Thuram: "Las ideas son las mejores armas"
Thuram: "Las ideas son las mejores armas"
El jugador del Barça protagoniza una gira como embajador de la ONU ante la juventud en África occidental
El jugador del Barça protagoniza una gira como embajador de la ONU ante la juventud en África occidental
Como una estrella de rock y a la vez como un jefe de Estado fue la acogida a Lilian Thuram en África occidental: multitudes enfervorizadas y contactos políticos al más alto nivel.
Cuando propuse a Thuram consagrar una semana en favor de los jóvenes de los países de África occidental, algunos afectados por guerras civiles particularmente atroces, su respuesta inmediata fue: sí.
Sí, a pesar de salir de una larga temporada con la selección francesa y el FC Barcelona, una larga temporada que ha mantenido muchas veces alejado de casa a ese solícito padre de dos hijos.
En el acto se mostró dispuesto a dar lo que más le falta: tiempo libre. Sólo después de esa gira partiría de vacaciones a su querida Guadalupe, así que aceptó la misión como embajador de la ONU ante la juventud.
En África occidental los jóvenes son el 65% de la población: muchos niños fueron reclutados a la fuerza para participar en bárbaras guerras civiles.
Acabados los conflictos hay que transmitir un mensaje de paz y esperanza. Thuram se tomó la misión muy en serio: se documentó sobre la región y sus problemas con la misma seriedad con que se prepara para un partido oficial. Dakar, 21 de junio.
Repaso los últimos detalles con Ahmedou Ould Abdallah, secretario general adjunto de las Naciones Unidas para África occidental. Lilian llega directamente de Sudáfrica, donde el Barça ha jugado un partido amistoso y donde ha podido conocer a Nelson Mandela.
Los aduaneros lo retienen, pero para pedirle fotos y autógrafos, y él accede de buen grado. Lilian Thuram está cansado pero se siente contento, ansioso por empezar, y hablamos hasta bien entrada la madrugada.
A la mañana siguiente, tras una noche bastante corta, estamos listos. Una avioneta de las Naciones Unidas nos espera para partir. Somos seis viajeros: dos representantes de la ONU, dos periodistas, Lilian y yo. Al principio, Lilian no quería llevar periodistas: "Señor Boniface, cuando uno hace una buena acción no es para que se entere todo el mundo".
Con la oficina de la ONU tuvimos que convencerlo de que no se trataba de hacerle publicidad sino de llamar la atención sobre una causa.
Partimos, pues, para Guinea-Conakry.
Este país padeció a principios de año graves enfrentamientos, con un trasfondo de crisis social e inmovilismo político. El actual gobierno intenta reconducir el país en la buena dirección.
En el coche que nos lleva a Conakry tras dejar el aeropuerto, Lilian me dice: "Me siento en casa, aquí. Es la impresión que siempre me produce África.
El modo de vida, la vegetación, las personas, el decorado, todo me recuerda la Guadalupe de mi infancia". Las visitas se encadenan: escuela de reinserción de niños con dificultades, barrios marginales, ministro de Economía, primer ministro. Por todas partes hay guineanos saludando, no sólo a quien ostenta el récord de partidos jugados con la selección francesa (130 hasta la fecha) o al defensor de un club mítico (el Barça), sino también - y sobre todo- a quien ha participado con energía en el debate público. Las intervenciones de Thuram contra el racismo y la defensa de los inmigrantes son conocidas y muy apreciadas.
A los ministros que encuentra, les hace de entrada la pregunta: "¿Por qué es tan pobre un país con tantas riquezas potenciales?
El papel de los políticos es fundamental. Los jóvenes conocen el potencial de su país. Esperan algo de ustedes".
A los jóvenes les dice que tienen derecho a expresar su desacuerdo de forma no violenta: "Las ideas son las mejores armas". Tras una jornada apretada y una cena rápida, son las diez y media, y nos disponemos a entregarnos a un reposo reparador.
Sin embargo, el ministro de Deportes, que teníamos que haber visto hacia las ocho, acaba de llegar.
