El Barça vuelve a Wembley tras empatar con el Madrid en el Camp Nou
El Barça vuelve a Wembley tras empatar con el Madrid en el Camp Nou
Los de Guardiola se clasifican para la final de la Liga de Campeones tras deshacerse del Real Madrid de Mourinho, que arriesgó más, pero fue inferior (1-1)
Por tercera vez en siete años el Barça estará en una final de la Liga de Campeones después de empatar en el Camp Nou ante su eterno rival (1-1) y cerrar una serie de clásicos inolvidables. Los de Guardiola vuelven a Wembley tras superar una eliminatoria polémica en el Santiago Bernabeu y pasional en el Camp Nou.
El Barça ha conseguido derrotar al rival más deseado y al más temido, que se hundió por la falta de ambición y de confianza de su entrenador en una plantilla de más de 500 millones de euros.
Los azulgrana volvieron a utilizar el fútbol como excusa para ganarse el respeto ante el mundo, y una vez más éste le dio la razón. El Madrid, por su parte, despreció el partido en la previa, y volvió a ser el equipo negacionista que quiere su entrenador sobre el campo, con una propuesta más ofensiva eso sí, pero más por estar acuciado por la necesidad que por el deseo de espectáculo.
En el primer acto el Madrid salió a presionar la salida del balón del Barça. El medio del campo azulgrana no funcionaba con fluidez por las marcas al hombre diseñadas por Mourinho. Pero el campo estaba muy pesado por la lluvia que regó el Camp Nou y la presión fue disminuyendo conforme pasaban los minutos. Exactamente 28 fue lo que duró la persecución, a partir de ahí, llegó el monólogo del Barça.
Villa le ganó la partida a Arbeloa en todos sus cara a cara esta noche y desde esa banda llegaron buena parte de las ocasiones. Dos chuts de Messi desde fuera del área y un cabezazo de Busquets realzaron la figura de Casillas, que mantenía vivo a su equipo en la eliminatoria.
Sólo un contragolpe llevado por Cristiano al filo del descanso intimidó a la parroquía azulgrana. Pero un agobiado Higuaín llegó muy tarde y Valdés atrapó sin problemas.
A este encuentro regresaba Iniesta para poner luz entre Xavi y Messi, y el Barça recuperó toda su magia ofensiva. Juntos demuestran que este juego es para el que propone, como en Stamford Bridge, para el que lo busca con las armas propias de un duelo con reglas justas.
Brilló de nuevo la pelota en un clásico. Y fue sobre un césped del Camp Nou corto y rápido como mandan los cánones azulgranas. Y voló. A toda velocidad. Xavi, Iniesta, Messi y Busquets pudieron disfrutar por fin sobre un terreno de juego.
El comienzo de la segunda parte fue del Madrid también. El descanso les sirvió para tomar aire y el Barça volvía a tener problemas para sacar la pelota jugada. Pero eso duró lo que tardó en aparecer de Iniesta. El hombre que abrió las puertas de Roma, iluminado durante toda la noche, encontró un pase a Pedro entre cuatro rivales que el canario recogió en el área y envió a la red con un zurdazo rabioso y precioso.
El Barça dejaba la eliminatoria vista para sentencia y Mourinho reaccionaba metiendo a Adebayor por Higuaín. El Madrid jugaba la carta de la agresividad y la presión una vez más. Y obtendría un fruto inmerecido por lo visto en el terreno de juego. Una pérdida de Busquets propiciaba un mano a mano de Di María con Valdés. Tras rebotar en el palo el argentino cedió a Marcelo que empujó el balón a la red.
El Madrid necesitaba dos goles. A su favor jugaban los nervios de los azulgrana, pero estos no llegaron nunca. Los que sí hicieron presencia fueron los fantasmas que persiguieron los jugadores del Madrid durante 20 minutos más.
Las fuerzas de los madrileños fueron menguando y los de Guardiola durmieron el partido ejerciendo un control absoluto. El de Santpedor tuvo tiempo para dar un homenaje a Eric Abidal, recuperado de un cáncer que le tuvo apartado un mes y medio.
Se acabaron los clásicos. Más de 400 minutos que nos concedió el fútbol para disfrutar y para darnos cuenta de que nada ha cambiado. Debían decidir cual es el mejor equipo del mundo y lo hicieron. No hubo cambio de ciclo, ni canguelo, ni villarato, ni habrá décima de momento. Ganó una filosofía apoyada en el fútbol espectáculo. En el fútbol de Xavi, Iniesta y Messi; en el fútbol del Barça.
