Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, d’abril 22, 2007

Leo Messi: "El Barça me da todo, me siento rebién aquí"



Leo Messi: "El Barça me da todo, me siento rebién aquí"

Ha sido el personaje de la semana. No solo en el Barça. El primer gol que marcó el miércoles al Getafe ha dado la vuelta al planeta. Lionel Messi se ha convertido en una estrella mundial.
En apenas 13 segundos, y 21 años más tarde que Maradona en México-86, el joven delantero azulgrana se ha colado en la historia del fútbol.
Messi reflexiona para EL PERIÓDICO DE CATALUNYA sobre las repercusiones de una jugada antológica, que acabó siendo, de momento, el gol del siglo XXI.

--Se habrá cansado de hablar tanto del gol.

--No. Sinceramente no he hablado mucho del gol. Hice la rueda de prensa y poco más. Estoy tranquilo. No me agobia hablar de eso. Es lindo que la gente siga comentándolo. Pero ahora lo más importante ya es el partido ante el Villareal.

--¿Qué diría del gol si no lo hubiera marcado usted?

--Fue un gol lindo por cómo se produjo la jugada, por dónde empezó. Si no lo hubiera marcado yo... diría que fue buenísimo.

--A partir de ahora, los siguientes que anote serán peores, más feos.

--Nunca he pensado en lograr goles bonitos. Si lo piensas, no sale.

--¿Cuál es el comentario que más le ha gustado?

--Me emocionó el de Deco al acabar en el partido. Apenas salió del vestuario dijo: "Es el gol mas bonito que he visto en mi vida".

--¿Y sus familiares?

--Mi padre me felicitó y mi hermano no paraba de abrazarme en el coche. Estaban más contentos que yo. Luego hablé con mi madre, que está en Argentina. Todos estábamos felices.

--Valdano dijo que era un milagro ser Messi, que usted pueda seguir rindiendo a un alto nivel con toda la presión que le rodea.

--Valdano siempre tuvo buenas palabras hacia mí y se lo agradezco. Lo conocí, estuve con él y me pareció una persona estupenda. No me parece un milagro. No pierdo la tranquilidad y vivo como siempre, no me canso de repetirlo. Lo he dicho muchas veces: solo pienso en jugar a fútbol y en salir a la cancha para dar lo mejor de mí mismo para el equipo y los compañeros. Cuando eso termina, no pienso en lo que sucede fuera.

--¿Podrá seguir siempre así, ajeno a tanto ruido?

--Sí, claro. Sin duda. ¿Por qué no? No hay motivo para cambiar. Nada te tiene que cambiar si solo piensas en jugar a fútbol.

--Pero la expectación y los compromisos no paran de aumentar a su alrededor. ¿Podrá resistirlo?

--Creo que sí. Solo hay que mirar a Ronaldinho, es un buen ejemplo. Basta con ver cómo lleva todo lo que le rodea a él. Sigue siendo el mismo, conserva la humildad y la sencillez de siempre.

--¿El fútbol es el centro de su vida?

--Es importantísimo. A mí me encanta. Disfruto muchísimo cuando tengo que entrenar o jugar. Pero una vez que termina eso, no pienso más en el fútbol. Y hago mi vida normal.

--¿Y cómo es su vida normal?

--La misma de un chico de mi edad, no hago nada distinto a lo que hacen los demás: me levanto, desayuno, entreno y vuelvo a casa. Por la tarde estoy con mi familia o salgo con amigos, voy a sus casas. No me gusta mucho caminar o pasear cerca del mar, prefiero dormir la siesta.

--¿Es adicto a los videojuegos?

--Antes estaba enganchado, ahora juego muy poco en casa y solo cuando vamos fuera con el equipo. Formaba los equipos del Barça y de Argentina. Jugaba con Messi, claro.

--¿Cuál es el bueno? ¿Quién hace cosas mejores, el de la Playstation o el de carne y hueso?

--El de la play es mejor. Al principio nos reíamos mucho con mi hermano. Me resultaba raro verme en la máquina, recién empezaba en el Barcelona. Cogía el balón y no lo tocaba nadie más.

--¿En la play marcó el gol que logró el miércoles?

--Sí, en la consola ya marqué ese gol. Con las manos es más fácil.

