BARCELONA 1 - VILLARREAL 1
El Barça tiene alergia al Villarreal
Los azulgrana ceden un empate frente a un rival valiente en un partido muy abierto
Hay cosas que desde el punto de vista del Barça no cambian con el año nuevo ni el paso del tiempo, como el gafe del Villarreal ni la infalibilidad de Pedro, de nuevo goleador. Al Barcelona se le da mal el Villarreal, igual da el momento, ya sea verano o invierno, lo entrene Pellegrini o Valverde. El equipo amarillo es el clásico aguafiestas del Camp Nou y ahora no ha sido una excepción. A los azulgrana les pesaron en exceso las seis copas que ofreció a la hinchada y el buen fútbol del Villarreal. No les alcanzó con el gol inicial de Pedro. A la salida del descanso, empató Fuster y ni a locales ni a los forasteros les pareció injusto porque el encuentro estuvo siempre en el alero, al alcance de unos y otros, circunstancia que refuerza el papel de un Villarreal en racha y rebaja el protagonismo del Barça como líder y campeón de Liga.
A los azulgrana les faltó juego y finura, incomodados siempre por el planteamiento del rival, por el mal arbitraje, por el mal tiempo. No era precisamente el mejor día para volver al campo. Ningún futbolista reflejó una jornada tan desagradable como Ibrahimovic, fuera de foco y de sitio, desquiciado por el árbitro, que le pitó falta cada vez que se ganó un tiro. La posesión de balón también fue más escasa que nunca en el bando barcelonista. El rival le creó muchos problemas y, por lo demás, el equipo azulgrana estuvo espeso, argumentos que justifican que por vez primera se escaparan dos puntos del estadio. El Barcelona le tiene definitivamente alergia al Villarreal.
El más reconocible fue nuevamente Pedro por su facilidad goleadora.El tinerfeño es una joya para el Barça. No es fácil tener a un extremo que tenga gol, y Pedro no sólo es un buen jugador de banda, sino que apunta bien. Aunque los suyos no son remates extraordinarios, por norma siempre encuentran la portería. Ayer marcó a poco de empezar el partido después de un disparo a la madera de Henry, mejorado respecto a actuaciones anteriores, más veloz y directo. El francés le dio profundidad a un equipo que pasó una mala noche por su dificultad para combinar, falto de precisión, velocidad, continuidad y también timón.
El partido se jugó un buen rato en cancha barcelonista. No funcionaba la mecánica de juego azulgrana, quizá porque los medios no mezclaban, y por la buena presión del Villarreal. Apretó fuerte el equipo de Valverde y el Barcelona no encontró la línea de pase ni tampoco la forma de romper el achique amarillo. Ausentes Touré y Keita, Guardiola apostó por Jonathan, un volante no tan fino como Xavi e Iniesta, menos colaborador y a cambio mejor llegador. Jonathan entró poco en juego, tuvo poca incidencia en un partido especialmente áspero para el Barça. Fuera de sitio, los azulgrana concedieron excesivas ocasiones al Villarreal, que se estiró muy bien y por contra cerró mal.
El encuentro quedó fuera del control de los dos equipos y también del árbitro. Los azulgrana se quejaron sobre todo por las tarjetas y las faltas y el Villarreal le reclamó dos penaltis antes de alcanzar el descanso, y tanto la entrada de Alves a Marcano como la de Puyol a Nilmar parecieron más punibles que las faltas reclamadas por los barcelonistas en el área de Diego López. González Vázquez se hizo el longuis para suerte de un Barça que se quedó sin espacio y aire, encomendado exclusivamente a los acelerones de Henry y sobre todo a la omnipresencia de Busquets, que se ofreció para lo fino y para lo grueso, jefe de una formación que partió con hasta siete futbolistas formados en el fútbol base.
Las pérdidas de balón fueron tan constantes que costaba dar crédito al marcador de la media parte: 1-0. El Villarreal empató en la reanudación en el tercer remate de Fuster, un futbolista excelente en sus movimientos, buen receptor y finalmente buen tirador. Mercía el empate por su planteamiento táctico, porque le discutió y le ganó muchas veces el balón al Barça y porque había contado las suficientes ocasiones como para no perder un partido tan abierto como el del Camp Nou. Al Barça no le valió siquiera recurrir al banquillo. Aunque Iniesta ayudó en el juego colectivo, el partido demandaba un jugador terminal.
Los partidos para el Barcelona siempre son más difíciles sin Messi, y se le echó en falta para resolver un choque difícil de jugar. Los azulgrana no desfallecieron y acariciaron la victoria con reiteración de la misma manera que pudieron perder en una última jugada de Rossi. No les bastó con la fe de cuando ganaban una copa detrás de otra. El equipo lleva mucha tralla acumulada y una semana de vacaciones no da para muchas alegrías. Ya lo anuncia la camiseta con la que los azulgrana conquistaron las seis copas: "Tot guanyat, tot per guanyar".
