El rey recupera su trono
El rey recupera su trono
El Athletic sorprendió al Barça en la primera parte, impuso su fuerza, no le dejó jugar y se adelantó con un tanto de Toquero. Touré rescató al Barcelona antes del descanso con un golazo. En la segunda parte los de Guardiola fueron un vendaval. Messi, Bojan y Xavi culminaron la remontada y dan a la era Guardiola su primer título.
Ya tenemos campeón. El Barcelona de Guardiola, el mejor equipo del mundo, o al menos el que mejor fútbol practica, se ha coronado como el mejor en el torneo del K.O. después de doce años, y lo ha hecho, como no podía ser menos, atropellando literalmente a un rival que aguantó hasta que fue desbordado por el fútbol de un equipo inconmensurable. El Barcelona comienza oficialmente su carrera hacia el triplete. El primer título para Guardiola y el que debe abrir una era en 'Can Barça'. Se acaban los calificativos para este equipo, pero hoy se le puede aplicar uno que hasta el momento no se había ganado. El de campeón.
No menos se lo merece el Athletic. Bravo estuvo el equipo de Caparrós. Tanto que llegó a imponerse a base de garra a un rival ante el que se sabía inferior. Pero el mayor beneficiado es un torneo que durante años ha estado devaluado. La Copa ha vuelto a ser este año GRANDE con mayúsculas. Por la intensidad con que se ha vivido en las fechas previas desde ambas ciudades, especialmente desde Bilbao, por la fiesta vivida en la capital del Turia desde varios días previos al choque, y por la fiesta que se ha vivido en la noche de hoy en el estadio valencianista.
Un Athletic enrabietado
Una vez que Medina Cantalejo indicó el comienzo del encuentro, ocurrió lo que se llevaba vaticinando desde que se conoció el nombre de los dos finalistas. Un equipo, el Baracelona, que quería el balón, y otro, el Athletic, que quería que el balón lo tuviera el Barcelona. La gran disyuntiva del encuentro estaba en saber que se impondría, si el talento, el fútbol en estado puro que este Barça es capaz de hacer, o la furia con la que los once leones de Caparrós saldrían a afrontar el encuentro. La balanza cayó del lado bilbaíno con estrépito.
La consigna de los rojiblancos estaba clara. Puede tachárseles de cobardes, aunque también de hacer lo más inteligente. Si la mayor virtud de tu rival es el fútbol, la mejor manera de pararles es el antifútbol. Ya lo hizo el Chelsea, y casi le sale bien. Así que desde el primer segundo de juego, los Xavi, Messi y compañía comenzaron a sentir en su cogote el aliento de las fieras bilbaínas, hoy más salvajes que nunca. A pesar de ser lo que todos esperábamos, el Barcelona pareció no esperarse tanto ímpetu por parte del rival. El conjunto de Guardiola anduvo por el campo como atenazado, incapaz de hilvanar algo del juego que le ha llevado hasta donde está, y casi siempre reculando.
La primera parte del plan de Caparrós, por supuesto, incluía adelantarse en el marcador. Sin esa condición, todo lo demás no tenía sentido. El Athletic aprovechó esos primeros minutos, y con la misma intensidad que apretaba al rival, salía como alma que lleva el diablo en busca del gol. Comenzó a avisar a un Pinto que debía pensar que para un día que jugaba, la que se le venía encima. Toquero probó al guardameta con un remate de cabeza. Minutos más tarde, Javi Martínez le obligaba a realizar una estirada para despejar a córner un remate con su pierna derecha. A la tercera, en ese córner, llegó la vencida. Yeste ejecutó el centro al área, y lo que aconteció a continuación, la imagen de Xavi y Keita impotentes ante el salto de Toquero, no fue sino la escenificación de lo que estaba ocurriendo sobre el campo. El remate del delantero no encontró respuesta en Pinto, y algo más de la mitad de un abarrotado Mestalla alcanzó la gloria.
Habían pasado sólo 8 minutos, y los jugadores del Athletic habían recibido otro estímulo, por si no contaban con los suficientes. Su presión no decayó. Y esa era una de las claves, el tiempo que aguantarían a ese ritmo. Claro que el Barça no ayudaba a que ese desgaste fuera mayor. El conjunto de Guardiola sólo llegaba a adentrarse tímidamente en el campo rival, lo que facilitaba mucho la labor de la zaga rojiblanca. Sin duda las bajas eran un handicap, pero aún más lo era que Eto'o siguiera enclaustrado en la banda izquierda, donde pierde todo su potencial y limita al equipo. O que Bojan se mostrara impreciso las pocas veces que le llegaba el balón, más pendiente de no recibir 'regalitos' de su marcador que del balón.