--Con el Barça y con Argentina.

--Siempre. El Barça me lo brindó todo, siempre estaré agradecido por lo que hizo por mí y por mi familia en su momento. Me hizo sentir bien y nunca me faltó de nada cuando llegué acá. Argentina es mi selección, es mi país. Antes, en Rosario la gente me paraba y me decía cosas hermosas. Ahora me pasa en todo el país.
--¿Qué recuerdo tiene ahora de sus primeros meses en Barcelona?

--Fueron durísimos. Para mí y para mi familia. Estábamos lejos de todo, de nuestro país, nuestras raíces, todo era nuevo para nosotros. Pero nunca tuve la tentación de volver a casa. Siempre había soñado con jugar profesionalmente y era lo que buscaba: en Newell's y cuando se dio la posibilidad de ir al Barcelona.

--¿No tuvo nunca ningún bajón?

--Siempre confié en poder llegar al primer equipo si trabajaba y me exigía yo mismo. Al principio, extrañaba mucho mi país. En Argentina se habían quedado mis tíos, mis primos y los amigos. Estuve tres o cuatro meses sin jugar por culpa del tránsfer y de problemas burocráticos. Solo podía entrenarme. Eso fue lo peor. Terrible. En ese momento nuestra familia estaba más unida que nunca y salimos adelante. Mi padre me preguntó un día: "Leo, ¿te quieres quedar acá o nos volvemos a Argentina haciendo lo mismo?". Le contesté que no. "Me quedo acá, papá. Estoy en busca de mi sueño", le dije. Yo había tomado la decisión de venir a Barcelona y quería seguir.

--Además, se lesionó.

--Encima eso, en mi primer partido como local en los campos del Mini. Llevaba 10 minutos de partidos y sufrí una fractura de peroné. Otro mes y medio parado. Luego me fui a Argentina de vacaciones y, al volver, empecé a jugar sin parar y no me lesioné más hasta el primer equipo. Ante el Chelsea, el año pasado, cuando mejor estaba. Pero de aquel percance aprendí para asimilar la de esta temporada.

--¿Qué habría sido Messi de no ser futbolista?

--Pues no sé lo que habría sido de mí. De chiquito soñé con ser futbolista y nunca hice nada para hacer otra cosa. En los estudios era un desastre, así que mucho no iba a poder ser... Nunca me atrajo nada que no fuera el fútbol, me encantaba. Con cinco años, ya empecé a jugar en un club, aunque antes ya jugaba en la calle.

--¿Se considera un producto de la calle?

--En Argentina es muy normal, cuando se es chiquito, jugar en la calle. Está llena de niños. Es donde empecé. Acá nunca vi un partido en la calle. Cuando llegamos a Barcelona, lo hablábamos con la familia: "¿Has visto? Acá no sale nadie a la calle, no hay partidos". En Barcelona no hay lugares para montar partiditos. Allá sucede lo contrario: encuentras cualquier lugar para colocar dos piedras como portería y jugar un partido.

--¿Qué se aprende en la calle?

--Aprendes muchísimas cosas. Juegas en terrenos de tierra, donde la pelota te va haciendo botecitos, como un conejo, y juegas contra chicos más grandes. Por eso luego nunca te asustas de nada. De chiquito, jugaba contra mi hermano, que tiene seis años más, y sus amigos. En realidad, no me dejaban jugar porque no querían enfrentarse a mí.

--¿Por qué? ¿Por bueno?

--Porque no querían... (ja ja ja) Cuando empecé en Newell's, tampoco me dejaban. Decían que me querían cuidar. En la calle se aprende mucha picardía. Mucha trampa en el buen sentido. En la calle lo aprendí todo, se disfruta muchísimo. Esos partidos de chico son los más lindos que he jugado nunca. Son inolvidables, más lindos que el de un campo grande. Por la sensación de libertad que tienes, porque haces lo que quieres, porque no hay responsabilidad. Se trata solo de jugar y divertirte. Y te puedes pelear con el compañero. A veces se peleaban conmigo porque no pasaba el balón.

--¿Nunca ha tenido miedo?

