Penya Barcelonista de Lisboa

dijous, de gener 08, 2009

EL ÚLTIMO REGALO DE REYES


Unos 3.000 niños disfrutaron en la despedida de las vacaciones con el entrenamiento del Barça
• Messi fue el más aclamado y Márquez y Pinto se llevaron hasta piropos

Jornada de puertas abiertas. Poco más de un grado de temperatura en el Miniestadi. Sin embargo, mucho calor, calor que desprendían niños felices, felices porque por unas horas ni se acordaron de que hoy había que regresar a la escuela. Contentos porque muchos de ellos vinieron con sus padres o los padres de sus amigos desde varios puntos de Catalunya. Había fiesta en el Mini. El Barça en acción, ante sus ojos. Fue algo así como el último regalo de Reyes. Para muchos, quizás el mejor.Pero como siempre hay que fijarse en un detalle, un buen detalle, por cierto. El que tuvieron, como abanderados de la plantilla, Hleb, Iniesta y Bojan. Porque ayer por la mañana en el Mini no solo había niños, sino también adultos con alma y corazón de niños, como la media docena de residentes de la Llar del Pla d'en Boet, de Mataró, un hogar para personas con gran discapacidad física y a las que ayer casi se les saltaron las lágrimas cuando se les acercaron los jugadores con rotuladores en mano.Los empleados del club permitieron a la educadora que, desde el césped, plasmara con su cámara digital la foto con los jugadores, que luego se convirtió en una piña cuando también se acercaron Keita, Etoo y Messi. Una imagen entrañable.Fue una fiesta, sin duda, porque no solo llegaron grandes y chicos de Barcelona. Fue visible la presencia de numerosos aficionados que se acercaron a la capital catalana, a pesar del frío, a pesar de la visible capa de nieve que se observaba en el cercano Tibidabo. Vinieron de El Vendrell, de Palafolls, de Vic, de Badalona, de Terrassa. Llegaron con sus gorras y gritaron más, mucho más, muchísimo más que la tantas veces silenciosa grada del Camp Nou.Un gran ambienteLos jugadores, claro está, no se pudieron abstraer del ambiente. A Márquez, que corría por la banda, al margen del partidillo de sus compañeros, no le quedó otro remedio que levantar la mano y saludar cuando una chica, más adolescente que niña, gritó aquello de "¡Márquez, tío bueno!". Y lo mismo le sucedió minutos después a Pinto, quien posiblemente, hasta ayer, no había escuchado tantas y tantas veces gritar su nombre. Y con tanta energía.¿Y a quién buscaban más los niños? Pues a Leo Messi, el héroe del Vicente Calderón y de tantos otros campos por los que pasea su arte. Él no quiso pasar desapercibido y al final del entrenamiento se volcó junto a sus compañeros tirando camisetas a la grada y firmando algunos autógrafos, pese a la dificultad que supone el foso en forma de muro que rodea el terreno de juego del Mini. Pero para este Barça no hay barreras.