Pocas luces iluminaban a estas alturas de partido al Barça. Xavi, siempre dispuesto, y Messi, sabedor de que hoy no podía borrarse del césped ni por un instante. El argentino no defraudó, la buscó, lo intentó de todas las maneras, y comenzó a explotar otro de los peligros que acechaban al Athletic. Y es que jugando tan al filo de la legalidad como lo estaban haciendo los vascos en cada acción, había serio peligro de que el colegiado decidiera cortar por lo sano. Una entrada de Koikili a Lionel fue castigada con amarilla, y la 'repe' incrementó las dudas sobre si el castigo debió ser mayor. Antes también la habían visto David López, también por pasarse de revoluciones, y Yaya Touré.
El marfileño, correcto una vez más en el centro de la defensa, veía continuamente obligado adelantar su posición para echar un cable a Xavi en la elaboración. La media del Athletic lo veía con complacencia, como un mal menor. Hasta que dejó de serlo. El Barcelona seguía sumido en un letargo del que no atinaba a despertar, se había cumplido la media hora de juego y hasta Silvinho calentaba ya en la banda. A Guardiola no le gustaba nada lo que pasaba, hasta que, como decíamos, Touré emergió como un coloso, dejó atrás a Llorente y a Javi Martínez, y enganchó un derechazo que, tras rozar levemente en las piernas de Amorebieta, se coló haciendo inútil la estirada de Iraizoz. Un golazo al que no le hizo honor la celebración, con peineta dedicada a los aficionados vascos.
Tras el tanto el Barcelona se sintió algo más cómodo. No se lo esperaba el Athletic, que no había pasado apenas apuros hasta entonces y ya tenía la vista más puesta en la segunda parte. Alves tomó entonces posiciones, y comenzó a aparecer por su banda. Bastante como para tener entretenido al rival hasta el descanso. Incluso pudo hacer el brasileño el segundo en un lanzamiento de falta que se marchó fuera por poco.
Y entonces el fútbol reinó
No sabemos con exactitud que les dijo Guardiola a sus pupilos en el descanso, pero la arenga debió ser de aupa. Si la salida del Athletic en la primera mitad fue de infarto, no le fue a la zaga la del Barça en esta segunda parte. A su estilo claro, es decir, con fútbol a raudales. En nueve minutos, el conjunto blaugrana se quitó de encima los nervios que le habían mermado anteriormente y se impuso con la misma intensidad que lo había hecho su rival, pero con distintas armas. En ese tiempo tuvo el Barça hasta tres ocasiones claras de gol, y claro, este Barça no necesita tanto para hacer gol. Y menos Messi, el encargado de adelantar a su equipo tras recoger un rechace de Iraizoz a tiro de Eto'o, y colar el balón por el único hueco posible entre el barullo reinante.
Lo que ocurrió a partir de ese momento fue demoledor. Tres minutos después del tanto de la 'Pulga', una jugada de libro, comandada por el propio Messi y nacida en las botas de Alves en el área de Pinto, fue culminada con una frialdad asombrosa, colocando el balón en la misma base del poste, donde Iraizoz no podía llegar de ningún modo. Eto'o, que completamente sólo le reclamaba el balón, no pudo más que rendirse al talento del menudo delantero.
Por si fuera poco, seis minutos después Xavi puso la puntilla con una espléndida falta que se coló por la mismísima escuadra de la portería defendida por un desangelado Gorka Iraizoz. Los jugadores del Athletic debían estar frotándose los ojos. En menos de veinte minutos habían recibido un baño futbolístico de magno calibre. En tan breve período de tiempo, el sueño de la ansiada Copa se había esfumado por completo. Para entonces Caparrós ya había movido su banquillo, dando entrada a Ion Vélez y Etxeberría por Toquero y Orbaiz, pero ya no había solución posible.
El Barcelona es mucho Barcelona remando contracorriente, y cuando lo hace a favor, es prácticamente imparable. El encuentro sólo tuvo un dueño a partir de ese momento, un dueño vestido de azulgrana y que imponía una ley de la que no había escapatoria, a la que han sucumbido los mejores equipos de Europa. El Athletic, fiel a su espíritu, no se rindió. Hay clubes en los que el honor es casi tan importante como los títulos, y sin duda el Athletic es uno de ellos. Con Yeste aún sobre el campo, cualquier jugada a balón parado era susceptible de crear peligro, pero el Barcelona no tenía motivos para la duda. De ahí al final el encuentro fue casi un monólogo. Eto'o pudo incluso aumentar la diferencia, pero los unos bajaban los brazos según se acercaba el final, y los otros comenzaban a guardar la ropa, que todavía quedan batallas por afrontar. El Barcelona se proclamó campeón, y Guardiola puede al fin bien tranquilo decir que el mejor equipo del mundo tiene un título en su haber.
