A ROMA, YES WE CAN
Otro lugar alternativo para celebrar la victòria
El Barça busca aprovechar el momento para atrapar su sexta final de la Champions
El Chelsea promete intimidar de inicio pero el Barcelona confía en su mejor amor, el gol Henry es duda seria para el encuentro, pero Guardiola no quiere ninguna excusa "Que el subidón del Bernabeu nos lleve a Roma, podemos".
Fue un pasillo de gloria. El camino entre el control de equipajes y la puerta de embarque se convirtió, en el aeropuerto de El Prat, en un reguero de palmadas en la espalda, de abrazos, de saludos y de gritos. "Gracias por lo de Madrid, ahora, a por el Chelsea". Sin tiempo para volver a saborear la capilla sixtina del barcelonismo, el set en el Bernabeu, el Barça aterrizó en Londres sabedor de que la Vía Augusta hacia Roma pasa por salir con vida del callejón de Stamford Bridge.
El Chelsea promete intimidar de inicio pero el Barcelona confía en su mejor amor, el gol Henry es duda seria para el encuentro, pero Guardiola no quiere ninguna excusa "Que el subidón del Bernabeu nos lleve a Roma, podemos".
Fue un pasillo de gloria. El camino entre el control de equipajes y la puerta de embarque se convirtió, en el aeropuerto de El Prat, en un reguero de palmadas en la espalda, de abrazos, de saludos y de gritos. "Gracias por lo de Madrid, ahora, a por el Chelsea". Sin tiempo para volver a saborear la capilla sixtina del barcelonismo, el set en el Bernabeu, el Barça aterrizó en Londres sabedor de que la Vía Augusta hacia Roma pasa por salir con vida del callejón de Stamford Bridge.
Un callejón repleto de vericuetos, de minas, de socavones. Un callejón que a priori no es un jardín de rosas, pero el Barça es capaz de transformar una tierra en barbecho en terreno sembrado de éxito. La sexta final de la Champions para el Barcelona espera ahí, a la vuelta de la esquina, a un partido que ha de servir para continuar alimentando el sueño del triplete. Y ya se sabe que hoy es día 6, el número de moda en el Camp Nou. Para que en el Barça siga en boga hace falta mantener las constantes, no precipitarse y aguantar el juego físico del rival, que tiene dos alternativas, o salir a intimidar al principio, como prometió ayer Hiddink, o pertrecharse como si el partido de ida no hubiera acabado. Poco importa la táctica del Chelsea, o si pondrá o no de inicio a la pareja Drogba-Anelka. Poco las bajas de piezas clave en la defensa como Puyol y Márquez. Poco o nada importó eso en el estado de ánimo de los barcelonistas y en el de Guardiola, que exige a su equipo que sea fiel a sí mismo, que pilote el partido todo lo que pueda, eso sí sin cometer faltas ni ceder córners absurdos. Confianza a tope, pero no ciega, sino basada en los hechos, en la temporada, en el juego celestial que puede desplegar este equipo. Seguridad, pero no soberbia. El Barça, que se clasificaría con un empate con goles pero que no sabe entrar en un campo a empatar, quiere aprovechar la adrenalina con la que salió de Chamartín para dar otro golpe de efecto en esta campaña de esperanzas históricas. "Que el subidón nos lleve a Roma, ese es el objetivo y tenemos posibilidades porque casi siempre marcamos fuera", señaló Txiki Begiristain, recordando que el equipo sólo se quedó sin ver puerta a domicilio en Europa este curso en la previa, en Cracovia. "No hay tranquilidad, pero sí mucha fe, este equipo quiere títulos", prosiguió. La fe del Barça pasa por la mayoría de las partes del campo. De Valdés, que las ha vivido de todos los colores en Londres, a Eto´o, que marcó el gol del triunfo en Stamford Bridge hace tres años, pasando por el mariscal Piqué, el yoyó de Iniesta y Xavi, la influencia de Messi o la eficacia de Henry, que llega muy tocado. El 2-6 no hace temblar al Chelsea, un equipo competitivo donde los haya, que quiere aprobar su asignatura pendiente europea y cuya ambición se podía detectar en la mirada de Hiddink y Drogba. Sin embargo, sí les lleva a una cierta inquietud porque un duelo a cara descubierta puede ser beneficioso para el Barça, más allá de que el césped tenga 7 metros menos de largo y 3 menos de ancho que el Camp Nou. "El Barça estuvo increíble en Madrid, pero no hacía falta que hiciera seis para que nos enteráramos de lo peligrosos que son", razonó Deco, lesionado, y que no se cruzó con la expedición barcelonista de milagro. La presencia del portugués no fue la única anécdota de un viaje repleto de gestos de cariño, como el que se brindaron Begiristain y el nuevo presidente de Spanair, Ferran Soriano, que se abrazaron al encontrarse por casualidad en El Prat. Un viaje muy parecido al de la final de París, con el avión repleto de familiares y de ilusión, desde los hijos y la mujer de Gudjohnsen, a la esposa de Eto´o o los padres de Xavi. Por estar, incluidos doce directivos y el presidente Laporta, estaba hasta Ronny Turiaf, un pívot de los Golden State Warriors, amigo de Henry y ex compañero de Gasol. Stamford Bridge ha visto las dos caras del Barça y de sus cracks los últimos años. Le ha visto perder con la cabeza alta, ganar con remontada o caer de forma casi miserable. Es el penúltimo puente entre el equipo y el paraíso. Esta noche hay que cruzarlo.
0 Comments:
Publica un comentari a l'entrada
<< Home