Todavía boquiabierto...
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Martí Perarnau . Diari Sport
Martí Perarnau . Diari Sport
La descomunal exhibición del Barça en el Emirates ha sido, probablemente, la más brillante de cuantas ha realizado este club en toda su historia por más que el resultado final desmienta afirmación tan atrevida. Y deja también algunas notas que, inevitablemente, hay que comentar.
1. El mito de la eficacia: ¿ineficaz porque sólo marcó dos goles en vez de seis u ocho? El equipo fue vertical, directo y sin frivolidades. Remató a puerta cuantos balones alcanzó y desde cualquier posición. Sin requiebros ni los adornos habituales. Pero en la portería rival habitaba un pulpo. El mismo que hace cuatro años se despatarró ante Eto’o y Belletti se ha reconvertido ahora en Octopus. ¿Eso fue ineficiencia? Discrepo: el Barça remató como debía; simplemente, chocó contra un muro prodigioso.
2. Las críticas a Ibra. En efecto, en ataque estático sufre él y sufre el equipo. A Ibra le va mejor el juego directo, a la ‘italiana’. Así llegaron sus dos goles: pase largo y fabricación propia, algo poco habitual en el Barça. Pero hasta la fecha no ha fallado ni uno solo de los días grandes.
3. Recuperación de balón. La mejor noticia sobre el Emirates. Un portento estadístico (65 balones recuperados, diez más que el Arsenal), una proeza física y táctica casi siempre en la línea de inicio gunner: la mejor escuela del fútbol de posición sublimando su faceta más dura, la de recuperar el cuero tras pérdida. Uno, dos, tres, cuatro jugadores lanzándose como fieras a por el rival que había osado quitarles el cuero, pesadilla para el Arsenal, incapaz de aguantar tres segundos con el balón en los pies. Sin ser la principal seña de identidad del Pep Team, es una faceta esencial en sus éxitos.
4. Hundimiento del centro del campo. La resistencia de Almunia impidió una goleada histórica aunque no evita que el primer tiempo de Londres sea, posiblemente, una de las mejores exhibiciones de la historia del fútbol mundial. Sin goles, de acuerdo, pero memorable. Cuando llegaron los tantos de Ibra, el relax se apoderó del Barça. Es criticable, y Guardiola debe incidir en ello, pero es comprensible: todo deportista se relaja cuando cree haber llegado a la cima. Lo malo es que el Barça aún no había hecho cumbre y le quedaba un rato más de escalada. Con la entrada de Walcott el Arsenal reconquistó el balón, Xavi y Busquets lo perdieron y el sueño se trocó en pesadilla. Sin balón, el Barça también se ahoga.
5. Cesc, capítulo aparte. Perdido durante sesenta minutos en medio del vendaval blaugrana jamás se rindió ni bajó los brazos. A falta de fútbol y balón, Fàbregas dio un recital de coraje y fe. Este hombre debe volver al Camp Nou para protagonizar sus mejores hazañas. Al Barça le interesa. Cesc lo necesita.
1. El mito de la eficacia: ¿ineficaz porque sólo marcó dos goles en vez de seis u ocho? El equipo fue vertical, directo y sin frivolidades. Remató a puerta cuantos balones alcanzó y desde cualquier posición. Sin requiebros ni los adornos habituales. Pero en la portería rival habitaba un pulpo. El mismo que hace cuatro años se despatarró ante Eto’o y Belletti se ha reconvertido ahora en Octopus. ¿Eso fue ineficiencia? Discrepo: el Barça remató como debía; simplemente, chocó contra un muro prodigioso.
2. Las críticas a Ibra. En efecto, en ataque estático sufre él y sufre el equipo. A Ibra le va mejor el juego directo, a la ‘italiana’. Así llegaron sus dos goles: pase largo y fabricación propia, algo poco habitual en el Barça. Pero hasta la fecha no ha fallado ni uno solo de los días grandes.
3. Recuperación de balón. La mejor noticia sobre el Emirates. Un portento estadístico (65 balones recuperados, diez más que el Arsenal), una proeza física y táctica casi siempre en la línea de inicio gunner: la mejor escuela del fútbol de posición sublimando su faceta más dura, la de recuperar el cuero tras pérdida. Uno, dos, tres, cuatro jugadores lanzándose como fieras a por el rival que había osado quitarles el cuero, pesadilla para el Arsenal, incapaz de aguantar tres segundos con el balón en los pies. Sin ser la principal seña de identidad del Pep Team, es una faceta esencial en sus éxitos.
4. Hundimiento del centro del campo. La resistencia de Almunia impidió una goleada histórica aunque no evita que el primer tiempo de Londres sea, posiblemente, una de las mejores exhibiciones de la historia del fútbol mundial. Sin goles, de acuerdo, pero memorable. Cuando llegaron los tantos de Ibra, el relax se apoderó del Barça. Es criticable, y Guardiola debe incidir en ello, pero es comprensible: todo deportista se relaja cuando cree haber llegado a la cima. Lo malo es que el Barça aún no había hecho cumbre y le quedaba un rato más de escalada. Con la entrada de Walcott el Arsenal reconquistó el balón, Xavi y Busquets lo perdieron y el sueño se trocó en pesadilla. Sin balón, el Barça también se ahoga.
5. Cesc, capítulo aparte. Perdido durante sesenta minutos en medio del vendaval blaugrana jamás se rindió ni bajó los brazos. A falta de fútbol y balón, Fàbregas dio un recital de coraje y fe. Este hombre debe volver al Camp Nou para protagonizar sus mejores hazañas. Al Barça le interesa. Cesc lo necesita.
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