Bienvenidos, rezagados
Bienvenidos, rezagados
En la puerta de Can Culleretes, el restaurante más antiguo de Barcelona, fundado en 1786, mientras los clientes salían a fumarse un cigarro entre plato y plato, se hablaba ayer de Touré. Y de Henry. No tanto de Iniesta, aunque también tuvo su influencia en el partido que clasificó al Barcelona para los cuartos de final de la Copa de Europa, ni de Alves, que pensó más en cerrar su propio campo porque para abrir el contrario, defendido por el Stuttgart, ya estaba Pedro, un extremo de verdad, auténtico paradigma del juego de ataque de Pep Guardiola.
Tampoco se dio mucha bola en la calle al partidazo de Piqué o el de Puyol, que confirmaron que son una pareja muy completa y que se coordinan muy bien, seguramente por la misma razón que de Messi ya no hay mucho que hablar: es el mejor, juegue donde juegue. No; ayer, en la calle D'en Quintana, en el corazón de Barcelona, y seguramente en la mayoría de las tertulias, se hablaba de Touré porque andaba desaparecido y de Henry por tres cuartas partes de lo mismo.
Txiki Begiristain, máximo responsable deportivo del Barça, lo dejó claro ya en el descanso: "Con Titi Henry somos uno más". Le contradijo el francés: "Sólo somos uno más cuando juega Messi". Tampoco le falta razón. El caso es que juntos mezclan como nunca. "Siempre han estado con nosotros", resumió Puyol, ejerciendo de capitán. Pero lo cierto es que la realidad difiere de su visión hasta el punto de que todos en el Camp Nou la entienden, pero la dan por oportuna antes que por cierta.
Txiki Begiristain, máximo responsable deportivo del Barça, lo dejó claro ya en el descanso: "Con Titi Henry somos uno más". Le contradijo el francés: "Sólo somos uno más cuando juega Messi". Tampoco le falta razón. El caso es que juntos mezclan como nunca. "Siempre han estado con nosotros", resumió Puyol, ejerciendo de capitán. Pero lo cierto es que la realidad difiere de su visión hasta el punto de que todos en el Camp Nou la entienden, pero la dan por oportuna antes que por cierta.
Touré ha jugado 21 encuentros como titular y no es, ni de largo, uno de los jugadores con más presencia en el equipo. Juega en su contra el ser eso que llaman un diésel al que le cuesta coger el tono porque necesita ritmo de partidos. No le ayuda tampoco el componente emocional ni le vino bien jugar la Copa de África, en la que además ganó peso.
El africano compareció como interior cuando se le esperaba de mediocentro y mostró que su derroche de facultades es semejante a su infantil capacidad para enfurruñarse. "Es un animal, pero para jugar de pivote hay que estar muy atento y él, a veces, se despita. Tiene una arrancada y un despliegue físico que nos ayudan mucho. Pocos medios llegan con una arrancada como extremos. El año pasado nos dio mucho y le necesitamos", dice Guardiola.
El año pasado jugó donde quiso el entrenador, hasta de central en las finales, y en éste parece reclamar jugar donde le gusta. Guardiola le pidió el miércoles que se desenganchara de Busquets, que no jugaran paralelos, que se juntaran solo en el repliegue. Y funcionó. Fino, en su mejor forma, Touré es capital.
Aunque los dos venían de un silencio antiguo y muy largo, el caso de Henry es más complejo que el de Touré, consecuencia de lo que ha sido y de lo que es. Así que parece harina de otro costal. Si nunca se supo de qué diantres hablaron Guardiola y Henry el curso pasado, es probable que no se sepa de qué han hablado hace un mes para que no se sienta una rémora y se haya convertido en una suerte, ofreciéndose siempre, jugando más sin el balón que con él; jugando, al fin, como le gusta.
"Aún quiero más de Henry, pero estoy contento. Pretendo que nos dé más agresividad ante la portería y que juegue por la banda tan bien como en punta. No podemos conseguir nada si no están todos al mismo nivel", le reta Guardiola, obsesionado en sumar futbolistas a la causa y siempre convencido de que Chigrinski acabará por adaptarse y de que Márquez, como Bojan, ayudará en muchos momentos.
La cuestión es que a los dos, a Touré y Henry, les necesitaba Guardiola llegado al tramo decisivo del campeonato y a los dos los tiene. Habla mucho en su favor, porque remite a la gestión del vestuario y de los egos antes que a la pizarra. Le atormenta que sus jugadores no rindan porque vive instalado en la autoexigencia permanente y, a diferencia de ellos, se culpa antes de aferrarse a cualquier excusa. El técnico apostó por una plantilla corta y, por tanto, precisa de todos sus jugadores: también de Keita, ya recuperado, y de Xavi y Abidal, lesionados.
Y, por lo que parece, Guardiola se ha salido, de momento, con la suya. En Can Culleretes, donde de postre hay rebaja en las lionesas, se hablaba de Touré y Henry.
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