Otro patinazo del Barça
Otro patinazo del Barça
El Mallorca de Laudrup sorprende al equipo de Guardiola en el Camp Nou (1-1)
El Mallorca de Laudrup sorprende al equipo de Guardiola en el Camp Nou (1-1)
El Barcelona volvió a evidenciar su falta de puntería, su ausencia de instinto asesino y dejó escapar otros dos puntos del Camp Nou (1-1), esta vez ante un Mallorca que pudo acabar goleado, pero que finalmente logró un empate de oro, más que por mérito suyo por demérito del rival, cuya falta de efectividad empieza a ser ya preocupante. Nada hacía pensar que la tarde acabaría con otro gatillazo azulgrana, pese a las ausencias de Xavi, lesionado, Villa, sancionado, y Puyol y Busquets, a quienes Guardiola dio hoy descanso. Porque los locales tuvieron otro de esos inicios fulgurantes.
Sin Xavi como director de orquesta -se ha tomado un descanso para recuperarse de sus maltrechos tendones de Aquiles- Messi retrasó sus posición quince metros para ponerse al mando de las operaciones. El astro argentino tomó la batuta y empezó a afinar la orquesta, asociándose con Bojan, con Pedro, con Abidal, con Alves, con Keita, con todos.
A los veinte minutos, la Pulga ya había encarrilado el partido con un golazo made in Barça, al culminar una combinación al primer toque entre Alves y Pedro, quien cedió a Messi de espuela para que éste ajustara un remate desde la frontal a la base del poste defendida por Aoute, para entonces ya convertido en estatua de sal. Antes, el Barça había acariciado el gol con Bojan y Pedro. Después, también lo intentaron Piqué, Keita, el propio Messi e Iniesta.
Hasta la recta final del primer tiempo, el Mallorca se había revelado como uno de los rivales más pacíficos que últimamente ha pisado el Camp Nou. Un equipo partido en dos, con mucha distancia entre líneas, donde Nsue y Ratinho dejaban una autopista por banda izquierda. El equipo de Laudrup no sólo no atacaba, sino que además, dejaba a los locales campar a sus anchas. El partido se tornó tan plácido para el Barcelona que los hombres de Guardiola empezaron a gustarse en exceso y adornarse en demasía cada vez que llegaban a las inmediaciones de Aoute.
El Chori Castro, el único futbolista del conjunto balear capaz de acercarse con cierta intención al área azulgrana, puso a prueba por primera vez a Valdés a los 41 minutos de juego. El meta de L'Hospitalet envió su disparo cruzado a córner, pero no pudo evitar que Nsue cabeceara a placer el saque de esquina instantes después. El guión del choque dibujó, a partir de entonces, argumentos de sobra conocidos. La falta de puntería, de efectividad, de instinto asesino de un equipo que lo hace todo tan bonito que parece imposible que ese mismo fútbol pueda, por su esencia, estropear un partido.
Laudrup cambió en el descanso a Cavenaghi por Webó, para ganarle la espalda a la adelantada defensa azulgrana con balones largos al punta camerunés y retrasó la posición de Castro con el objetivo de poblar el centro del campo y dificultar aún más la creación del rival. La fórmula dio resultado al Mallorca, que empezó a ganar presencia en el choque y a perderle por fin el respeto al Barça. Webó, Nsue y Kevin merodearon el segundo en los mejores minutos visitantes. Y antes de los últimos veinte minutos de asedio azulgrana.
Fue de nuevo un asedio estéril, con Messi ya muy cansado, con Bojan obcecado y con Pedro lesionado. La entrada de los jóvenes Thiago y Nolito revitalizó algo al Barcelona, que pudo marcar en un palo de Bojan, un remate de Messi y en media docena de jugadas más que nadie supo culminar. Otra vez ese pase de más, otra vez querer llegar hasta la meta con el balón controlado. Mascherano ofreció una alternativa intentándolo desde lejos, pero este Barça parece condenado a sufrir en el Camp Nou, sobre todo, no aprende que no siempre hay que buscar el camino más largo para llegar al gol.
Sin Xavi como director de orquesta -se ha tomado un descanso para recuperarse de sus maltrechos tendones de Aquiles- Messi retrasó sus posición quince metros para ponerse al mando de las operaciones. El astro argentino tomó la batuta y empezó a afinar la orquesta, asociándose con Bojan, con Pedro, con Abidal, con Alves, con Keita, con todos.
A los veinte minutos, la Pulga ya había encarrilado el partido con un golazo made in Barça, al culminar una combinación al primer toque entre Alves y Pedro, quien cedió a Messi de espuela para que éste ajustara un remate desde la frontal a la base del poste defendida por Aoute, para entonces ya convertido en estatua de sal. Antes, el Barça había acariciado el gol con Bojan y Pedro. Después, también lo intentaron Piqué, Keita, el propio Messi e Iniesta.
Hasta la recta final del primer tiempo, el Mallorca se había revelado como uno de los rivales más pacíficos que últimamente ha pisado el Camp Nou. Un equipo partido en dos, con mucha distancia entre líneas, donde Nsue y Ratinho dejaban una autopista por banda izquierda. El equipo de Laudrup no sólo no atacaba, sino que además, dejaba a los locales campar a sus anchas. El partido se tornó tan plácido para el Barcelona que los hombres de Guardiola empezaron a gustarse en exceso y adornarse en demasía cada vez que llegaban a las inmediaciones de Aoute.
El Chori Castro, el único futbolista del conjunto balear capaz de acercarse con cierta intención al área azulgrana, puso a prueba por primera vez a Valdés a los 41 minutos de juego. El meta de L'Hospitalet envió su disparo cruzado a córner, pero no pudo evitar que Nsue cabeceara a placer el saque de esquina instantes después. El guión del choque dibujó, a partir de entonces, argumentos de sobra conocidos. La falta de puntería, de efectividad, de instinto asesino de un equipo que lo hace todo tan bonito que parece imposible que ese mismo fútbol pueda, por su esencia, estropear un partido.
Laudrup cambió en el descanso a Cavenaghi por Webó, para ganarle la espalda a la adelantada defensa azulgrana con balones largos al punta camerunés y retrasó la posición de Castro con el objetivo de poblar el centro del campo y dificultar aún más la creación del rival. La fórmula dio resultado al Mallorca, que empezó a ganar presencia en el choque y a perderle por fin el respeto al Barça. Webó, Nsue y Kevin merodearon el segundo en los mejores minutos visitantes. Y antes de los últimos veinte minutos de asedio azulgrana.
Fue de nuevo un asedio estéril, con Messi ya muy cansado, con Bojan obcecado y con Pedro lesionado. La entrada de los jóvenes Thiago y Nolito revitalizó algo al Barcelona, que pudo marcar en un palo de Bojan, un remate de Messi y en media docena de jugadas más que nadie supo culminar. Otra vez ese pase de más, otra vez querer llegar hasta la meta con el balón controlado. Mascherano ofreció una alternativa intentándolo desde lejos, pero este Barça parece condenado a sufrir en el Camp Nou, sobre todo, no aprende que no siempre hay que buscar el camino más largo para llegar al gol.
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