Penya Barcelonista de Lisboa

dimarts, de juny 12, 2007

Josep Mª Casanovas. Culpables, responsables y cómplices de la situación


Culpables, responsables y cómplices de la situación

Josep Mª Casanovas


LOS MILAGROS EXISTEN.

Ha ganado demasiadas Ligas el Barça en la última jornada para perder ahora la fe cuando todavía queda el último cartucho. Nos queremos coger al clavo ardiente del refranero español, mientras hay vida hay esperanza, sobre todo después de escuchar a Maxi López asegurando que quiere hacer de Eto’o en el Bernabéu para echar una mano a sus amigos. Y no crean que es fácil pensar en positivo ya que el subconsciente todavía acusa el terrible mazazo encajado el sábado cuando en un minuto se escapó un liderato que valía el título. Es una semana de transición, de dramático compás de espera, de analizar con frialdad las causas por las que se ha llegado a esta situación de angustia y, finalmente, poner una vela a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles. Mientras todo esto sucede, una cosa tenemos clara y la hemos escrito varias veces en los dos últimos meses, el club, a nivel de futuro deportivo, debe hacer exactamente lo mismo se levante la copa o se llore de rabia. La secretaría técnica debe trabajar a fondo en la elaboración de un informe que examine los errores cometidos esta temporada con el objetivo de que la junta directiva la próxima semana pueda tomar medidas con la máxima documentación. Por nuestra parte, las responsabilidades de una campaña en la que no se han cubierto los mínimos exigibles, están claras.

1 LOS JUGADORES, CULPABLES.

La plantilla blaugrana tiene una calidad técnica muy superior al nivel de sus resultados. El rendimiento comparado con la temporada anterior ha ido claramente a la baja. No se ha ganado ninguno de los partidos considerados clave. La condición física del equipo nunca ha alcanzado su punto óptimo y el bajón en las segundas partes es la más clara demostración. Jugadores importantes que debían marcar diferencias en el sprint final, no han estado a la altura. La defensa no ha tenido la solidez deseada. El centro del campo ha perdido fuerza al apostar por los ‘jugones’. La vuelta de Messi y Eto’o tras sus largas lesiones no ha servido para mantener el liderato. En los últimos partidos del Camp Nou se ha sufrido por no saber ‘matar’ los partidos con ventaja mínima. No hace falta seguir para llegar a la conclusión de que los jugadores son culpables en gran parte de lo sucedido como protagonistas sobre el terreno de juego. No han dado la nota, han suspendido el curso, algunos se han ganado la baja y varios están en la lista de transferibles.

2 EL ENTRENADOR, RESPONSABLE.

Cuando los jugadores fallan, el entrenador tiene gran parte de culpa. La verdad es que Rijkaard dirigió el vestuario con eficacia en tiempos de éxitos, pero cuando el viento se ha girado en contra, cuando se han ido perdiendo títulos, no ha tenido capacidad de reacción y no ha sabido cambiar la dinámica negativa del equipo. Está bien ser amigo de los jugadores, pero si hay que pegarles bronca y exigirles más esfuerzo es necesario dar el ejemplo. Se ha registrado un grado de autogestión excesivo en el vestuario, los comportamientos de los jugadores en su vida privada muchas veces han ido contra los intereses del club y tampoco se han tomado medidas drásticas como era obligado. La sensación externa es que el entrenador ha hecho lo mismo que la temporada anterior y no ha sabido entender que ciertas actitudes y comportamientos obligaban a mostrarse inflexible en bien del conjunto. Rijkaard es responsable de que el equipo haya seguido una curva a la baja sin haber tomado nunca medidas severas para variar un rumbo equivocado.

3 LA DIRECTIVA, COMPLICE.

Aquí cada parte debe asumir su cuota de responsabilidad. Si los jugadores son culpables y el entrenador máximo responsable por su condición de jefe, la directiva no puede salir de rositas ya que es cómplice de la situación. A lo largo de la temporada, han vivido en sus propias carnes la decepción de un equipo que no cumplía las expectativas previstas. Les faltaron reflejos para adelantarse a los acontecimientos, poner orden a la vida nocturna de algunos jugadores, controlar las fichas médicas para darse cuenta de que algunos no estaban en forma, tratar a los jugadores como profesionales y no como amigos. La directiva no se tiene que meter en cuestiones técnicas, pero sí debe controlar el trabajo del entrenador para que no caiga en la relajación o el amiguismo. Una directiva que ha cuadrado los números de la gestión económica no puede consentir que en el campo deportivo la actitud y el esfuerzo no estén al mismo nivel. Después de tres temporadas en que de forma espectacular se fue de menos a más, es triste que se haya roto el famoso círculo virtuoso… si no se produce el milagro del Bernabéu.