Guardiola también conquista Mestalla
Guardiola también conquista Mestalla
Messi marca en un remate de primeras en un Barça sin la espectacularidad habitual.- El Valencia se exprime táctica y físicamente, pero le falta profundidad
CAYETANO ROS - Valencia - 03/03/2011
La única plaza que le quedaba en Primera la conquistó Guardiola. Por eso lo celebró a lo grande en el banquillo de Mestalla con su ayudante, Tito Vilanova. Sin la espectacularidad habitual, sino sufriendo más de la cuenta y resolviendo con la aparición más inesperada de Messi, en un remate de primeras después de que hubiese desperdiciado varios uno contra uno con Guaita en la primera parte. El Valencia no tuvo bastante con un Banega en su mejor versión. Ni con exprimirse táctica y físicamente ante el rival azulgrana. Le faltaron delanteros en el primer tiempo y en el segundo careció de llegada.
Ante el arranque espumoso del Valencia, a tope de revoluciones, el Barça intentó aplicar su hechizo habitual al esférico. Lo logró a partir de la media hora cuando el esfuerzo físico empezó a pasarles factura a los valencistas. Estos habían presionado en campo azulgrana, con el peligro de que les robaran la cartera a los centrales cuando quisieran salir con el balón jugado. Ahí Messi encontró una mina.
El delantero argentino achuchaba a los zagueros y, estos, asustados, se enredaban con la pelota. Lo que propició que La Pulga visitara al portero local Guaita con asiduidad. Extrañamente sin éxito. En la primera, dispuso Messi de hasta tres disparos a escasos metros del arquero valenciano, repelidos por este o por el cuerpo de Ricardo Costa. Y en la segunda, tras una pérdida de Dealbert, Messi alzó demasiado una picadita preciosa, obstruido por un Guaita que aguantó de rodillas. Messi anduvo demasiado solo en las embestidas. Poco asistido por Xavi e Iniesta. O mal acompañado por un Adriano impreciso en el último toque en ese primer periodo. Sin entenderse tampoco con Villa, a quien le recriminó que no tirara el desmarque adecuado.
Tras la salida en tromba, el Valencia fue perdiendo presencia y la idea de Emery de llegar desde la segunda línea, puesto que no alineó a ningún delantero, quedó en nada. O si acaso en ese pase en profundidad de Mata por el que Jordi Alba dribló a Pinto antes de marcar, anulado por un fuera de juego muy ajustado. En esa acción se lastimó el portero azulgrana, recuperándose durante todo ese primer tiempo mientras el joven Miño calentaba en la banda de Mestalla.
El partido fue tan caliente que Guardiola se olvidó de la lumbalgia y salió del banquillo para tratar de encontrar el gol que se le resistía. Su alineación había sido un jeroglífico que los expertos trataron de resolver antes del comienzo. Adriano como interior izquierdo por delante de Abidal y Busquets en el centro de la defensa. Busi, también de central, jugó de memoria.
El cuerpo técnico local dejó en el banquillo a David Navarro después de la polémica de los últimos días y los codazos ante el Athletic. La idea de jugar con un media punta, Mata, y sin delanteros, le vino a Emery de una visita anterior del Barcelona de Guardiola a Mestalla, con un empate que satisfizo al entrenador vasco.
Como entonces, al Valencia le faltaba punta en el centro de su ataque y Emery lo resolvió en el descanso con la entrada de Soldado por un irrelevante Joaquín. El disparo cruzado de Soldado, a bote pronto, advirtió que ahora sí el cuadro de Emery podía hacerle daño al Barça. El nuevo dibujo benefició a todos, también a los mediocentros, Tino Costa y Ever Banega, que disponían de una referencia en ataque. La pareja de los argentinos, sin un medio de contención a sus espaldas, trabajaron como nunca. Y se entendieron como siempre, anulando en parte a Xavi e Iniesta.
El rumbo del encuentro le disgustó a Guardiola, que saltó del banquillo y ordenó a Pedro que acelerara su incorporación. La entrada del extremo canario por Mascherano propició un Barça más reconocible, moviéndose tres piezas: Adriano ocupó el lateral izquierdo, Abidal pasó a ser central y Busquets ascendió al medio del campo.
El Barça, sin embargo, pareció levantar durante unos minutos la bandera blanca. Y justo cuando el Valencia entendió que tenía controlado el partido, el cuadro de Guardiola dio el zarpazo definitivo. Esta vez Messi no necesitó una gran retórica llena de quiebros y cambios de ritmo, sino un simple toque de primeras, con el interior del pie zurdo, tras una cesión desde la izquierda de Adriano. Un gol que definía el partido sobrio del Barça. El brasileño Jonas trató de animar el ataque local en el último tramo, pero se topó con un Barça pétreo: menos vistoso que otras veces pero igual de efectivo.