Volvía del extranjero y una violenta tormenta tropical ha obligado al piloto de Air France a un aterrizaje bastante dificultoso; los pasajeros creyeron que había llegado su última hora.
No vive lejos, nos dirigimos rápidamente a su casa. Se inicia un debate. El ministro explica a Thuram que los guineanos están muy dotados para el fútbol y que, si se pudiera montar una academia de fútbol, muchos jóvenes podrían convertirse en profesionales.
Lilian le explica que el éxito en el fútbol sigue siendo una excepción, que no hay que convertirlo en una ilusión y que los esfuerzos deben dirigirse ante todo a la escuela.
Son más de las doce, intento dar la señal de partida, porque al día siguiente tenemos un programa cargado. Sin embargo, antes de despedirnos hay que someterse al rito de la fotografía con el ministro, su esposa, los sobrinos y diferentes miembros de la familia que llegan al salón para hacerse también ellos la foto de recuerdo.
Y luego, poco a poco, a la estancia llegan uno, dos, tres, cinco, diez jóvenes. Son adolescentes del barrio, informados de la presencia de Lilian, que acuden para conseguir también ellos la foto de recuerdo. Lilian acepta hacerse las fotos sin rechistar.
El único problema es que alimenta una fuente inagotable, puesto que cada foto hace surgir nuevos candidatos. Conseguimos partir tras una larguísima sesión fotográfica. El ministro verá aumentar su popularidad en el barrio.
A la mañana siguiente o, más bien, unas pocas horas más tarde, estamos camino de Sierra Leona.
El país, donde abundan los diamantes, las playas magníficas, se ha visto golpeado por una guerra civil atroz hecha de matanzas, amputaciones y violaciones masivas. El país de los niños soldados en vías de ser reinsertados.
Charles Taylor y algunos de sus cómplices comparecen hoy ante la justicia internacional. Llegados al aeropuerto, tomamos un helicóptero para llegar a la capital, Freetown. Por carretera hay que bordear un largo brazo de mar y son seis horas de trayecto. Sobre la pista yacen aún los restos de un helicóptero que se estrelló hace dos semanas llevando a bordo la delegación del Ministerio de Deportes de Togo que acudía a un encuentro clasificatorio de la Copa de África de las Naciones.
El helicóptero se estrelló, se incendió, los equipos de socorro tardaron 40 minutos en llegar: 22 muertos. Varios centenares de jóvenes esperan en una sala situada en el estadio de Freetown. Lilian también espera, porque para empezar la conferencia hay que esperar al ministro de Deportes, que llegará con 45 minutos de retraso. Lilian, al contrario que el resto de la delegación, no se impacienta.
Por fin llega el ministro, empieza la conferencia, el ministro francófono traduce alternativamente al criollo y al inglés las palabras de Lilian.
Se le pregunta si quiere crear una academia de fútbol en Sierra Leona, como ha hecho su amigo Patrick Vieira en Senegal. "No, ni aquí ni en Guadalupe. Cuando deje el fútbol, soy más bien partidario de crear una fundación contra el racismo. A veces se tiene la impresión de que la palabra de un blanco vale más que la de un negro.
No hay diferentes razas, hay seres humanos.
La clasificación por razas es peligrosa, un negro no está en pie de igualdad". Y se le pregunta:
"¿Cuál es su relación con Sarkozy?".
"No tengo relaciones con Sarkozy, pero si tuviera que volver a decir lo dije lo diría. Durante la campaña electoral francesa estigmatizó a los extranjeros, y eso despertó el racismo latente. Pero ahora ocupa la presidencia, hay que respetar el sufragio universal y espero que corrija su discurso y haga cosas buenas".
¿Estaría dispuesto a reunirse otra vez con él?
"Por supuesto, siempre hay que aceptar el diálogo". Algunas visitas ministeriales más tarde recorremos uno de los barrios más desheredados de Freetown, un arrabal junto al mar. Sus habitantes se hacinan por millares en unas condiciones higiénicas deplorables. (Sobre) viven con menos de un dólar al día.