El Athletic sorprendió al Barça en la primera parte, impuso su fuerza, no le dejó jugar y se adelantó con un tanto de Toquero. Touré rescató al Barcelona antes del descanso con un golazo. En la segunda parte los de Guardiola fueron un vendaval. Messi, Bojan y Xavi culminaron la remontada y dan a la era Guardiola su primer título.
Ya tenemos campeón. El Barcelona de Guardiola, el mejor equipo del mundo, o al menos el que mejor fútbol practica, se ha coronado como el mejor en el torneo del K.O. después de doce años, y lo ha hecho, como no podía ser menos, atropellando literalmente a un rival que aguantó hasta que fue desbordado por el fútbol de un equipo inconmensurable. El Barcelona comienza oficialmente su carrera hacia el triplete. El primer título para Guardiola y el que debe abrir una era en 'Can Barça'. Se acaban los calificativos para este equipo, pero hoy se le puede aplicar uno que hasta el momento no se había ganado. El de campeón.
No menos se lo merece el Athletic. Bravo estuvo el equipo de Caparrós. Tanto que llegó a imponerse a base de garra a un rival ante el que se sabía inferior. Pero el mayor beneficiado es un torneo que durante años ha estado devaluado. La Copa ha vuelto a ser este año GRANDE con mayúsculas. Por la intensidad con que se ha vivido en las fechas previas desde ambas ciudades, especialmente desde Bilbao, por la fiesta vivida en la capital del Turia desde varios días previos al choque, y por la fiesta que se ha vivido en la noche de hoy en el estadio valencianista.
Un Athletic enrabietado
Una vez que Medina Cantalejo indicó el comienzo del encuentro, ocurrió lo que se llevaba vaticinando desde que se conoció el nombre de los dos finalistas. Un equipo, el Baracelona, que quería el balón, y otro, el Athletic, que quería que el balón lo tuviera el Barcelona. La gran disyuntiva del encuentro estaba en saber que se impondría, si el talento, el fútbol en estado puro que este Barça es capaz de hacer, o la furia con la que los once leones de Caparrós saldrían a afrontar el encuentro. La balanza cayó del lado bilbaíno con estrépito.
La consigna de los rojiblancos estaba clara. Puede tachárseles de cobardes, aunque también de hacer lo más inteligente. Si la mayor virtud de tu rival es el fútbol, la mejor manera de pararles es el antifútbol. Ya lo hizo el Chelsea, y casi le sale bien. Así que desde el primer segundo de juego, los Xavi, Messi y compañía comenzaron a sentir en su cogote el aliento de las fieras bilbaínas, hoy más salvajes que nunca. A pesar de ser lo que todos esperábamos, el Barcelona pareció no esperarse tanto ímpetu por parte del rival. El conjunto de Guardiola anduvo por el campo como atenazado, incapaz de hilvanar algo del juego que le ha llevado hasta donde está, y casi siempre reculando.
La primera parte del plan de Caparrós, por supuesto, incluía adelantarse en el marcador. Sin esa condición, todo lo demás no tenía sentido. El Athletic aprovechó esos primeros minutos, y con la misma intensidad que apretaba al rival, salía como alma que lleva el diablo en busca del gol. Comenzó a avisar a un Pinto que debía pensar que para un día que jugaba, la que se le venía encima. Toquero probó al guardameta con un remate de cabeza. Minutos más tarde, Javi Martínez le obligaba a realizar una estirada para despejar a córner un remate con su pierna derecha. A la tercera, en ese córner, llegó la vencida. Yeste ejecutó el centro al área, y lo que aconteció a continuación, la imagen de Xavi y Keita impotentes ante el salto de Toquero, no fue sino la escenificación de lo que estaba ocurriendo sobre el campo. El remate del delantero no encontró respuesta en Pinto, y algo más de la mitad de un abarrotado Mestalla alcanzó la gloria.
Habían pasado sólo 8 minutos, y los jugadores del Athletic habían recibido otro estímulo, por si no contaban con los suficientes. Su presión no decayó. Y esa era una de las claves, el tiempo que aguantarían a ese ritmo. Claro que el Barça no ayudaba a que ese desgaste fuera mayor. El conjunto de Guardiola sólo llegaba a adentrarse tímidamente en el campo rival, lo que facilitaba mucho la labor de la zaga rojiblanca. Sin duda las bajas eran un handicap, pero aún más lo era que Eto'o siguiera enclaustrado en la banda izquierda, donde pierde todo su potencial y limita al equipo. O que Bojan se mostrara impreciso las pocas veces que le llegaba el balón, más pendiente de no recibir 'regalitos' de su marcador que del balón.