--A veces miraba a los defensas y decía: ¡uff, qué grandote es este tío! Pero asustarme, nunca. ¿Por qué? Dentro de una cancha nunca tuve miedo. ¿Que te puede pasar en la cancha? Nada ¿Que te den una patada? No puedes pensarlo. ¿Si me han intimidado? Muchas veces. Acá no tanto. Pero en Argentina, siendo un niño, lo intentaban. Me decían de todo. Con la selección también, sobre todo en Uruguay y Paraguay. Es muy normal.

--¿Piensa en lo que va a hacer en el césped?

--No. Nunca pienso en regates ni en lo que voy a hacer, ni practico nada. Hago lo mismo que en la calle, lo que me sale en el momento. Es inspiracion: si tengo un problema lo resuelvo al momento, no hay nada predeterminado. Me pasó en el gol del otro día. Cuando iba a tirar, vi que el defensa se lanzaba al suelo y entonces pensé en tocarla con la derecha. Sí, la pierna mala. Pero he mejorado mucho. Ya marqué un gol al Sevilla con ella.

LEO, ENTRE LA CALLE Y EL PATIO DEL COLEGIO

Desde el miércoles por la noche, cuando ocurrió lo que ocurrió, ha habido momentos en que muchos de los que estuvieron en el Camp Nou y vieron lo que vieron habrán caído en la tentación de pensar que, tal vez, no ocurrió lo que ocurrió y no vieron lo que vieron. Tranquilos. No son los únicos que han cometido ese pecado, no son los únicos que, como San Pedro, han negado a Messi una vez, o dos veces, o tres incluso, y han creído haber soñado la recreación de una jugada imposible, el gol que hace 21 años marcó Diego Armando Maradona sin la ayuda de la mano de Dios, que ni falta que hace cuando se juega como los ángeles. Hay quien sospecha haberse echado las manos a la cabeza y al mirar a un lado y a otro, ver a otros 55.000 soñadores imitándole, creyendo haber visto que una pulga de 19 años hacía ni más ni menos lo mismo que el Pelusa, paso a paso, en una carrera de 13 segundos que no cabe ni en un sueño porque rompe cualquier ley. Desde el miércoles por la noche, muchos sueños parecen demasiado reales comparados con lo que ocurrió en el Camp Nou. Aunque lo mejor de ese sueño es que fue real.
A Leo Messi, ese pequeño diablo, no le gusta hablar demasiado. Le cuesta dejarse ver más allá de lo que hace cuando tiene la pelota en los pies, el mejor lenguaje que conoce, el que le hace sentirse más cómodo porque no necesita pensarlo.


Pero en esta entrevista con EL PERIÓDICO da muchas pistas de lo que se esconde ahí dentro. Cuenta que los partidos más "lindos" han sido los que jugó en la calle, un escenario que día a día se va perdiendo para dar paso a otros menos naturales, menos infantiles, menos auténticos. Ese es uno de los encantos de Messi, un futbolista que evoca las esencias de este juego cuando aún no era un deporte, al fútbol de patio de colegio, al compañero que siempre queríamos en nuestro equipo, al primero que elegíamos, al deseo que todos hemos tenido de coger el balón y regatearte a la clase entera, una y otra vez. Todos querríamos ser Messi, pero todos nos conformaríamos con ser Xavi y darle cada vez la pelota esperando que nos la devuelva para hacer una pared, y esperar en vano, y verle echar a correr, y sonreír con el primer caño y con el segundo, y pensar "este la va a liar" y quedarte quieto, embobado, mientras él va dejando atrás a la clase entera y volver a marcar el gol que cualquiera querría marcar, pero que siempre marca él y al abrazarle volver a susurrarle: "Pareces Maradona".
Cuando Messi decidió quedarse en el Barça, le dijo a su padre una frase ante la que es difícil no sentir cierto cosquilleo: "Me quedo acá. Estoy en busca de mi sueño". El sueño que busca ya lo ha encontrado y ahora es él quien nos hace soñar a todos, y desear que siempre juegue en nuestro equipo.

"EL BARÇA ME DA TODO, ME SIENTO REBIÉN AQUÍ"

En el Barça, Leo Messi irrumpió a lo grande, saltándose todas las jerarquías. Desde el primer día, causó asombro. Y Ronaldinho, el mejor del mundo, no tardó ni un segundo en conectar con él. Tampoco Deco, Sylvinho y Motta, jugadores todos ellos que han protegido a un joven que conquistó a todos por su osadía e irreverencia futbolística. En el Barça, Leo ha encontrado el equipo perfecto.

