Penya Barcelonista de Lisboa

dissabte, de març 06, 2010

ALMERÍA 2 - BARCELONA 2


El Barça encalla en Almería
El equipo azulgrana, espeso, a remolque y diezmado por la expulsión de Ibrahimovic, empata gracias a dos goles de Messi

El Barcelona empató en Almería , uno de esos campos donde no se ganan las ligas, pero a menudo se pierden. El partido fue extraño desde su génesis porque al árbitro no le gustó la idea de los locales, dispuestos a jugar con un mensaje de apoyo a Chile en su camiseta y terminó deslucido, por las expulsiones de Guardiola y de Ibrahimovic; la del técnico por protestar y la del sueco por un rifirrafe con Cisma, que el juez de banda consideró agresión. Raro fue también el estilo rácano del Almería, tratándose de un equipo entrenado por Lillo como extrañó la espesura en el juego del Barcelona, que se encalló ante un Almería que con poco, apenas con las ideas muy claras, le amargó la visita al Barcelona. Con amigos como Lilllo, Guardiola no necesita enemigos.

Sin Piqué, sancionado, Guardiola puso a Milito como pareja de Puyol y le dio descanso a Busquets. Touré jugó en el medio centro y por ahí empezó a descoserse el equipo, lento y previsible el de Costa de Marfil. Guardiola mantuvo de entrada el dibujo de la pasada semana, ante el Málaga, con Pedro, Messi e Iniesta por detrás de Ibrahimovic. Se intuía que Lillo, para combatir a su amigo y discípulo, se estrujaría la sesera y lo hizo. Lleva el guipuzcoano muchos años tratando de convertir en carne el verbo, dispuesto a ser mártir con honra pero como maneja un equipo peor, busca sus ventajas como buenamente puede. Eso hizo. De entrada, traicionó su vocación de salir jugando ?todo fueron balones en largo? y cerró la cueva con tres defensas y una línea de cuatro apenas a dos metros. Por delante, Soriano, que trabajó más que jugó, Crusat y Piatti.

El Barcelona entró espeso en el partido y el Almería se aprovechó. Salió dispuesto a apuñalar al Barça con la velocidad de sus puntas o en una jugada de estrategia. A la primera, le tocó la lotería: Puyol regaló un saque de esquina, el argentino Bernadello lo sacó de perlas y Cisma le ganó la posición a Touré y Puyol para clavarla de cabeza desde el primer palo. Por segunda vez en la temporada, el Barcelona tenía que remontar un partido y lo hizo contra un equipo que consciente del tesoro que tenía entre manos, se dispuso a guardarlo en una trinchera. Defendió muy junto y atrás, y fracasó en la idea de buscar contras rápidas, al menos en el primer tiempo, en parte por el excelente partido de Milito, que rebañó la pelota casi por sistema.

Tras el gol, racaneó el Almería, que le dejó tanto campo al Barcelona que le regaló la pelota y muchos minutos de partido. Le faltó algo de chispa al Barcelona, que empujó con más riñones que acierto y puso en jaque a Diego Alves. El portero sólo se venció ante la enésima genialidad de Messi, que en el minuto 42 lanzó una falta en vaselina, magistral, por la escuadra. La jugada molestó a la hinchada local, evidentemente, no por la increíble resolución de Messi al transformar el disparo en gol, sino por entender que no había existido falta de Bernardello a Ibrahimovic, sino al revés.

Llegados a ese punto, con el partido otra vez en tablas, el Barcelona salió dispuesto a atacar con un 4-4-2 y a la primera, se suicidó. De entrada con un autogol de Puyol, que tratando de cerrar el pase, terminó por agujerear a Valdés y, poco después, por la expulsión de Ibrahimovic. El Barcelona, otra vez por detrás del marcador y con un futbolista menos, se rebeló a dejarse dos puntos y quien sabe si un trozo de Liga. En esas, rompió Pedro y Messi fusiló a Diego Alves para conseguir el empate, aprovechándose de un mal despeje de Guilherme. Convertido el duelo en un correcalles, Busquets apareció en escena, Alves cogió la autopista y por el contrario, el Almería se envalentonó, así que cada contra de los locales se convirtió en un infarto para Valdés. Era duelo a cara o cruz y para el Barcelona, salió cruz, porque una mano espectacular de Alves privó a Messi de su tercer gol y al Barcelona de la hombrada de remontar un partido extraño de jugar y de explicar.