El gran seductor
El gran seductor
• El Barça accede a octavos de final tras arrollar al Bremen en un primer tiempo para recordar (2-0)
• El campeón exhibe su corona con un Ronaldinho genial y empujado por el aliento del Camp Nou
DAVID TORRAS/El Periodico de Catalunya/Barcelona
El campeón sigue la mar de guapo con su corona. A nadie le sienta tan bien como a él. Europa volvió a rendirse anoche a los pies de un Barça encantador.
El campeón sigue la mar de guapo con su corona. A nadie le sienta tan bien como a él. Europa volvió a rendirse anoche a los pies de un Barça encantador.
Un equipo del que es un pecado dudar y que anoche salvó un match ball en el largo partido que le queda hasta llegar a la final de Atenas. Ya está en octavos donde, de momento, le esperan Liverpool, Lyón, Bayern y Milan como posibles rivales, después de regalar, codo a codo con el Camp Nou, una de esas noches sobre las que se construye la memoria culé, una de esas noches que perduran gracias, sobre todo, a genios como Ronaldinho.
El Werder Bremen sucumbió (2-0) al efecto devastador de un Barça fiel a su obsesión de hacer historia.
Quienes se frotaban las manos con la ilusión de perder de vista al campeón se han quedado con las ganas. Quienes aunque disimularan, camuflados con el cuento de que hay que desearle lo mejor a un equipo español, deseaban que el Barça se pegara un trompazo, se encontraron con un espectáculo que no resiste comparación. Y mucho menos con el Madrid.
En las últimas 48 horas muchos no han dejado de acosar al equipo. Que si la presión por aquí, que si la presión por allá, que si mira que si fallan, una cantinela que, visto lo visto, sonó aún más ridícula.La respuesta del Barça fue memorable, sobre todo en una primera parte excepcional que por momentos rescató de la memoria los recuerdos del dream team en la noche del Dinamo de Kiev.
Después, es cierto, el equipo aflojó e incluso tuvo que acabar defendiendo, sacándose de encima a un rival desesperado. Pero también en esto el campeón ha aprendido y ya no es fácil robarle la cartera.
Con dos Ligas y una Champions a la espalda, ha dejado atrás la ternura y la inocencia.
Un inicio demoledor
Hay que agradecerle, además, que no se entretuviera en lograr lo que buscaba. Como si el equipo fuera consciente del miedo ancestral que acosa al culé en noches así, le libraron de ese sufrimiento. Un gran gesto, uno más de un equipo que ya ha conquistado el corazón de la gente y que parece empeñado en convertirse en un Barça de leyenda.
Va por el camino.
Ayer, dribló el peligro que le acosaba y no siguió el mal ejemplo del dream team después de Wembley, cuando perdió la corona de mala forma. Ayer, el Barça se distanció de quienes son un poco sus orígenes, la semilla que, después de unos años de penurias, ha acabado germinando hasta dar un fruto tanto o más bueno que aquel.
Bajo un mosaico gigantesco, con el lema Som-hi dibujado en la grada, el Camp Nou se puso a volar desde el primer minuto. Con José Montilla en el palco, en su estreno como presidente de la Generalitat, y 95.824 espectadores con el corazón en un puño, el equipo llevó al estadio a las nubes, al séptimo cielo, en un arranque espectacular que Europa entera debió contemplar con la boca abierta, sintiendo que el campeón no iba a perder su corona así como así.
Más que eso.
En cuanto el balón echó a rodar, en cuanto Ronaldinho dio un pase con la espalda, casi en el primer balón que tocó, empezó a flotar la sensación de que iba a ocurrir algo grande.Y este equipo no lanza falsas promesas, no levanta castillos en el aire que luego acaban por los suelos. No. Para este equipo lo prometido es deuda. Cuando da su palabra, no hay más que hablar. Hay que creer en que cumplirá, o por lo menos hay que creer en que va a morir en el empeño.
Dicho y hecho.
En los primeros 10 minutos, el Barça fue un ciclón, un vendaval que dejó groguis a los alemanes. Mareados, sin saber dónde estaban, incapaces de seguir el rastro de la pelota, tuvieron la mala ocurrencia de hacerle una falta a Ronaldinho.Pobrecillos. No sabían lo que les esperaba, ni ellos ni nadie podía imaginar el conejo que se iba a sacar de la chistera el brasileño, porque esa mezcla de genialidad y pillería no hay donde guardarla. Se tiene o no se tiene.
Ahí estaban todos los gigantes, en un muro imponente, insuperable. Y entonces, Ronaldinho frotó su lámpara y encontró un camino imposible. Que son altos, pues por abajo, que es por donde se juega a fútbol, a ras de suelo. Un saltito, el balón que rueda y dentro. Ver para creer. Genial. Un día es una chilena y al siguiente, una treta que solo alguien como él puede tramar.
Casi sin tiempo para disfrutarlo, Ronaldinho volvió a sacarse otro conejo. Un pase que cruzó el Camp Nou en diagonal, que Giuly recogió con un guante y que Gudjohnsen remachó. En menos de 18 minutos, el culé ya estaba tranquilo y pudo estarlo más si Guddy hubiera marcado el tercero después de un jugada prodigiosa, digna del mismísimo Ronaldinho.
No hace mucho en este estadio se venía con pañuelo, listo para sacarlo a la que las cosas fueran mal dadas, que era muy a menudo. Ahora, se impone el babero. Y por muchos años. Ahora, se impone también ganar el Mundialito.
0 Comments:
Publica un comentari a l'entrada
<< Home