Penya Barcelonista de Lisboa

dilluns, de desembre 11, 2006

UN TÍTULO CON HISTORIA - La Copa que falta


UN TÍTULO CON HISTORIA
La Copa que falta
• El Barça partió hacia Japón en busca del único trofeo que no ha conquistado nunca
• Rijkaard lo ganó dos veces como jugador

Joan Domènech/Barcelona. Marcos López/ Yokohama

Hace casi medio siglo eran los encuentros más esperados por el mundo. Entonces, el campeón de Europa y el de América libraban un duelo a doble partido para coronarse como el mejor equipo del planeta. Pero esa efervescencia por la Copa Intercontinental se fue disipando poco a poco, por el desinterés de los clubs europeos, hasta que la firma automovilística Toyota primero, y la FIFA después, reflotaron un trofeo que nunca sobra en ningún palmarés. En el del Barça, es el único que falta.
EL TORNEO
Lo ideó Bernabéu y ha tenido tres nombres- A finales de los 50, en los duros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el fútbol comenzaba a organizarse al crearse la Copa de Europa (temporada 1955-56) y la Copa Libertadores americana (1960), alguien pensó que debería existir también un título que identificara al mejor equipo del mundo.
Esa idea procedió de Santiago Bernabéu, el presidente del Madrid, quien aprovechando el impulso de una época gloriosa --ganó el club blanco las cinco primeras Copas de Europa de forma consecutiva-- apadrinó e impulsó el proyecto.
Lógico resulta, por tanto, que el primer gol de la Copa Intercontinental lo firmara el recientemente fallecido Ferenc Puskas --enterrado el sábado--, ante 120.000 personas que abarrotaban el Bernabéu el 4 de septiembre de 1960 en el partido de vuelta con el Peñarol (la ida acabó 0-0 en Uruguay).
Aquella final ya fue transmitida en directo por televisión a 13 países, con una audiencia estimada, según recuerda ahora la FIFA, de 150 millones de personas.
Después, vinieron los años dorados de la competición, con duelos históricos, antes de ir extinguiéndose lentamente, hasta el punto de que tuvo que ser Toyota, la multinacional japonesa, quien diera nombre al torneo a partir de 1980.
En 20 años, dos nombres. Y en el 2000, la FIFA intentó, sin éxito, gestionar la vieja idea de Bernabéu, que iba cayendo en el desinterés por la desidia de los clubs europeos, básicamente, ante las dificultades que encontraban. Pero en América, los niños nunca dejaron de adorar una competición que proclamaba al ganador como el mejor del mundo.
LOS PROBLEMAS
Europa le dio la espalda y renunció en los 70Superado el encanto inicial, Europa descubrió que la Copa Intercontinental le traía más problemas que beneficios. Hasta cuatro campeones europeos --Ajax de Amsterdam (1971 y 1973), Bayern de Múnich (1974), Liverpool (1977) y Nottingham Forest (1979) se pusieron de acuerdo en la década de los 70 para darle la espalda a un torneo incómodo y cedieron su plaza al subcampeón de la Copa de Europa. Renunciaron por diferentes motivos: por la época del año en que debía jugarse, con frecuentes discusiones con el rival suramericano para pactar las fechas; por los largos viajes que provocaba entonces, cuando se jugaba a doble partido de ida y vuelta; y, además, por la dureza que solían exhibir los equipos suramericanos ante las grandes estrellas europeas.
Basta recordar lo que sucedió con Johan Cruyff en Argentina (6 de septiembre de 1972) cuando fue cazado por Mircoli, un defensa del Independiente. El Ajax, que dominaba entonces en Europa con tres títulos consecutivos (1971, 72 y 73), se metió en el descanso al término de la primera mitad y se negaba a volver al campo, indignados por la dureza del rival.
Los holandes regresaron, claro, y en Amsterdam, con un inspiradísimo Johan Neeskens, que marcó un gol, el Ajax se llevó su primera Copa Intercontinental. Cruyff, por si acaso, se negó a jugar las otras. No se quedó solo en esa rotunda postura. Las ediciones de 1975 y 1978 ni siquiera se llegaron a disputarse.
El Ajax no fue el único en sufrir la agresividad de los campeones suramericanos. En 1967, el portero del Celtic recibió una pedrada en el desempate ante el Racing de Avellaneda (Argentina) en un partido que registró cinco expulsados.
Al año siguientes, Estudiantes y Manchester United acumularon tres expulsados más en otra exhibición de violencia futbolística.
LAS LEYENDAS
Maradona, el único de los grandes que no la ganóCada época ha tenido una leyenda. Y cada leyenda ha ganado, al menos, una Copa Intercontinental. El único de los cuatro grandes mitos de la historia del fútbol mundial que no cumple fielmente esa premisa es Diego Armando Maradona.
De joven no pudo ganar la Libertadores con el Argentinos Júniors ni el Boca Júniors y cuando se marchó a Europa ni Barcelona ni Napóles fueron campeones en el Viejo Continente.
Así, el Pelusa no figura en la relación ááde los futbolistas que inició Alfredo di Stéfano en el Madrid (1960), continuada luego por O Rei Pelé (el Santos fue el primer campeón dos años consecutivos), que cedió el testigo al Inter de Mazzola y Luis Suárez antes de que el Ajax de Cruyff ganara un torneo y se negara a jugarlo más.
