Johan Cruyff: Gracias por la lección, Villarreal
La derrota del Barça en El Madrigal fue tan clara que dejó a los azulgranas sin excusas. Mejor que fuera tan contundente para aprender la lección y evitar que se repitan tantos errores en el futuro.
No hay racha victoriosa que sea eterna. Porque siempre habrá un día en que volverás a perder. Pero hay formas y formas. Y la derrota del Barça fue de las inapelables. Ni un pero al Villareal. Todo lo contrario. Chapeau para los amarillos, y gracias por la lección. Fue de tal magnitud, que el saco de las excusas acabó vacío. Porque se lo reventaron. Ni ausencias ni cansancio ni virus FIFA ni nada. Mejor así. Si quieres aprender para no recibir un bofetón igual, las cosas, cuanto más claras y evidentes, mejor.
Cuando tu defensa parece de mantequilla, cuando los que corren tras el balón son tus peloteros, cuando arriba todo se resume al "yo solo contra el mundo" de Leo Messi, es que ha habido una disfunción como equipo de muy señor mío. Se combinó y se mordió tan poco delante, se perdieron tantos balones en el centro del campo, se transmitió tanta inseguridad a los defensas, que estos nunca supieron dónde marcar la línea. Uno lo hacía un paso hacia arriba y el otro, dos para atrás. Y en este escenario Robert Pires se movió como pez en el agua. Fue el más listo de todos. Lo que nadie en el Barça supo ver, él lo vio más claro que nadie. Con las distancias enormes entre líneas, con espacio para recibir y soltarla rápido, Pires hizo lo que quiso y fue la referencia sobre la que se movió, rápido, muy rápido, todo su equipo.
Cuando tu defensa parece de mantequilla, cuando los que corren tras el balón son tus peloteros, cuando arriba todo se resume al "yo solo contra el mundo" de Leo Messi, es que ha habido una disfunción como equipo de muy señor mío. Se combinó y se mordió tan poco delante, se perdieron tantos balones en el centro del campo, se transmitió tanta inseguridad a los defensas, que estos nunca supieron dónde marcar la línea. Uno lo hacía un paso hacia arriba y el otro, dos para atrás. Y en este escenario Robert Pires se movió como pez en el agua. Fue el más listo de todos. Lo que nadie en el Barça supo ver, él lo vio más claro que nadie. Con las distancias enormes entre líneas, con espacio para recibir y soltarla rápido, Pires hizo lo que quiso y fue la referencia sobre la que se movió, rápido, muy rápido, todo su equipo.
Un recurso
Y esto jugando con el libro de estilo que se supone tienes mamado, pero que por sí solo no funciona si le privas de su sal y su pimienta. Rebaja el ritmo de balón, prescinde de tu juego de posición, haz grande el campo y no pequeño, y resulta que un equipo que te sale con un 4-5-1 es infinitamente más peligroso que el tuyo, que en la pizarra alinea tres delanteros. Cuando en el segundo tiempo se volvió a la fórmula del 3-4-3, peor aún. Cierto que es un recurso que puedes usar si van mal dadas, pero jugar así es dar palos de ciego si no lo aplicas bien. Y os aseguro que sacar rendimiento al 3-4-3 no es fácil. Que nadie se equivoque con este sistema: o lo haces perfecto o es un suicidio colectivo. La temporada pasada, el equipo solo se movió cómodo con él durante 45 minutos de un partido. El de Copa en Zaragoza. Los otros 45 minutos de ese día y los otros intentos en otros partidos y escenarios, suspenso en 3-4-3.
Podemos discutir de muchas cosas, pero del 3-4-3 sé todo lo que puede ofrecer para lo bueno y para lo malo. Ahí los huecos están en sitios diferentes. Si tus centrocampistas están acostumbrados a moverse con dos compañeros cerca y no con tres, si están acostumbrados a unos espacios determinados que se reducen al jugar con cuatro, entonces deben incidir en un detalle. Fundamental. Si metes a uno más en el medio, este deberá de tener su espacio. Y solo lo creas si juegas no con una línea de 4, sino con dos líneas de 2. Es tan fino este detalle, que si no lo acompañas moviendo rápido el balón y reduciendo el campo, los de atrás las pasan canutas cuando pierdes el balón. Porque detrás de ti no queda un centrocampista que pueda actuar como un libre defensivo.
Y esto jugando con el libro de estilo que se supone tienes mamado, pero que por sí solo no funciona si le privas de su sal y su pimienta. Rebaja el ritmo de balón, prescinde de tu juego de posición, haz grande el campo y no pequeño, y resulta que un equipo que te sale con un 4-5-1 es infinitamente más peligroso que el tuyo, que en la pizarra alinea tres delanteros. Cuando en el segundo tiempo se volvió a la fórmula del 3-4-3, peor aún. Cierto que es un recurso que puedes usar si van mal dadas, pero jugar así es dar palos de ciego si no lo aplicas bien. Y os aseguro que sacar rendimiento al 3-4-3 no es fácil. Que nadie se equivoque con este sistema: o lo haces perfecto o es un suicidio colectivo. La temporada pasada, el equipo solo se movió cómodo con él durante 45 minutos de un partido. El de Copa en Zaragoza. Los otros 45 minutos de ese día y los otros intentos en otros partidos y escenarios, suspenso en 3-4-3.