Messi marca en un remate de primeras en un Barça sin la espectacularidad habitual.- El Valencia se exprime táctica y físicamente, pero le falta profundidad
CAYETANO ROS - Valencia - 03/03/2011
La única plaza que le quedaba en Primera la conquistó Guardiola. Por eso lo celebró a lo grande en el banquillo de Mestalla con su ayudante, Tito Vilanova. Sin la espectacularidad habitual, sino sufriendo más de la cuenta y resolviendo con la aparición más inesperada de Messi, en un remate de primeras después de que hubiese desperdiciado varios uno contra uno con Guaita en la primera parte. El Valencia no tuvo bastante con un Banega en su mejor versión. Ni con exprimirse táctica y físicamente ante el rival azulgrana. Le faltaron delanteros en el primer tiempo y en el segundo careció de llegada.
Ante el arranque espumoso del Valencia, a tope de revoluciones, el Barça intentó aplicar su hechizo habitual al esférico. Lo logró a partir de la media hora cuando el esfuerzo físico empezó a pasarles factura a los valencistas. Estos habían presionado en campo azulgrana, con el peligro de que les robaran la cartera a los centrales cuando quisieran salir con el balón jugado. Ahí Messi encontró una mina.
El delantero argentino achuchaba a los zagueros y, estos, asustados, se enredaban con la pelota. Lo que propició que La Pulga visitara al portero local Guaita con asiduidad. Extrañamente sin éxito. En la primera, dispuso Messi de hasta tres disparos a escasos metros del arquero valenciano, repelidos por este o por el cuerpo de Ricardo Costa. Y en la segunda, tras una pérdida de Dealbert, Messi alzó demasiado una picadita preciosa, obstruido por un Guaita que aguantó de rodillas. Messi anduvo demasiado solo en las embestidas. Poco asistido por Xavi e Iniesta. O mal acompañado por un Adriano impreciso en el último toque en ese primer periodo. Sin entenderse tampoco con Villa, a quien le recriminó que no tirara el desmarque adecuado.
Tras la salida en tromba, el Valencia fue perdiendo presencia y la idea de Emery de llegar desde la segunda línea, puesto que no alineó a ningún delantero, quedó en nada. O si acaso en ese pase en profundidad de Mata por el que Jordi Alba dribló a Pinto antes de marcar, anulado por un fuera de juego muy ajustado. En esa acción se lastimó el portero azulgrana, recuperándose durante todo ese primer tiempo mientras el joven Miño calentaba en la banda de Mestalla.
El partido fue tan caliente que Guardiola se olvidó de la lumbalgia y salió del banquillo para tratar de encontrar el gol que se le resistía. Su alineación había sido un jeroglífico que los expertos trataron de resolver antes del comienzo. Adriano como interior izquierdo por delante de Abidal y Busquets en el centro de la defensa. Busi, también de central, jugó de memoria.
El cuerpo técnico local dejó en el banquillo a David Navarro después de la polémica de los últimos días y los codazos ante el Athletic. La idea de jugar con un media punta, Mata, y sin delanteros, le vino a Emery de una visita anterior del Barcelona de Guardiola a Mestalla, con un empate que satisfizo al entrenador vasco.
Como entonces, al Valencia le faltaba punta en el centro de su ataque y Emery lo resolvió en el descanso con la entrada de Soldado por un irrelevante Joaquín. El disparo cruzado de Soldado, a bote pronto, advirtió que ahora sí el cuadro de Emery podía hacerle daño al Barça. El nuevo dibujo benefició a todos, también a los mediocentros, Tino Costa y Ever Banega, que disponían de una referencia en ataque. La pareja de los argentinos, sin un medio de contención a sus espaldas, trabajaron como nunca. Y se entendieron como siempre, anulando en parte a Xavi e Iniesta.
El rumbo del encuentro le disgustó a Guardiola, que saltó del banquillo y ordenó a Pedro que acelerara su incorporación. La entrada del extremo canario por Mascherano propició un Barça más reconocible, moviéndose tres piezas: Adriano ocupó el lateral izquierdo, Abidal pasó a ser central y Busquets ascendió al medio del campo.
El Barça, sin embargo, pareció levantar durante unos minutos la bandera blanca. Y justo cuando el Valencia entendió que tenía controlado el partido, el cuadro de Guardiola dio el zarpazo definitivo. Esta vez Messi no necesitó una gran retórica llena de quiebros y cambios de ritmo, sino un simple toque de primeras, con el interior del pie zurdo, tras una cesión desde la izquierda de Adriano. Un gol que definía el partido sobrio del Barça. El brasileño Jonas trató de animar el ataque local en el último tramo, pero se topó con un Barça pétreo: menos vistoso que otras veces pero igual de efectivo.
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