En ese trayecto de la década de los 80 cuando Maradona asombraba con la selección, la Juventus de Platini y Michael Laudrup abría el camino al gran Milan de Sacchi.
El Milan de Rijkaard, Van Basten y Gullit, el equipo que anunció la modernidad con 20 años de antelación, logrando encadenar dos títulos seguidos (1989 y 1990), algo solo que pudo repetir el Sao Paulo que batió al dream team (1992 y 1993).
Desde entonces, la alternancia de jóvenes estrellas (tipo Kluivert) que no se consolidaron en la élite, ha convivido con talentos incombustibles.
El ejemplo es Zidane, campeón con la Juve (1996) y luego con el Madrid (2002).Por el torneo han desfilado auténticas leyendas y otros jugadores que no cumplieron las expectativas aunque en Japón conocieron la gloria.
Le sucedió a Beckham, con el Manchester en el 2002, y a Riquelme en el 2002, cuando pisó la pelota en Asia para derrotar, y bailar, al Madrid de Figo y ganarse de paso un billete para el Camp Nou. Donde nunca fue Riquelme. Siempre tendrá un trofeo que Maradona, su ídolo, no tuvo la oportunidad de disputar.
LOS EQUIPOS
El Atlético, un 'intruso' entre campeonesLos grandes clubs han traducido sus mejores ciclos deportivos en trofeos. Cinco de ellos (Nacional de Montevideo, Milan, Boca Júniors, Peñarol y Real Madrid) han conquistado la competición en tres ocasiones y otros ocho, dos veces. En ese prestigioso elenco chirría la ausencia del Barça.
Destaca, en cambio, la presencia del Atlético de Madrid, un intruso en el historial del torneo. Es el único campeón del mundo que no ha sido campeón de Europa.El club colchonero tuvo una oportunidad en 1974 y la aprovechó. Sucedió cuando la Intercontinental apuntaba una incipiente decadencia.
El Ajax ya había renunciado dos veces (1971 y 1973) a disputar la competición, miedoso y alarmado por el desmesurado ímpetu de los clubs suramericanos. El equipo holandés fue sustituido en ambas ocasiones por el subcampeón de Europa, el Panathinaikos y la Juventus respectivamente.
El Borussia Moenchengladbach (1977) y el Malmoe de Suecia (1979) la jugaron en lugar del Liverpool y el Nottingham Forest.El Atlético aprovechó la negativa del Bayern de Múnich, su verdugo en la final continental. Aquel Atlético que se enfrentó al Independiente de Avellaneda estaba dirigido en el banquillo por Luis Aragonés, meses después de retirarse como futbolista, y por Reina, Irureta, Adelardo y Gárate en el césped.
El once madrileño perdió la ida (1-0) pero pudo superar ese marcador el 12 de abril de 1975 con dos goles de Irureta, el técnico del Betis, y el argentino Ratón Ayala.
EL BARÇA
La segunda ocasión para completar el palmarés. Catorce años ha tardado el Barça en poder disfrutar, tan solo, de la segunda oportunidad de su historia para conquistar el único trofeo que le falta en las vitrinas. Desperdició la primera en 1992, cuando el dream team de Cruyff sucumbió frente al Sao Paulo tras adelantarse en el marcador con un gol de Stoichkov.
Raí, que por entonces era conocido como el hermano de Sócrates, excapitán de la selección brasileña, marcó los dos goles que frustraron al barcelonismo en una final que se disputó al mediodía en Japón (madrugada en Catalunya).
El hoy milanista Cafú era uno de los integrantes del Sao Paulo, como también lo era Toninho Cerezo, que en su regreso a Brasil se sacó la espina de la derrota del Sampdoria en la final de Wembley.
El equipo de Cruyff viajó tres días antes del encuentro eufórico tras golear al Cádiz (0-4) y por ser líder en la Liga.
El Barça caminaba eufórico, como se vio en el campo. Cruyff alineó solo un marcador, Ferrer, que vigiló a Muller, y quiso reciclar a Eusebio para ayudar a Koeman en tareas defensivas.
Eusebio y Txiki Begiristain forman parte de la expedición que viajó ayer a Yokohama.
Ellos no pudieron conquistar como futbolistas lo que ahora aspiran a ganar como técnicos. Pueden estar tranquilos. En el banquillo se sientan dos campeones.
Rijkaard logró dos títulos con el Milan (marcó dos goles en el 3-0 que encajó el Olimpia de Asunción en 1990) y Neeskens fue campeón en 1972 con el Ajax.
LA ORGANIZACIÓN
El último negocio que tutela la FIFALa firma Toyota reimpulsó un torneo que languidecía y convirtió en tradición la disputa de la Intercontinental en Japón a partido único, suprimiendo el conflicto para la elección de las fechas.
Comprobado el éxito mediático y la repercusión que volvía a tener el torneo, la FIFA quiso tutelar la organización al atisbar un nuevo negocio del que podría extraer beneficios económicos.
La organización futbolística mundial abrió la puerta a a los campeones de todas las confederaciones y amplió el calendario a una semana.
Para estimular el interés, hay un premio económico añadido a la gloria que supone proclamarse campeón del mundo.
El ganador se llevará 4,5 millones de euros. El sexto clasificado se verá compensado con un millón.
La diferencia de nivel sigue siendo evidente. La final, por ahora, sigue siendo exclusiva de los representantes europeo y suramericano.
Es decir, el domingo se espera una final entre el Inter de Porto Alegre y el Barça.