El club de los poetas muertos
El club de los poetas muertos
Martí Perarnau
El Barça es un club con complejo de héroe romántico. Nunca le ha bastado definirse como un club a secas: siempre ha querido ser otra cosa. A veces, a costa de lo esencial. De ahí su amor por la poesía y la retórica, la grandilocuencia y el ensimismamiento, las causas perdidas y la mitología. ¿Más que un club? Seguro que sí. En otras épocas y circunstancias. Pero hoy el mundo discurre por otros caminos y el Barça no se ha enterado, anclado en ese estilo irrenunciable que es un dinosaurio en la era de la agilidad y la energía. El Barça es el héroe romántico que lame sus heridas y glorifica sus penas para convertirlas en himno y bandera. Forma parte de su esencia rememorar casi más las caídas que los triunfos y para ello no faltan poetas y juglares de verbo dulce y pluma etérea que mitifican los tropiezos y endulzan las melonadas.
El Barça es un club con complejo de héroe romántico. Nunca le ha bastado definirse como un club a secas: siempre ha querido ser otra cosa. A veces, a costa de lo esencial. De ahí su amor por la poesía y la retórica, la grandilocuencia y el ensimismamiento, las causas perdidas y la mitología. ¿Más que un club? Seguro que sí. En otras épocas y circunstancias. Pero hoy el mundo discurre por otros caminos y el Barça no se ha enterado, anclado en ese estilo irrenunciable que es un dinosaurio en la era de la agilidad y la energía. El Barça es el héroe romántico que lame sus heridas y glorifica sus penas para convertirlas en himno y bandera. Forma parte de su esencia rememorar casi más las caídas que los triunfos y para ello no faltan poetas y juglares de verbo dulce y pluma etérea que mitifican los tropiezos y endulzan las melonadas.
Pero el fútbol de hoy no admite estas blanduras, sino que premia la dedicación y el esfuerzo. El Barça es un jilguero en mitad de la selva feroz y aún hay quien reclama más posesión, más ronditos y menos entrenamiento. Anclado en los recuerdos de hace quince años, el Barça no es un club de su tiempo. Los jóvenes que llegaron al poder para ordenar la entidad con criterios empresariales son hoy nuevos ricos aburguesados que han aplaudido con descaro la molicie del vestuario, el dolce fare niente y la vida placentera, bendecido todo por el ‘laisser faire, laisser passer’ de su entrenador complaciente, otro héroe romántico, buena persona, pésimo técnico.
El fútbol moderno es competitividad. No se puede ganar todo, aunque se debe trabajar duro para competir por todo. Pero desde Laporta hasta Xavi todos continúan recitando poemas bellos y palabras dulces. Nada apunta a que esto vaya a cambiar radicalmente, pues en el horizonte ya se atisba que en vez de un coach pragmático y profesional aparecerá por el banquillo otro mito, por lo que cabe pensar que este club acabará convertido, esta vez sí, en el club de los poetas muertos.
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