Penya Barcelonista de Lisboa

dissabte, de desembre 19, 2009

Messi le arruinó el sueño a Estudiantes y le dio toda la gloria al Barcelona


Clarín en Abu Dhabi
Messi le arruinó el sueño a Estudiantes y le dio toda la gloria al Barcelona

A los 4 minutos del segundo tiempo suplementario, la Pulga le ganó la espalda a Cellay y marcó el 2-1 con el que el equipo catalán se coronó campeón del mundo. Boselli, en el primer tiempo, había puesto en ventaja al Pincha, pero a dos minutos del final de la etapa regular Pedro igualó.



Se suele decir que cuando la gloria se vislumbra desde tan cerca y luego se esfuma en un abrir y cerrar ojos duele más. Es probable que, efectivamente, sea así. Pero, ¿puede quedar en el olvido tanta dignidad y entereza para afrontar una parada tan difícil como es enfrentar al Barcelona que muchos tildan como el mejor de la historia? ¿Puede quedar en la nada ese cabezazo letal de Boselli que hizo ilusionar a tantas almas? ¿Y la entrega de Braña? ¿Y la sabiduría de Verón, ese líder indiscutible? De ninguna manera. Aunque el pitazo final del mexicano Archundia haya sido una daga penetrando en los corazones pincharratas y, por un momento, todos esos sentimientos positivos contagiados por este inolvidable equipo hayan dejado lado a la tristeza por la consagración trunca. Esas lágrimas del final no hacen más que demostrar el por qué de tanta mística, de tanta grandeza.

Ya en el arranque mismo del partido, Estudiantes mostró sus credenciales. Verón y Braña presionaron al galáctico mediocampo del campeón de Europa y la Bruja metió unos de sus estiletazos para Enzo Pérez. El volante, hoy ubicado como delantero, hizo la diagonal y estuvo a centímetros de quedar mano a mano con Valdés. Fue un aviso.

Para combatir el tiki tiki del Barcelona, Sabella pensó en una línea de tres con Cellay, Desábato y Ré más el refuerzo de Clemente Rodríguez por la derecha y de Juan Manuel Díaz por el otro sector. Braña, Leandro Benítez y Verón presionando bien arriba y Boselli, esta vez tuvo en Enzo Pérez más compañía. Y el plan funcionó. Porque Barcelona se sintió incómodo. Tanto que Guardiola, que ante Atlante vio todo el partido sentando como en el teatro, se paró a dar indicaciones a los cinco minutos...

Es verdad que la primera de riesgo fue para el equipo catalán: Xavi quedó mano a mano con Albil tras un taco de Ibrahimovic. Pero el volante dudó entre definir y habilitar a un compañero. Por suerte para Estudiantes, Xavi optó por la segunda opción y la pelota cruzó toda el área. Pero fue, apenas, un vaso de agua en el desierto. Porque Estudiantes se movía bajo la batuta de la Bruja y Barcelona estaba más que incómodo.

Porque los de Guardiola no hacían pie. Se equivocaban demasiado con la pelota y, por momentos, fue como en el mundo del revés: Ibrahimovic hacía las infracciones y Ré el que las sufría. Messi se parecía más al de la Selección que al del Barcelona. Su impotencia llegó al límite a los 23. Fastidioso intentó eludir a su amigo Verón y simuló una falta. El árbitro mexicano Archundia no compró y le mostró la amarilla.

A los 26, cuando Verón metió un derechazo cruzado que pasó cerca del palo de Valdés, Estudiantes ya era superior. Barcelona jugaba muy en línea atrás y cada pelotazo para Boselli o Enzo Pérez era un alerta. Benítez y Díaz hacían un tándem inteligente sobre la derecha que le impedía a Dani Alves pasar al ataque. Y, justamente, por ese sector, llegó la apertura del marcador. El uruguayo Díaz se proyectó y mandó un centro muy preciso para la cabeza de Boselli. El ex Boca se filtró entre Puyol y Keita y metió un terrible frentazo hacia abajo. Imposible para Valdés. Fue gol y festejo mirando al cielo. A ese cielo que, con mucha justicia, Estudiantes estaba alcanzando en la noche de Abu Dhabi.

El tan temido cansancio se hizo sentir desde el arranque mismo del segundo tiempo. Estudiantes dejó de morder en mitad de cancha y así el tránsito en mitad de cancha fue casi un trámite para el Barcelona. Y en ese sentido el ingreso de Pedro fue determinante. En pocos minutos, el juvenil se las ingenió para complicar más de lo que habían conseguido Messi, Ibrahimovic y Henry en todo el partido y la defensa pincha empezó a tambalear.

Sería sencillo afirmar que Sabella demoró en hacer los cambios. Pero, a favor de Pachorra, juega el hecho de que la merma era generalizada y no resultaba tarea sencilla identificar qué jugador estaba en mejores condiciones. Si hasta Clemente Rodríguez, uno de los que ostentan más fortaleza física, lucía lento en comparación con las frescas piernas catalanas.

Las chances de gol se sucedieron una tras otra. Ibrahimovic, Pedro (dos veces) y Piqué estuvieron cerca de igualar. Pero entre Albil y la imprecisión de los catalanes, el destino parecía guiñarle el ojo a Estudiantes.

El tiempo se consumía lentamente, Estudiantes aguantaba como podía y Barcelona iba sin respiro. Y a dos minutos del final llegó el baldazo de agua fría. Verón no pudo rechazar, Piqué ganó en el salto y apareció Pedro para meter la cabeza y amargar al León. Durísimo.

La decepción que se percibía de las caras de los jugadores pinchas hacía prever el desenlace final. Es que habían dejado todo ya, no les quedaba nada por dar. Y los 30 minutos del suplementario que se debían jugar para definir por penales representaban una eternidad.

Paradoja del destino, el pecho argentino de un Messi que, hasta ahí, había hecho poco y nada fue el verdugo de este Estudiantes. Imposible hablar de justicia. Porque si bien es cierto que ganó el que mejor jugó, el que mejor juega al fútbol en el mundo y el que tiene a los mejores jugadores, hubo un León que estuvo cerca de rugir bien fuerte nuevamente, como aquella memorable noche del Mineirao. Pero uno de los dos tenía que perder y esta vez el destino quiso que fuera Estudiantes.

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