Visita a una escuela promovida por una ONG. Para llegar hasta ella, Lilian ha tenido que atravesar una marea humana compacta y entusiasta. Doscientos niños se amontonan en una oscura aula y le dedican una acogida delirante.
Un niño le dice que está dispuesto a buscarle una mujer para que se case y se quede ahí. Lilian se lo agradece, pero le explica que las cosas no funcionan así y que el amor pasa por conocerse.
¿Cómo se convierte uno en futbolista?
"El fútbol es el placer, la vida, es una lección de vida, estás vinculado los otros, debes tener capacidad para juzgarte y hacer progresar el equipo. La primera pregunta es saber qué hago mal. No acusar a los demás. El Barça ha perdido el título porque no se ha mostrado lo bastante solidario y decidido. Así es la vida, hay que ser solidario y decidido".
Lilian me confía en un aparte: "Están muy contentos de verme, pero yo aún estoy más contento que ellos de estar aquí". Me pregunto si todos esos niños acuden a ver a alguien famoso o a alguien que tiene un mensaje positivo que transmitir. Seguramente se mostrarían igual de contentos viendo a otra estrella futbolística, aunque tuviera menos conciencia política.
Sin embargo, al menos Thuram utiliza su celebridad para transmitir un mensaje positivo. En el coche, Lilian pide al conductor que deje de conducir a golpes de bocina para apartar a los viandantes, lo amonesta diciéndole que la ONU no es el rey del país, que hay que saber comportarse y no dar una impresión de soberbia. Camino hacia la radio de la ONU, nos detenemos en una de esas playas magníficas de Freetown. Lilian no deja de repetir que le recuerda a Guadalupe.
Unos jóvenes minusválidos juegan al fútbol con muletas. Una responsable de la acogida en Freetown, con reloj y pulsera de oro y pañuelo de lujo, baja y quiere organizar un partido con Lilian de modo algo autoritario.
Lilian interviene. Les pregunta por sus amigos, ahora llegan, se concierta la cita para una hora más tarde. Tiene lugar entonces un partido improvisado bajo los faros de los 4x4 de la ONU. Los muchachos están locos de alegría, y Lilian más incluso.
Un partido disputado, porque con la muleta o el pie esos jóvenes manejan la pelota con rapidez y habilidad. Por la noche, nuestro pequeño grupo de seis se reúne en torno a la cena. El joven asistente de la ONU que nos acompaña ha vivido en Italia y apoyó la squadra azzurra.
Inevitablemente repasamos la final de la Copa del Mundo. Entre bromas, gracias y risas, para Lilian está claro, los italianos no habrían tenido nada que hacer de no ser expulsado Zidane, Francia habría ganado la Copa del Mundo. Zidane podía ser decisivo, y perder al mejor jugador del equipo a diez minutos de los penaltis no es algo que se pueda remontar.
Su comportamiento vale más que los discursos. Sigue siendo accesible, teniendo paciencia y, sobre todo, transmitiendo una sensación de proximidad con todos. Es una estrella a ojos de los demás, pero él tiene el comportamiento de un hombre normal y eso lo hace diferente.
Al día siguiente, en ruta para Liberia. Reunión con centenares de jóvenes de la asociación Sport for Peace, se expresa en inglés de modo correcto y reencuentra a Kewin Segum, un jugador liberiano con el que comenzó su carrera en el Mónaco.
Cuenta a los jóvenes: "Cuando era joven, con Kewin Segum y George Weah hablábamos de la guerra en Liberia; hoy hablamos de paz, no os cerréis, open your mind.
La pregunta es: ¿qué puedo hacer por mi país? La violencia es peligrosa, sólo la paz puede traer una vida mejor. Vuestro país es rico, si queréis desarrollarlo, decid no a la guerra". Vuelve a surgir la pregunta sobre la academia de fútbol. Lilian responde: "Para Patrick Vieira, la academia de fútbol era un pretexto para que los niños fueran a la escuela. Lo importante es la escuela, no la academia de fútbol, que es sólo un medio. Hay que crear una educación para concienciar a los jóvenes negros, para que no piensen que la verdad viene de otra parte.