Pocas luces iluminaban a estas alturas de partido al Barça. Xavi, siempre dispuesto, y Messi, sabedor de que hoy no podía borrarse del césped ni por un instante. El argentino no defraudó, la buscó, lo intentó de todas las maneras, y comenzó a explotar otro de los peligros que acechaban al Athletic. Y es que jugando tan al filo de la legalidad como lo estaban haciendo los vascos en cada acción, había serio peligro de que el colegiado decidiera cortar por lo sano. Una entrada de Koikili a Lionel fue castigada con amarilla, y la 'repe' incrementó las dudas sobre si el castigo debió ser mayor. Antes también la habían visto David López, también por pasarse de revoluciones, y Yaya Touré.
El marfileño, correcto una vez más en el centro de la defensa, veía continuamente obligado adelantar su posición para echar un cable a Xavi en la elaboración. La media del Athletic lo veía con complacencia, como un mal menor. Hasta que dejó de serlo. El Barcelona seguía sumido en un letargo del que no atinaba a despertar, se había cumplido la media hora de juego y hasta Silvinho calentaba ya en la banda. A Guardiola no le gustaba nada lo que pasaba, hasta que, como decíamos, Touré emergió como un coloso, dejó atrás a Llorente y a Javi Martínez, y enganchó un derechazo que, tras rozar levemente en las piernas de Amorebieta, se coló haciendo inútil la estirada de Iraizoz. Un golazo al que no le hizo honor la celebración, con peineta dedicada a los aficionados vascos.
Tras el tanto el Barcelona se sintió algo más cómodo. No se lo esperaba el Athletic, que no había pasado apenas apuros hasta entonces y ya tenía la vista más puesta en la segunda parte. Alves tomó entonces posiciones, y comenzó a aparecer por su banda. Bastante como para tener entretenido al rival hasta el descanso. Incluso pudo hacer el brasileño el segundo en un lanzamiento de falta que se marchó fuera por poco.
Y entonces el fútbol reinó
No sabemos con exactitud que les dijo Guardiola a sus pupilos en el descanso, pero la arenga debió ser de aupa. Si la salida del Athletic en la primera mitad fue de infarto, no le fue a la zaga la del Barça en esta segunda parte. A su estilo claro, es decir, con fútbol a raudales. En nueve minutos, el conjunto blaugrana se quitó de encima los nervios que le habían mermado anteriormente y se impuso con la misma intensidad que lo había hecho su rival, pero con distintas armas. En ese tiempo tuvo el Barça hasta tres ocasiones claras de gol, y claro, este Barça no necesita tanto para hacer gol. Y menos Messi, el encargado de adelantar a su equipo tras recoger un rechace de Iraizoz a tiro de Eto'o, y colar el balón por el único hueco posible entre el barullo reinante.
Lo que ocurrió a partir de ese momento fue demoledor. Tres minutos después del tanto de la 'Pulga', una jugada de libro, comandada por el propio Messi y nacida en las botas de Alves en el área de Pinto, fue culminada con una frialdad asombrosa, colocando el balón en la misma base del poste, donde Iraizoz no podía llegar de ningún modo. Eto'o, que completamente sólo le reclamaba el balón, no pudo más que rendirse al talento del menudo delantero.
Por si fuera poco, seis minutos después Xavi puso la puntilla con una espléndida falta que se coló por la mismísima escuadra de la portería defendida por un desangelado Gorka Iraizoz. Los jugadores del Athletic debían estar frotándose los ojos. En menos de veinte minutos habían recibido un baño futbolístico de magno calibre. En tan breve período de tiempo, el sueño de la ansiada Copa se había esfumado por completo. Para entonces Caparrós ya había movido su banquillo, dando entrada a Ion Vélez y Etxeberría por Toquero y Orbaiz, pero ya no había solución posible.
El Barcelona es mucho Barcelona remando contracorriente, y cuando lo hace a favor, es prácticamente imparable. El encuentro sólo tuvo un dueño a partir de ese momento, un dueño vestido de azulgrana y que imponía una ley de la que no había escapatoria, a la que han sucumbido los mejores equipos de Europa. El Athletic, fiel a su espíritu, no se rindió. Hay clubes en los que el honor es casi tan importante como los títulos, y sin duda el Athletic es uno de ellos. Con Yeste aún sobre el campo, cualquier jugada a balón parado era susceptible de crear peligro, pero el Barcelona no tenía motivos para la duda. De ahí al final el encuentro fue casi un monólogo. Eto'o pudo incluso aumentar la diferencia, pero los unos bajaban los brazos según se acercaba el final, y los otros comenzaban a guardar la ropa, que todavía quedan batallas por afrontar. El Barcelona se proclamó campeón, y Guardiola puede al fin bien tranquilo decir que el mejor equipo del mundo tiene un título en su haber.
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