Penya Barcelonista de Lisboa

dimecres, de juny 27, 2007

Y ahora Yaya Touré, una 'bestia' con clase


Y ahora Yaya Touré, una 'bestia' con clase


No es Patrick Vieira, pero se le parece. Resistente, potente, con un físico intimidador (78 kilos de peso repartidos en 187 centímetros), un buen disparo de lejos, largo recorrido, excelente visión de juego y una aceptable llegada, Yaya Touré quizá sea lo más parecido al veterano internacional francés que había en el mercado.

Nacido en Sokoura Boukake (Costa de Marfil) hace 24 años, Touré acaba de dar el salto a un grande de Europa después de foguearse en cuatro clubes de cuatro Ligas diferentes las últimas seis temporadas. El mediocentro africano, que se formó en la escuela de fútbol de Abdijan, equipo de su país, dio el salto al fútbol europeo a principios de 2001, cuando todavía no había cumplido los 18 años. El Beveren se fijó en él y allí jugó dos temporadas y media (70 partidos), convirtiéndose en una pieza clave en el once del conjunto belga.

Wenger lo desestimó

Sus actuaciones no pasaron desapercibidas para Arséne Wenger, quien le hizo una prueba para el Arsenal, equipo en el que ahora milita su hermano Kolo Touré y en el que conoció a Thierry Henry, con el que coincidirá ahora en el Camp Nou. Wenger debió pensar que aquel chico alto y aún algo espigado, aunque apuntaba muy buenas condiciones, todavía estaba un poco verde para jugar en la Premier, y Yaya acabó en el Metalurg Donetsk, donde no acabó de adaptarse a la desapacible y poco atractiva Liga ucraniana (sólo jugó 22 partidos y marcó dos goles en dos temporadas).

El salto calitativo

El salto de calidad llegó en la campaña 2005-06, cuando fichó por el Olympiakos. Con el equipo del Pireo, en el que se convirtió en uno de los líderes del centro del campo, ganó la Liga y debutó en la Liga de Campeones, disputando 26 partidos y marcando tres goles. El Mónaco, en plena reconstrucción de su proyecto, lo fichó el pasado verano por 4,5 millones de euros con la intención de que Touré se convirtiera en una de las piedras angulares del equipo.

Un año después, lo ha vendido por más del doble: un negocio económicamente rentable, pero que deportivamente puede ser una ruina, pues el club del Principado se desprende de uno de los mediocentros más prometedores del fútbol mundial. Este año, Touré -un portento físico como Diarra o Essien, pero con un fútbol mucho más fino- ha sido uno de los poco futbolistas de su equipo que se ha salvado de la mediocridad en la que se ha visto sumido el conjunto monegasco, noveno en la Liga de su país, eliminado prematuramente de la Copa de Francia y de la Copa de la Liga y que la próxima temporada no disputará ninguna competición europea.


El centrocampista africano, que ha jugado 30 partidos, ha dado seis asistencias y ha marcado cinco tantos -sólo tres menos que el goleador del equipo, el 'gigante' checo Jan Koller- temía ver frenada su progresión si se quedaba otro año en Francia, y el Barca necesitaba una 'roca' en la medular que ocupara la posición de pivote defensivo en la que esta temporada han fracasado Motta y Edmilson.

Atacante o defensivo según convenga

Ahora habrá que esperar para ver qué Touré vestirá de azulgrana: el todoterreno que jugaba en Mónaco con total libertad para incorporarse al ataque desde la mediapunta y llegar con contundencia a la meta contraria, o el mediocentro de la selección de Costa de Marfil, algo más disciplinado, más centrado en tareas de recuperación y más pendiente de surtir de balones a los delanteros que de llegar él al marco contrario.


En cualquier caso, las dos versiones del marfileño no son nada desdeñables. Touré, con apenas 24 años, es ya un jugador curtido, con un físico portentoso, una buena lectura del juego, peligroso a balón parado (su altura le permite ir bien de cabeza) y con experiencia internacional (ha jugado 17 veces con la absoluta de su país y fue titular en el último Mundial). Un jugador que, por su edad, aún no ha tocado techo y que puede dar al Barça sus mejores años de fútbol.