Para que comprendan que la inferioridad de los negros no es cierta, a pesar de la teorías ligadas a la esclavitud". Vamos a la final de un torneo de fútbol infantil, donde hay algunas niñas por equipo y sólo ellas pueden marcar los tantos. Lilian juega diez minutos en cada campo. 5.000 personas se arraciman en torno a un terreno de juego montado a toda prisa, contenidas sólo por unos pocos policías; los 4x4 deben dar regularmente la vuelta al campo para hacer retroceder a una multitud que quiere acercarse a Thuram.
Confieso experimentar cierta inquietud por él. ¿Cómo reaccionar en caso de desbordamiento excesivo del entusiasmo? Podemos rozar la catástrofe en cualquier momento. Hace falta un control perfecto de los agentes para que todo vaya bien y no degenere el entusiasmo de los jóvenes.
Partimos a toda prisa hacia un segundo partido con niños mutilados por la guerra que juegan con enorme habilidad. También ahí, la locura es total ante la llegada de Lilian. El partido es muy disputado. Los jóvenes están radiantes. Lilian no lo está menos. Un momento emocionante y magnífico. A la mañana siguiente, rumbo a Guinea Bisau.
Lo esperan 3.000 personas, Lilian pronuncia un discurso sobre el tema: "No a la droga, no a la violencia", el fútbol tiene que seguir siendo un juego y el país tiene más necesidad de maestros, ingenieros o abogados que de futbolistas. "Yo me convertí en jugador de fútbol preguntándome qué podía hacer para progresar, preguntaos vosotros qué podéis hacer para progresar y qué podéis hacer por vuestro país".
Presidente, primer ministro, presidente de la Asamblea Nacional, ministro de Asuntos Exteriores y ministro de Deportes. Todos tendrán su cita. Y su foto. Vuelta a Dakar.
Conferencia de prensa, más entrevistas oficiales, visita a la sede regional de la ONU, donde los empleados y sus hijos se arremolinan para conseguir foto o autógrafo. Lilian le pregunta a una joven senegalesa qué quiere hacer.
Ella responde que quiere ser médico y partir para Europa. "Tu país te necesita, no te vayas", le dice.
En una semana escasa, Lilian ha recorrido muchos kilómetros, multiplicado los encuentros, haciendo siempre una pausa para posar ante las cámaras, firmar un autógrafo y, sobre todo, intercambiar opiniones.
Ha enlazado conferencias ante públicos juveniles, visitas a escuelas de reinserción para jóvenes con dificultades, partidos de fútbol con niños o adultos mutilados por la guerra, encuentros oficiales. Quienes pensaban ver a un campeón soltando el discurso tópico sobre los méritos del deporte y sus posibilidades de éxito social se han llevado un buen chasco.
Para Thuram, el éxito a través del deporte es una excepción, la regla tiene que continuar siendo el trabajo en la escuela y la participación.
El deporte no es la única respuesta a los problemas de África y no hay que alimentar en los jóvenes la ilusión de que todos ellos podrán ser profesionales. Y en todas partes las mismas escenas de entusiasmo, los niños que corren por delante del cortejo, las mareas humanas, las sonrisas de oreja a oreja, los bailes para saludar al campeón.
Ahmedou Ould Abdallah, secretario general adjunto de las Naciones Unidas desborda de entusiasmo. La misión ha cumplido sus objetivos, más allá de las expectativas. En todas partes, la prensa ha multiplicado las informaciones, el impacto sobre los jóvenes se ha juzgado hiperpositivo, el discurso responsable y decidido de Thuram se ha transmitido bien. Hasta el punto de que querría que Lilian no tardara en regresar.
"No sólo hay que ocuparse de los países que salen de una guerra civil.
Hay también países con democracias frágiles como Níger o Mali". Lilian se muestra de acuerdo en volver, pero no en octubre: está el Barça, la selección francesa... más tarde sí.
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