Crònica del diario Marca.com Madrid
Otro capítulo en el monólogo azulgrana
. Anestesia rápida. Si ya es difícil sacar algo del Camp Nou, la empresa se hace poco menos que imposible si recibes un gol en el primer minuto del partido.
. Anestesia rápida. Si ya es difícil sacar algo del Camp Nou, la empresa se hace poco menos que imposible si recibes un gol en el primer minuto del partido.
. El nuevo rol de Pedro e Iniesta. Con Messi vestido de asistente, al tinerfeño y al manchego les ha dado por disfrazarse de goleadores.
El Barcelona siguió sumido en esa deliciosa rutina ganadora y condenó al Racing a la ya habitual resignación del que visita el Camp Nou. Sin forzar la máquina, los de Guardiola golearon al conjunto cántabro con goles de Pedro, Messi de penalti e Iniesta y tacharon el vigésimo compromiso doméstico en su calendario dispuesto hacia el título. Es la inercia del líder.
En eso se ha convertido el campeonato para los azulgrana. En una insulsa responsabilidad que tiene sus episodios cada siete días. Más previsible que una de esas americanadas de Hollywood. Tan habitual como ir a comprar el pan los domingos. Por la misma ley inalienable por la que hace frío en invierno o se suda en verano, el Barça gana cada fin de semana. Juega tan bien y gana tan fácil que ya a alguno le puede hasta resultar aburrido.
Dicho esto, sólo queda saber cuánto duran las resistencias planeadas por su rival. La del Racing de Portugal se desmontó en un minuto. Es difícil imaginar un técnico metódico que dedique horas y prepare a conciencia el marrón de acudir al Camp Nou para ver como la ilusión y la táctica dura un suspiro.
Éso fue lo que tardó Pedro en culminar una gran acción de Messi en el primer minuto de partido. El tinerfeño puede que estuviera en posición incorrecta, pero eso es lo de menos. De no marcar ahí, hubiera sido dos minutos después, o veinte. Pero el gol, no lo duden, habría llegado.
Sin grandes esfuerzos
Las pulsaciones de los de Guardiola bajaron levemente y el Barça optó por poner la marcha automática, ésa que te lleva a tu destino a un ritmo adecuado sin tener que hacer el mínimo esfuerzo. Porque a los azulgrana no les hizo falta jugar especialmente bien, ni desgastarse en la presión como en otras ocasiones. Sólo apoderarse del balón como siempre y esperar.
Mientras Rosenberg intentaba darle la noche a Abidal, hoy central por Piqué, y Christian suspiraba por ver enfrente a Adriano y no a Dani Alves, Villa se estrellaba, una vez más, contra todos los elementos. Al 'Guaje' le pasa de todo cuando pisa el área: el portero, un defensa que va al suelo, un topo que sale del césped...lo que sea para no marcar.
Pese a todo y como cualquiera en este Barça, funciona. Y en una de esas aportaciones del asturiano llegó el inocente penalti de Henrique. Un par de amagos de Villa sirvieron para llevar el balón a los once metros. Messi hizo el resto.
Transitaba el partido hacia otro triunfo azulgrana de manera plácida y solamente alterada por algún sobresalto protagonizado por Adrián. Así que por si el Racing quería que hubiera partido, el Barça puso una marcha más y marcó el tercero. Un exquisitó taconazo de Pedro habilitó a Iniesta para que prolongue su inusual idilio con el gol. El manchego, además de todo lo que hace, ahora también marca goles.
Quedaba media hora por delante pero la historia ya estaba escrita, contada y más que difundida. Fue el vigésimo capítulo del prestigioso libro azulgrana. Veremos si en el desenlace hay sorpresas, aunque tiene toda la pinta que en Can Barça el final, como en las buenas historias, también será feliz.
El Barcelona siguió sumido en esa deliciosa rutina ganadora y condenó al Racing a la ya habitual resignación del que visita el Camp Nou. Sin forzar la máquina, los de Guardiola golearon al conjunto cántabro con goles de Pedro, Messi de penalti e Iniesta y tacharon el vigésimo compromiso doméstico en su calendario dispuesto hacia el título. Es la inercia del líder.
En eso se ha convertido el campeonato para los azulgrana. En una insulsa responsabilidad que tiene sus episodios cada siete días. Más previsible que una de esas americanadas de Hollywood. Tan habitual como ir a comprar el pan los domingos. Por la misma ley inalienable por la que hace frío en invierno o se suda en verano, el Barça gana cada fin de semana. Juega tan bien y gana tan fácil que ya a alguno le puede hasta resultar aburrido.
Dicho esto, sólo queda saber cuánto duran las resistencias planeadas por su rival. La del Racing de Portugal se desmontó en un minuto. Es difícil imaginar un técnico metódico que dedique horas y prepare a conciencia el marrón de acudir al Camp Nou para ver como la ilusión y la táctica dura un suspiro.
Éso fue lo que tardó Pedro en culminar una gran acción de Messi en el primer minuto de partido. El tinerfeño puede que estuviera en posición incorrecta, pero eso es lo de menos. De no marcar ahí, hubiera sido dos minutos después, o veinte. Pero el gol, no lo duden, habría llegado.
Sin grandes esfuerzos
Las pulsaciones de los de Guardiola bajaron levemente y el Barça optó por poner la marcha automática, ésa que te lleva a tu destino a un ritmo adecuado sin tener que hacer el mínimo esfuerzo. Porque a los azulgrana no les hizo falta jugar especialmente bien, ni desgastarse en la presión como en otras ocasiones. Sólo apoderarse del balón como siempre y esperar.
Mientras Rosenberg intentaba darle la noche a Abidal, hoy central por Piqué, y Christian suspiraba por ver enfrente a Adriano y no a Dani Alves, Villa se estrellaba, una vez más, contra todos los elementos. Al 'Guaje' le pasa de todo cuando pisa el área: el portero, un defensa que va al suelo, un topo que sale del césped...lo que sea para no marcar.
Pese a todo y como cualquiera en este Barça, funciona. Y en una de esas aportaciones del asturiano llegó el inocente penalti de Henrique. Un par de amagos de Villa sirvieron para llevar el balón a los once metros. Messi hizo el resto.
Transitaba el partido hacia otro triunfo azulgrana de manera plácida y solamente alterada por algún sobresalto protagonizado por Adrián. Así que por si el Racing quería que hubiera partido, el Barça puso una marcha más y marcó el tercero. Un exquisitó taconazo de Pedro habilitó a Iniesta para que prolongue su inusual idilio con el gol. El manchego, además de todo lo que hace, ahora también marca goles.
Quedaba media hora por delante pero la historia ya estaba escrita, contada y más que difundida. Fue el vigésimo capítulo del prestigioso libro azulgrana. Veremos si en el desenlace hay sorpresas, aunque tiene toda la pinta que en Can Barça el final, como en las buenas historias, también será feliz.
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