Podemos discutir de muchas cosas, pero del 3-4-3 sé todo lo que puede ofrecer para lo bueno y para lo malo. Ahí los huecos están en sitios diferentes. Si tus centrocampistas están acostumbrados a moverse con dos compañeros cerca y no con tres, si están acostumbrados a unos espacios determinados que se reducen al jugar con cuatro, entonces deben incidir en un detalle. Fundamental. Si metes a uno más en el medio, este deberá de tener su espacio. Y solo lo creas si juegas no con una línea de 4, sino con dos líneas de 2. Es tan fino este detalle, que si no lo acompañas moviendo rápido el balón y reduciendo el campo, los de atrás las pasan canutas cuando pierdes el balón. Porque detrás de ti no queda un centrocampista que pueda actuar como un libre defensivo.
Menos espacios
Esto, en el aspecto defensivo. En el ofensivo, sumar un delantero más a la nómina de tres no implica más gol. Ni disponer de más ocasiones. Con un delantero más, los espacios se reducen. Y se hacen minúsculos si no te los creas tú. Es decir, moviendo rápido y buscando los espacios en el único sitio donde están: en las bandas. Obcecarse en entrar por el centro solo podía tener el premio de una falta en la frontal, y a ver si entra.
Y en cuanto a Leo Messi, una reflexión. Un 10 a su implicación, pero el yo solo contra el mundo acaba por volverse en tu contra cuando lo intentas una y otra vez. Por el equipo, sería mejor que aprendiese a regularse. Es un crack, pero aún puede mejorar. Tiene que saber cuándo debe soltarla rápido y cuándo probar el eslalon imposible. De tanto insistir en la segunda opción, por rápido y explosivo que seas, al final acabas por perder el factor sorpresa. Y no falla: si tú tienes cuatro encima, alguien de los tuyos está solo. El día en que domine este aspecto, no un balón de oro. Una colección ganará.
Un último apunte del Espanyol. Y no por la última victoria ante el líder y actual campeón. Valverde me parece un técnico tan brillante como respetuoso con el talento de los buenos futbolistas. Tanto, que siempre alinea a los mejores, futbolísticamente hablando, en el once inicial. Vale que Riera y Tamudo están en un momento espectacular. Si han llegado ahí también ha sido por la convicción del técnico. Valverde es de los que cree que atacando bien, defiendes mejor. O sea: puedes alinear juntos a Tamudo, Riera, Luis García, De la Peña --y ahora Valdo-- de salida y tener al equipo igualmente armado en defensa y en ataque. Ganar al Sevilla, Valencia y Madrid de una tacada no está al alcance de muchos.
Esto, en el aspecto defensivo. En el ofensivo, sumar un delantero más a la nómina de tres no implica más gol. Ni disponer de más ocasiones. Con un delantero más, los espacios se reducen. Y se hacen minúsculos si no te los creas tú. Es decir, moviendo rápido y buscando los espacios en el único sitio donde están: en las bandas. Obcecarse en entrar por el centro solo podía tener el premio de una falta en la frontal, y a ver si entra.
Y en cuanto a Leo Messi, una reflexión. Un 10 a su implicación, pero el yo solo contra el mundo acaba por volverse en tu contra cuando lo intentas una y otra vez. Por el equipo, sería mejor que aprendiese a regularse. Es un crack, pero aún puede mejorar. Tiene que saber cuándo debe soltarla rápido y cuándo probar el eslalon imposible. De tanto insistir en la segunda opción, por rápido y explosivo que seas, al final acabas por perder el factor sorpresa. Y no falla: si tú tienes cuatro encima, alguien de los tuyos está solo. El día en que domine este aspecto, no un balón de oro. Una colección ganará.
Un último apunte del Espanyol. Y no por la última victoria ante el líder y actual campeón. Valverde me parece un técnico tan brillante como respetuoso con el talento de los buenos futbolistas. Tanto, que siempre alinea a los mejores, futbolísticamente hablando, en el once inicial. Vale que Riera y Tamudo están en un momento espectacular. Si han llegado ahí también ha sido por la convicción del técnico. Valverde es de los que cree que atacando bien, defiendes mejor. O sea: puedes alinear juntos a Tamudo, Riera, Luis García, De la Peña --y ahora Valdo-- de salida y tener al equipo igualmente armado en defensa y en ataque. Ganar al Sevilla, Valencia y Madrid de una tacada no está al alcance de muchos.
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