Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, d’octubre 03, 2010

A Laudrup le sigue gustando el Camp Nou


El Barcelona perdona multitud de ocasiones hasta el gol de Messi

Nsue empata antes del descanso y el Mallorca crece en el segundo tiempo
La ansiedad y la falta de Villa, sobre todo, atascan al equipo de Guardiola
Ojos escocidos de tanto frotarlos por no admitir la realidad del tiempo de descanso. Amarga merienda en las gradas del Camp Nou en una tarde que empezó con champaña y terminó con agua oxigenada para limpiar la herida del Mallorca. Un empate (1-1) que se acumula a la derrota en casa ante el Hércules y la ajustadísima victoria frente al Sporting.
Michael Laudrup y Miguel Ángel Nadal habían aterrizado en Can Barça con discreción, al arrullo de sinceros aplausos de la masa culé, siempre rendida a ese glorioso recuerdo del 'Dream Team'. Despegaron hacia la Isla con un punto y la sensación de que, después de una prolongada fase de apuro, podían incluso haber llenado la caja con los tres.

Arrollador comienzo
Al Barcelona sin Xavi y sin Villa -indispuestos-, sin Puyol ni Busquets -por rotar a los más utilizados- con Mascherano en el centro y Bojan arriba se le apareció un partido aparentemente fácil, con un rival mal encerrado atrás, que dejaba muchísimas vías para penetrar en su área. Además, con Messi recuperado y Abidal de vuelta tras el mal trago del sepelio de un abuelo, las dudas sobre su victoria parecían ínfimas cuando nada más soplar el silbato Undiano Mallenco comenzaron a llover proyectiles hacia la portería de Aouate, que ya había actuado cuatro veces en los primeros cinco minutos a tiros de Pedro, Alves, Bojan y Piqué.

Vértigo ofensivo
El fútbol unidireccional hacia la portería del Mallorca continuó sin respiro. Un ritmo infernal en ataque que sólo admitía crítica por la falta de precisión en el remate o el empeño desmedido en rizar el rizo del arte por el arte. El inicio arrollador del Barcelona y la faz contemplativa del Mallorca auguraban un resultado escandaloso a favor del actual campeón. Por dar una explicación a la impericia rematadora, -mejor, un mínimo factor de explicación- el Barça podría argumentar que en casa, con el césped que se levanta continuamente, es más fácil tropezar. El estado del piso envió a Pedro a la caseta, cojeando, antes de lo previsto por Guardiola.

A los argentinos Castro y Cavenaghi, los cohetes mallorquinistas para un supuesto contraataque sólo los conocían sus familiares más directos pasada la media hora, cuando el Barcelona ya había encontrado, después de tantas embestidas, el gol de Messi, un cuidadoso tiro de zurda desde la frontal del área que hizo honor, por su fina precisión, al pase de tacón y al primer toque que le había ofrecido Pedro. Pero todos tendrían la ocasión de reconocerlos cuando se acercaba la hora del bocadillo, el intermedio.

El vuelo de Nsue
Un balón largo alcanzó los dominios, desconocidos hasta entonces, de Fernando Ezequiel, encerrado cerca del fondo, aparentemente sin salida. Pero se le ocurrió sacársela para atrás, por alto, como si un ojo trasero le hubiera advertido de la llegada al área del Chori, que empaló sin pensarlo y obligó a Valdés a realizar un pequeño milagro en su estirada. Del córner lanzado por De Guzmán se elevó, entre cuatro azulgrana, la cabeza de Nsue, padrino del empate mallorquinista.

El castigo de jugar sin Villa situó al Barcelona en estado de alarma cuando el juego se reanudó y el tímido Mallorca se transformó en un equipo mucho más seguro de sí mismo. Atrás, donde permaneció atento a cada desmarque y a cada penetración de los azulgrana y delante, donde Webó, que había reemplazado a Cavenaghi, se encargaba de iniciar una presión sobre Milito o Piqué y sus compañeros Castro y Nsue aparecían con peligro y cercenaban las alegrías ofensivas de Abidal y Alves.

Banquillo 'infantil'


Con las bandas medio secuestradas, el Barça empleó todo su gas para empujar al Mallorca por el centro de su defensa, donde la fortaleza y atención de Ramis y Crespí se impuso a la cada vez más frenética y menos precisa acción de los pequeños delanteros del Barcelona, que cuando rompieron la línea defensiva chocaron con los rápidos reflejos de Aouate.

La ansiedad azulgrana se multiplicó y el desparpajo del Mallorca creció hasta el punto de rozar, con aislados tiros o contragolpes, la lana de la victoria. El tropiezo del Barcelona iba camino de convertirse en realidad pese a la entrada en el campo de los canteranos Thiago, Nolito y, ya con el tiempo casi cumplido, Jeffren.