Samba en el Camp Nou
• Ronaldinho baila feliz para festejar los dos goles marcados al Racing y revela que ha entrenado en solitario para ponerse en forma
• "Me siento fuerte, he disfrutado", dice
• "Me siento fuerte, he disfrutado", dice
Ahí estaba él. Bailando ayer samba en una esquina del Camp Nou. Feliz, sonriente, divertido, orgulloso de ser realmente quien es. En una segunda parte ronaldinhana --dos goles, una exquisita falta, un poderoso cabezazo y un tiro al palo--, la estrella acabó con el duro mes de enero.
Y se puso a bailar aliviado porque él mismo, aunque lo ocultara discretamente, no estaba tranquilo. Aislado durante casi dos semanas por Rijkaard (le dio descanso en Pamplona) y excitado porque sus socios de fechorías están llegando (Messi reapareció ayer y Etoo lo miró enfadado desde el banquillo), Ronaldinho dibujó un partido para la esperanza culé.
No tanto por la belleza de los goles (suma ya 15 tantos en 18 partidos de Liga, un promedio espectacular) sino porque se vio al mejor brasileño.
El auténtico."Me siento fuerte, me siento muy a gusto. He disfrutado", comentó el brasileño, en la misma tarde en que a Saviola se le apagó la luz (tercer partido consecutivo sin marcar un gol). "Tuvo una actitud fantástica, está muy animado", avisó en el descanso Txiki Begiristain, el secretario técnico azulgrana, con el 0-0 aún en el marcador. Intuía, tal vez, que lo mejor estaba por llegar. Y llegó, por supuesto.
Él mismo forzó la falta al borde del área, él mismo la marcó. No necesita el brasileño a nadie más. El ritual de siempre, cuatro pasos hacia atrás, cuatro hacia adelante, cuerpo curvado, golpeo maravilloso con la pierna derecha, barrera superada, y la pelota, guiada por un mando a distancia, acabó rozando el poste derecho de Calatayud.
Al meta del Racing, ni un reproche. Se tiró bien, pero no llegó.Acabada la magnífica obra (esa falta merecería figurar en las clases para los niños), Ronaldinho se puso a correr enloquecidamente por la pradera del Camp Nou.
Correr primero, bailar después. No era un gol cualquiera. Era un gol que necesitaba más que nunca. El cuarto de falta que consigue (Sevilla, Zaragoza, Atlético y Racing), demostrando que no hay ningún jugador más fiable que él cuando el balón se detiene. Ha marcado más faltas que nadie (4), ha marcado más penaltis que nadie (6) y, además, lleva tres cabezazos que son tres goles.
Se diría que Ronaldinho, como ya sospechaban los técnicos, se animó --¿o se picó?-- al ver a Etoo en el vestuario. Se alegró el brasileño, aún más, cuando descubrió a Messi en el campo. Justo en el momento de la verdad, en el mes en que el Barça se juega realmente la vida en Europa, la Liga y la Copa, llega la estrella.
Tardes de trabajo
"He tenido tiempo para entrenar, venía algunas tardes a trabajar en solitario", reveló el brasileño, que ajustó su mirilla esos días lejos de las cámaras.
Activado el botón que esconde para ponerse al servicio del equipo cuando lo requiere, superado el trauma de Japón, aislado por Rijkaard en los malos días para arroparle y, sobre todo, protegerle, Ronaldinho ha vuelto para relanzar al Barça.
Pero él lo niega: "No es cierto que haya vuelto el mejor Ronaldinho, porque nunca se ha ido". Lo dijo desafiante, la misma noche en que Etoo se irritó para que, como casi siempre, no todo esté tranquilo en el Barça.
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