leer y escuchar mensajes que le piden que se vaya."Socis: ens hem enganxat els dits amb Laporta", decía una pancarta, situada en el mismo punto donde en el partido anterior le reclamaban que se dedicara a la política. Pero, a diferencia de lo que ocurrió ante el Valencia, anoche el equipo también pagó sus pecados. La vergüenza del Bernabéu no podía quedar impune. La gente quiso cobrarse esa faena.Y quienes pagaron el precio más alto fueron quienes se borraron de esta cita. Deco y Etoo escucharon lo que nunca habían escuchado. Pitos y más pitos. Un mensaje que puede decidir su futuro. Los culés no olvidan fácilmente. Etoo, tampoco. Cuando marcó el gol, golpeó con rabia el balón y su rostro le delató. Estaba rabioso. Como casi todos los culés. Rijkaard, no. Rijkaard se fue como llegó. En paz.
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