La madurez de un gran capitán
La madurez de un gran capitán
A sus 31 años y después de levantar seis trofeos de forma consecutiva en un año, Carles Puyol ha alcanzado tal punto de madurez futbolística que, acabado el partido de El Molinón, Pep Guardiola se rindió ante su capitán: "Sin su presencia no estaríamos aquí. Ha solucionado problemas de todo dios. Es el jugador que nos ha dado más rendimiento".
Desde la dedicación y la profesionalidad, Puyol se ha reivindicado como central, la demarcación que más le gusta, en un equipo plagado de jugadores exquisitos. Hubo un momento en que hasta se llegó a dudar de que tuviera sitio en la formación ideal barcelonista. Aparentemente, funcionaba como el mejor recurso, jugaba cuando no estaba el titular, igual daba en la banda que en el centro. Incluso hubo quien recurrió al pitorreo para referirse a la forma con que se entrenaba Puyol, más que nada por entender que era exagerada. Y, puestos a discutir, también se murmuraba sobre sus caídas y aspavientos en la cancha.
Puyol jamás respondió, sino que se ganó la titularidad por esfuerzo y por juego, y mereció la capitanía más que nunca, por su liderazgo, más visible en el vestuario que en la sala de prensa, donde mide su discurso. El plan y el trabajo han cundido tanto que hoy en día Puyol se ha consolidado como un futbolista de referencia en su equipo y en la selección. Ya no le avalan sólo sus condiciones físicas, sino que también sabe salir de la zona con la pelota, combina con los medios y ataca las jugadas de estrategia.
El capitán se ha hecho valer como defensa central, y lateral cuando es menester, y sobre todo es respetado como compañero porque es el mejor corrector del juego. Puyol mezcla igual de bien con Piqué que con Márquez o Chigrinski. La duda está en la pareja de juego de Puyol, cuyo fútbol ha cuajado tanto que el entrenador le pone de referente después del protagonismo que tuvo Piqué la pasada temporada.
A Puyol le ha salido bien la apuesta por su continuidad después de que se dudara sobre su renovación por entender que le sería difícil jugar los partidos más comprometidos. Una vez puesta la pelota en juego, incluso cuando ya se ha recuperado Milito y aguarda tanda Chigrinski, Puyol es fijo en la alineación: es el que más minutos suma después de Valdés. Únicamente no juega por sanción, como ocurrirá el sábado ante el Getafe. Aunque le gusta jugar los amistosos, el capitán ha aprendido a regular su entrenamiento y también a descansar. Mantiene la ilusión de un juvenil, ha mejorado aspectos del juego, ha marcado un gol y se cuida como un experto, siempre dispuesto.
Nadie mejor que Puyol para capitanear un equipo que formó con hasta ocho futbolistas de la cantera en Gijón. Y pocos jugadores pueden ser más representativos que el central para explicar que al Barça no le han marcado ningún gol en 12 de los 20 partidos de Liga y, por tanto, es el menos goleado con 10. La solidez, un valor defensivo, le puede hoy a atributos propios de delanteros como el de la definición. Puede que el Barcelona sea menos artístico y filigranero, pero también es más consistente, una imagen que remite al capitán Puyol.
A sus 31 años y después de levantar seis trofeos de forma consecutiva en un año, Carles Puyol ha alcanzado tal punto de madurez futbolística que, acabado el partido de El Molinón, Pep Guardiola se rindió ante su capitán: "Sin su presencia no estaríamos aquí. Ha solucionado problemas de todo dios. Es el jugador que nos ha dado más rendimiento".
Desde la dedicación y la profesionalidad, Puyol se ha reivindicado como central, la demarcación que más le gusta, en un equipo plagado de jugadores exquisitos. Hubo un momento en que hasta se llegó a dudar de que tuviera sitio en la formación ideal barcelonista. Aparentemente, funcionaba como el mejor recurso, jugaba cuando no estaba el titular, igual daba en la banda que en el centro. Incluso hubo quien recurrió al pitorreo para referirse a la forma con que se entrenaba Puyol, más que nada por entender que era exagerada. Y, puestos a discutir, también se murmuraba sobre sus caídas y aspavientos en la cancha.
Puyol jamás respondió, sino que se ganó la titularidad por esfuerzo y por juego, y mereció la capitanía más que nunca, por su liderazgo, más visible en el vestuario que en la sala de prensa, donde mide su discurso. El plan y el trabajo han cundido tanto que hoy en día Puyol se ha consolidado como un futbolista de referencia en su equipo y en la selección. Ya no le avalan sólo sus condiciones físicas, sino que también sabe salir de la zona con la pelota, combina con los medios y ataca las jugadas de estrategia.
El capitán se ha hecho valer como defensa central, y lateral cuando es menester, y sobre todo es respetado como compañero porque es el mejor corrector del juego. Puyol mezcla igual de bien con Piqué que con Márquez o Chigrinski. La duda está en la pareja de juego de Puyol, cuyo fútbol ha cuajado tanto que el entrenador le pone de referente después del protagonismo que tuvo Piqué la pasada temporada.
A Puyol le ha salido bien la apuesta por su continuidad después de que se dudara sobre su renovación por entender que le sería difícil jugar los partidos más comprometidos. Una vez puesta la pelota en juego, incluso cuando ya se ha recuperado Milito y aguarda tanda Chigrinski, Puyol es fijo en la alineación: es el que más minutos suma después de Valdés. Únicamente no juega por sanción, como ocurrirá el sábado ante el Getafe. Aunque le gusta jugar los amistosos, el capitán ha aprendido a regular su entrenamiento y también a descansar. Mantiene la ilusión de un juvenil, ha mejorado aspectos del juego, ha marcado un gol y se cuida como un experto, siempre dispuesto.
Nadie mejor que Puyol para capitanear un equipo que formó con hasta ocho futbolistas de la cantera en Gijón. Y pocos jugadores pueden ser más representativos que el central para explicar que al Barça no le han marcado ningún gol en 12 de los 20 partidos de Liga y, por tanto, es el menos goleado con 10. La solidez, un valor defensivo, le puede hoy a atributos propios de delanteros como el de la definición. Puede que el Barcelona sea menos artístico y filigranero, pero también es más consistente, una imagen que remite al capitán Puyol.
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