Los azulgrana ceden un empate frente a un rival valiente en un partido muy abierto
Hay cosas que desde el punto de vista del Barça no cambian con el año nuevo ni el paso del tiempo, como el gafe del Villarreal ni la infalibilidad de Pedro, de nuevo goleador. Al Barcelona se le da mal el Villarreal, igual da el momento, ya sea verano o invierno, lo entrene Pellegrini o Valverde. El equipo amarillo es el clásico aguafiestas del Camp Nou y ahora no ha sido una excepción. A los azulgrana les pesaron en exceso las seis copas que ofreció a la hinchada y el buen fútbol del Villarreal. No les alcanzó con el gol inicial de Pedro. A la salida del descanso, empató Fuster y ni a locales ni a los forasteros les pareció injusto porque el encuentro estuvo siempre en el alero, al alcance de unos y otros, circunstancia que refuerza el papel de un Villarreal en racha y rebaja el protagonismo del Barça como líder y campeón de Liga.
A los azulgrana les faltó juego y finura, incomodados siempre por el planteamiento del rival, por el mal arbitraje, por el mal tiempo. No era precisamente el mejor día para volver al campo. Ningún futbolista reflejó una jornada tan desagradable como Ibrahimovic, fuera de foco y de sitio, desquiciado por el árbitro, que le pitó falta cada vez que se ganó un tiro. La posesión de balón también fue más escasa que nunca en el bando barcelonista. El rival le creó muchos problemas y, por lo demás, el equipo azulgrana estuvo espeso, argumentos que justifican que por vez primera se escaparan dos puntos del estadio. El Barcelona le tiene definitivamente alergia al Villarreal.
El más reconocible fue nuevamente Pedro por su facilidad goleadora.El tinerfeño es una joya para el Barça. No es fácil tener a un extremo que tenga gol, y Pedro no sólo es un buen jugador de banda, sino que apunta bien. Aunque los suyos no son remates extraordinarios, por norma siempre encuentran la portería. Ayer marcó a poco de empezar el partido después de un disparo a la madera de Henry, mejorado respecto a actuaciones anteriores, más veloz y directo. El francés le dio profundidad a un equipo que pasó una mala noche por su dificultad para combinar, falto de precisión, velocidad, continuidad y también timón.
El partido se jugó un buen rato en cancha barcelonista. No funcionaba la mecánica de juego azulgrana, quizá porque los medios no mezclaban, y por la buena presión del Villarreal. Apretó fuerte el equipo de Valverde y el Barcelona no encontró la línea de pase ni tampoco la forma de romper el achique amarillo. Ausentes Touré y Keita, Guardiola apostó por Jonathan, un volante no tan fino como Xavi e Iniesta, menos colaborador y a cambio mejor llegador. Jonathan entró poco en juego, tuvo poca incidencia en un partido especialmente áspero para el Barça. Fuera de sitio, los azulgrana concedieron excesivas ocasiones al Villarreal, que se estiró muy bien y por contra cerró mal.
El encuentro quedó fuera del control de los dos equipos y también del árbitro. Los azulgrana se quejaron sobre todo por las tarjetas y las faltas y el Villarreal le reclamó dos penaltis antes de alcanzar el descanso, y tanto la entrada de Alves a Marcano como la de Puyol a Nilmar parecieron más punibles que las faltas reclamadas por los barcelonistas en el área de Diego López. González Vázquez se hizo el longuis para suerte de un Barça que se quedó sin espacio y aire, encomendado exclusivamente a los acelerones de Henry y sobre todo a la omnipresencia de Busquets, que se ofreció para lo fino y para lo grueso, jefe de una formación que partió con hasta siete futbolistas formados en el fútbol base.
Las pérdidas de balón fueron tan constantes que costaba dar crédito al marcador de la media parte: 1-0. El Villarreal empató en la reanudación en el tercer remate de Fuster, un futbolista excelente en sus movimientos, buen receptor y finalmente buen tirador. Mercía el empate por su planteamiento táctico, porque le discutió y le ganó muchas veces el balón al Barça y porque había contado las suficientes ocasiones como para no perder un partido tan abierto como el del Camp Nou. Al Barça no le valió siquiera recurrir al banquillo. Aunque Iniesta ayudó en el juego colectivo, el partido demandaba un jugador terminal.
Los partidos para el Barcelona siempre son más difíciles sin Messi, y se le echó en falta para resolver un choque difícil de jugar. Los azulgrana no desfallecieron y acariciaron la victoria con reiteración de la misma manera que pudieron perder en una última jugada de Rossi. No les bastó con la fe de cuando ganaban una copa detrás de otra. El equipo lleva mucha tralla acumulada y una semana de vacaciones no da para muchas alegrías. Ya lo anuncia la camiseta con la que los azulgrana conquistaron las seis copas: "Tot guanyat, tot per guanyar".
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