--¿Qué papel ha jugado Ronaldinho en su rápida adaptación?

--Me ha ayudado mucho, como ya he comentado muchas veces. Le agradezco a todo el vestuario la forma como me recibieron. En especial a Ronnie, Deco, Motta, Sylvinho. Desde el primer día me hicieron sentir muy cómodo. Si uno es feliz ahí dentro, luego puede jugar más tranquilo. Más tranquilo y mejor, porque sientes que tienes más libertad. Para mí, Ronaldinho ha sido muy importante. Es grandísimo, disfruto jugando con él, viendo las cosas que hace.

--¿Se entienden bien?

--Sí. Es verdad que yo estoy en el otro lado del campo. Pero nos llevamos muy bien. Cuando estoy en la otra punta del campo y veo las cosas tan espectaculares que hace, me río. No lo puedo evitar. Es espectacular lo que puede llegar a hacer con una pelota. Además, mira cómo lleva todo lo que le rodea. ¡Cómo lo hace! Vaya donde vaya, siempre tiene sonrisas para todos, firma autógrafos a todo el mundo y continúa como siempre.

--A veces da la sensación de que Deco ejerce de padre suyo.

--Deco es igual que Ronnie. Me ayudó, me cuidó, me aconsejó, me mimó en todo. Dentro y fuera del campo. Como los otros jugadores que dije antes. Desde el primer momento en que conocí a Deco hubo una conexión especial. Fue en la primera gira, tanto suya como mía. Yo acababa de llegar al primer equipo y él estaba recién fichado. Recuerdo que en los viajes por Asia se ponía a hablar conmigo y yo no le entendía nada. Entonces, él no hablaba ni una sola palabra de castellano. Solo en portugués o medio brasileño. Sylvinho, como había estado en el Celta, sí. Aún hoy, nos reímos cuando pensamos en esos primeros días y le digo: "Deco, no me quería acercar a ti porque no te entendía nada".

--Además, su aparición en el Barça ha coincidido con uno de los mejores equipos de todos los tiempos.

--Sí, eso es cierto. He tenido la suerte de entrar en un equipo como este. Es impresionante. Pero no impresionante solo por cómo juega ni por las cosas que ha ganado, sino por el tipo de personas que hay en el vestuario. Todos me ayudaron. No solo Ronnie, Deco, Sylvinho y Motta. Todos me aconsejaron. Jugar en un equipo así es mucho más fácil. Con futbolistas de tanta calidad, eso te facilita mucho más las cosas.

--¿Qué influencia ha tenido Rijkaard en su carrera?

--Ha sido mi primer entrenador en Primera División. Me ayudó mucho en todo. Todavía recuerdo cuando al principio me dejaba fuera de algunas convocatorias. Yo me enojaba mucho, muchísimo. Pero después, pensando en frío, veo que hacía todo eso por mi bien. Muchas veces lo hablo con mi papá: "Viste, Frank lo hizo todo bien. Yendo despacio me fueron bien las cosas, sin apresurarme, poco a poco, todo salió mejor. Él fue quien me guió".

--Tras el fastuoso gol, todos los clubs del mundo querrán ficharle, especialmente los italianos.

--Da igual. Estoy en uno de los mejores equipos del mundo. Si no el que mas. Además, vivo en Barcelona, una ciudad en la que llevo más de seis años, me siento muy cómodo. No puedo pedir más. Hace casi siete años que estoy, acá lo tengo todo. Puedo salir a caminar, a pasear tranquilamente. En Rosario, por ejemplo, cuando me estaba recuperando de la lesión, lo intenté una vez y se me tiraron todos encima. Fue algo increíble.

--¿No se iría, aunque le dieran mucho más dinero?

--No, cuando se empezó a hablar del interés del Inter, hace unos meses, ya dije lo que pensaba. Lo más importante es que yo me sienta cómodo y no pensar en el dinero que haya. Otro club no me puede ofrecer lo que ya tengo aquí: un equipo competitivo que puede ganar títulos, una gran ciudad y un ambiente muy bueno en el vestuario. El Barça me da todo, me siento rebién aquí.