Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, de desembre 16, 2007

El Barça también avasalla al Valencia


Dos goles de Eto'o lanzan al equipo de Rijkaard en un choque en el que se lesionaron Messi y Morientes

El fútbol es un estado de ánimo, dijo el clásico. Y, mientras el Barça parece haber encajado todas las piezas con el regreso de un formidable Eto'o, el Valencia se ha desmembrado por el camino. En un mes y medio fatídico, el conjunto de Koeman ha entrado en la inanidad. No va ni para adelante ni para atrás, sino todo lo contrario. Es un equipo derrotado antes de pisar el campo. Y después, más. Lo mismo que su público, que ya no encuentra ningún motivo para aplaudir y se marcha antes del descanso. Lo hizo ayer y ante el Madrid. Los dos ganaron. Lo mismo que el Espanyol y el Athletic. Cualquier equipo con un mínimo de entidad se impone en Mestalla, tan impenetrable en otros años.

El Valencia sacó la bandera blanca en el primer minuto y sólo esperó que el ogro azulgrana no se ensañara demasiado. El equipo de Koeman se metió atrás y esperó que pasara lo que tenía que pasar. Lo más lógico. Que el Barça, que es ambicioso y tiene estilo e ideas claras, fuera a por el partido. Sin rodeos. Y nadie mejor para esto que Eto'o, uno de los delanteros más concretos, a toda máquina a pesar de regresar de una larga lesión. Anoche dictó una lección de desmarque, verticalidad y calma dentro del área. Mucha calma. La que le permitió parar un servicio de Messi con la izquierda, pasárselo a la derecha y dejar sentados a Marchena y Montoro. Libre de estorbos, encañonó a Cañizares. Un manual de técnica que debería figurar en todas las escuelas de fútbol. El partido acababa de empezar, pero aquello era una bomba definitiva. Sobre todo cuando, poco después, otra vez Eto'o culminó al primer toque, tic, una jugada colectiva.
El Barça prosiguió con su rondo. Márquez ensayó una de sus especialidades: el cambio largo de orientación. Y Xavi otra: el caracoleo infinito. No había tensión. Parecía un entrenamiento hasta que llegaron malas noticias en forma de lesiones. Ambas musculares. Primero cayó Morientes y más tarde Messi, que se rompió el bíceps femoral y estará como mínimo un mes de baja. Se pierde el clásico ante el Madrid. Lesionado Messi, Ronaldinho asomó su dentadura por encima del banquillo por si Rijkaard se animaba y le daba bolilla. No. Salió Giovani.
Llegado uno de los partidos del año, Koeman dinamitó las dos grandes apuestas de su director deportivo, Miguel Ángel Ruiz: Manuel Fernandes y Zigic. No los sacó ni a tiros. Prefirió al joven Montoro en el centro y antes a Morientes que a Zigic en el ataque. Y hasta a Mata. Cualquiera menos los fichajes de Ruiz. A pesar de que Arizmendi no sea delantero centro.
Por mucho que Koeman presuma de que quiere jugar al ataque, con un 4-3-3, le desmiente la realidad. Una cosa es la retórica. Otra, los hechos. Es un equipo más defensivo que nunca. Juega lejísimos de la portería contraria. Y ataca bajo mínimos. Normal, pues, que haya batido su récord de no marcar, que databa de hace 40 años: 580 minutos. En realidad, los números de Koeman son espeluznantes: de ocho partidos, sólo ha marcado en uno (ante el Murcia, 3-0), el único que ha ganado. El holandés ha echado la culpa a los jugadores ("a algunos les falta ilusión"), al director deportivo ("sobran delanteros, sobran zurdos y faltan centrocampistas") y a los preparadores físicos ("estamos mal"). Pero ¿cómo separar la preparación física de la anímica, la técnica y la táctica? Y en todo lo demás tiene una responsabilidad por mucho que sólo lleve un mes y medio en el banquillo. Caso de Silva, al que ha alejado del área siendo irrelevante en el medio del campo.
El Barça se contagió de la desgana del anfitrión y levantó el pie. Todos menos Giovani, que no está para desaprovechar oportunidades. Primero envió un disparo largo y enroscado que salvó Cañizares en la escuadra. Y después regaló el tercer gol a Gudjohnsen.