Penya Barcelonista de Lisboa

dissabte, de març 06, 2010

El futbolista-fusión


El futbolista-fusión
MARTÍ PERARNAU

Hoy, el gozne sobre el que todo gira se llama Sergio Busquets. Ya no es el “4” clásico del Barça, ni tampoco un mediocentro defensivo al uso, de los que bautizamos como “barrenderos”; ni siquiera un mediocentro de posición como Xabi Alonso, cada día mejor; o un volante especializado en las transiciones como fue Deco. Todas esas cualidades las reúne Busquets explotándolas durante los partidos pues suma todas las funciones: ejerce de barrendero; realiza las coberturas a sus centrales; sube el balón desde atrás hasta la segunda línea rival; se ofrece siempre como distribuidor, sea en horizontal, sea en vertical; mantiene la posición de ancla en el eje central para que sus compañeros tengan siempre una referencia a la que acudir; se incorpora al ataque como tercer hombre; y frena los contragolpes del contrario. Todo en uno.

Posee la técnica creativa y la visión espacial de un “bajito” y la capacidad pulmonar y la entrega física de un “guerrero”. Resume en un único futbolista las dos grandes tendencias de los centrocampistas modernos, hasta la fecha divididos en dos amplios bloques: los creativos y los musculados. Parecía que a un lado sólo podían alinearse hombres pequeños con alta capacidad para la construcción de juego: Xavi, Iniesta, Scholes, Pirlo... En el otro bando se juntaban los hombres de hierro: Makelele, Gattuso, Zokora, Obi Mikel, Essien, Jean II Makoun... (la mayoría, africanos). Entre ambos bandos se alineaban mediocentros de posición con gran talento, pero flaqueza defensiva: Xabi Alonso o Carrick. Y por ahí nadaba Deco, capaz de aunar grandes virtudes de ambos bandos, el hombre que mejor hacía las transiciones mirando a cualquiera de las dos áreas y de quien Cesc Fábregas se ha convertido en el alumno aventajado que superará al maestro.

Y la fusión ha llegado con Busquets, el centrocampista completo capaz de jugar con smoking en un campo de barro, pero igualmente capaz de tocar el violín vestido con el mono de mecánico sin desentonar. Rodeado de músculo o de bajitos; vestido del Barça o de la selección; con Xavi Hernández al lado o con Xabi Alonso, incluso con Senna de acompañante, da igual: su fiabilidad no cambia. Siempre toca, mira, para, se ofrece, distribuye, amaga, corta, va al choque, arriba y abajo, noventa minutos sin parar, inagotable, por tierra, mar o aire, casi nunca fuera de su sitio o de su papel. Más que un triunfo de la cantera del Barça o del olfato de Guardiola (que lo es), este chico es un triunfo del progreso humano en el fútbol porque sobre él se han decantado décadas de centrocampistas de todos los estilos y talentos para acabar sacando del horno la fusión exquisita de todos los ingredientes.
El molde del futbolista total.