Por tercera vez en siete años el Barça estará en una final de la Liga de Campeones después de empatar en el Camp Nou ante su eterno rival (1-1) y cerrar una serie de clásicos inolvidables. Los de Guardiola vuelven a Wembley tras superar una eliminatoria polémica en el Santiago Bernabeu y pasional en el Camp Nou.
El Barça ha conseguido derrotar al rival más deseado y al más temido, que se hundió por la falta de ambición y de confianza de su entrenador en una plantilla de más de 500 millones de euros.
Los azulgrana volvieron a utilizar el fútbol como excusa para ganarse el respeto ante el mundo, y una vez más éste le dio la razón. El Madrid, por su parte, despreció el partido en la previa, y volvió a ser el equipo negacionista que quiere su entrenador sobre el campo, con una propuesta más ofensiva eso sí, pero más por estar acuciado por la necesidad que por el deseo de espectáculo.
En el primer acto el Madrid salió a presionar la salida del balón del Barça. El medio del campo azulgrana no funcionaba con fluidez por las marcas al hombre diseñadas por Mourinho. Pero el campo estaba muy pesado por la lluvia que regó el Camp Nou y la presión fue disminuyendo conforme pasaban los minutos. Exactamente 28 fue lo que duró la persecución, a partir de ahí, llegó el monólogo del Barça.
Villa le ganó la partida a Arbeloa en todos sus cara a cara esta noche y desde esa banda llegaron buena parte de las ocasiones. Dos chuts de Messi desde fuera del área y un cabezazo de Busquets realzaron la figura de Casillas, que mantenía vivo a su equipo en la eliminatoria.
Sólo un contragolpe llevado por Cristiano al filo del descanso intimidó a la parroquía azulgrana. Pero un agobiado Higuaín llegó muy tarde y Valdés atrapó sin problemas.
A este encuentro regresaba Iniesta para poner luz entre Xavi y Messi, y el Barça recuperó toda su magia ofensiva. Juntos demuestran que este juego es para el que propone, como en Stamford Bridge, para el que lo busca con las armas propias de un duelo con reglas justas.
Brilló de nuevo la pelota en un clásico. Y fue sobre un césped del Camp Nou corto y rápido como mandan los cánones azulgranas. Y voló. A toda velocidad. Xavi, Iniesta, Messi y Busquets pudieron disfrutar por fin sobre un terreno de juego.
El comienzo de la segunda parte fue del Madrid también. El descanso les sirvió para tomar aire y el Barça volvía a tener problemas para sacar la pelota jugada. Pero eso duró lo que tardó en aparecer de Iniesta. El hombre que abrió las puertas de Roma, iluminado durante toda la noche, encontró un pase a Pedro entre cuatro rivales que el canario recogió en el área y envió a la red con un zurdazo rabioso y precioso.
El Barça dejaba la eliminatoria vista para sentencia y Mourinho reaccionaba metiendo a Adebayor por Higuaín. El Madrid jugaba la carta de la agresividad y la presión una vez más. Y obtendría un fruto inmerecido por lo visto en el terreno de juego. Una pérdida de Busquets propiciaba un mano a mano de Di María con Valdés. Tras rebotar en el palo el argentino cedió a Marcelo que empujó el balón a la red.
El Madrid necesitaba dos goles. A su favor jugaban los nervios de los azulgrana, pero estos no llegaron nunca. Los que sí hicieron presencia fueron los fantasmas que persiguieron los jugadores del Madrid durante 20 minutos más.
Las fuerzas de los madrileños fueron menguando y los de Guardiola durmieron el partido ejerciendo un control absoluto. El de Santpedor tuvo tiempo para dar un homenaje a Eric Abidal, recuperado de un cáncer que le tuvo apartado un mes y medio.
Se acabaron los clásicos. Más de 400 minutos que nos concedió el fútbol para disfrutar y para darnos cuenta de que nada ha cambiado. Debían decidir cual es el mejor equipo del mundo y lo hicieron. No hubo cambio de ciclo, ni canguelo, ni villarato, ni habrá décima de momento. Ganó una filosofía apoyada en el fútbol espectáculo. En el fútbol de Xavi, Iniesta y Messi; en el fútbol del Barça.
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