21ª JORNADA | RACING 1 - BARCELONA 2
A Messi le basta con media hora
Es tan bueno que ya resulta grosero dudar de quién es el mejor. En Santander entró con 1-0 y la peor imagen del líder en los últimos meses. Dos goles después, con los que el Barcelona llega a 5.000 en la historia de la Liga, decidió otra victoria (1-2), con esa autoridad que gana en el campo y pierde en los salones de premios. Guardiola puede estar tranquilo porque con un ratito vale, al menos en España, donde reina un chico de Rosario llamado Leo Messi.
[Goles 3-D]
Hubo un tiempo, hace 12 años, en que Ronaldo hacía lo mismo con esa camiseta azulgrana. Nadie desde entonces ha ganado por sí mismo partidos en la Liga. Ahora ha tomado el relevo La Pulga, que ya no necesita ni regatear porque su sola presencia provoca el pánico generalizado. Sale a estirar a la banda y ya tiene vencidos a los rivales. Así le pasó al ordenado Racing, que cayó como un castillo de naipes cuando asomó su flequillo 'brit'.
Porque sin Leo el Barcelona no habría ganado en Santander. Su autocomplacencia fue noticia, su toque, desvaído, y su apetito, inusualmente escaso. Dejó pasar el primer tiempo con más pena que gloria, con Piqué y Márquez pasándose el balón a tres metros de su portería. Le sobran los puntos y es humana una puntual falta de ambición. El fútbol vertical, la velocidad en la combinación y las subidas de Alves pertenecían al pasado.
El Racing vivía encantando con su suerte. Presionaba arriba y no sufría atrás. Sin demasiadas alegrías en ataque, mantenía la posición y esperaba una oportunidad en el balón parado, donde Munitis pone la munición y hacia la cabeza de Zigic. Además, se apoyó en la velocidad de Jonathan Pereira, que llevó a mal traer a Márquez. Se durmió el mexicano en el minuto 10 y el zurdo del Racing encontró la madera.
El aviso no espoleó al Barcelona, previsible y lento, atascado Iniesta y sin salida por la derecha. Sólo Henry, participativo por el otro lado, llevaba el susto a Toño. Al poco de arrancar, sirvió un balón de gol que neutralizó Navas y en la última llegada del primer tiempo, esta vez en la derecha, se estrelló ante la colocación de Varela cuando Iniesta aguardaba para embocar.
No ordenó las ideas el Barcelona en la caseta y siguió con su lento peregrinar. Llegaron los nervios a Busquets y Alves, pero el fútbol no asomaba. El enésimo sprint de Jonathan, fue frenado en penalti por Márquez y Zigic dejó a Guardiola con la misma cara que hace un mes en Pamplona. Se veía perdido el Barça hasta que apareció Messi.
Hubo un tiempo, hace 12 años, en que Ronaldo hacía lo mismo con esa camiseta azulgrana. Nadie desde entonces ha ganado por sí mismo partidos en la Liga. Ahora ha tomado el relevo La Pulga, que ya no necesita ni regatear porque su sola presencia provoca el pánico generalizado. Sale a estirar a la banda y ya tiene vencidos a los rivales. Así le pasó al ordenado Racing, que cayó como un castillo de naipes cuando asomó su flequillo 'brit'.
Porque sin Leo el Barcelona no habría ganado en Santander. Su autocomplacencia fue noticia, su toque, desvaído, y su apetito, inusualmente escaso. Dejó pasar el primer tiempo con más pena que gloria, con Piqué y Márquez pasándose el balón a tres metros de su portería. Le sobran los puntos y es humana una puntual falta de ambición. El fútbol vertical, la velocidad en la combinación y las subidas de Alves pertenecían al pasado.
El Racing vivía encantando con su suerte. Presionaba arriba y no sufría atrás. Sin demasiadas alegrías en ataque, mantenía la posición y esperaba una oportunidad en el balón parado, donde Munitis pone la munición y hacia la cabeza de Zigic. Además, se apoyó en la velocidad de Jonathan Pereira, que llevó a mal traer a Márquez. Se durmió el mexicano en el minuto 10 y el zurdo del Racing encontró la madera.
El aviso no espoleó al Barcelona, previsible y lento, atascado Iniesta y sin salida por la derecha. Sólo Henry, participativo por el otro lado, llevaba el susto a Toño. Al poco de arrancar, sirvió un balón de gol que neutralizó Navas y en la última llegada del primer tiempo, esta vez en la derecha, se estrelló ante la colocación de Varela cuando Iniesta aguardaba para embocar.
No ordenó las ideas el Barcelona en la caseta y siguió con su lento peregrinar. Llegaron los nervios a Busquets y Alves, pero el fútbol no asomaba. El enésimo sprint de Jonathan, fue frenado en penalti por Márquez y Zigic dejó a Guardiola con la misma cara que hace un mes en Pamplona. Se veía perdido el Barça hasta que apareció Messi.
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