Penya Barcelonista de Lisboa

diumenge, de desembre 06, 2009

OTRO RECITAL DEL NÚMERO UNO


Triunfa el fútbol
• El Barça liquida al Deportivo con dos goles de Messi y uno de Ibra que premian su gran partido

Se marchó Iniesta entre aplausos, fue ovacionado Messi y hasta terminó siendo aplaudido Ibrahimovic. La prueba de que el fútbol, el gran fútbol, se impuso en Riazor por obra del Barça, sin que nadie le echara una mano como al Madrid. Liquidó al Deportivo gracias a la magia de Leo y el disparo de Ibra, sobreponiéndose a un error defensivo que había empequeñecido su soberbio juego. Pero el líder no está para tonterías. Anoche no solo alargó su prodigioso récord (36 puntos de 42 posibles) sino que Guardiola demostró que en su libreta también hay soluciones para noches que pintan mal.
A veces, una decisión sirve para desbloquear un partido que se había complicado injustamente. Sacó Guardiola a Henry, puso a Pedro, liberó a Messi y en un santiamén, el Barça se adueñó de un encuentro que tuvo que ser suyo ya en la primera mitad. Pero lo resolvió con una superioridad aplastante en los 10 minutos finales.
MEJOR QUE EN JEREZ /

No se guardó nada Guardiola. Y prometió que su equipo jugaría mejor que en Jerez. Lo cumplió. Puede que se despistase el Barça, como ocurrió en el gol de Adrián, pero nadie puede dudar de su compromiso. Jugó de maravilla el líder en la primera media hora de partido, con un fútbol veloz, profundo y, sobre todo, imaginativo. Con la defensa de gala, con Alves, Piqué, Puyol, Abidal, un centro del campo de La Masia (Busquets, Xavi e Iniesta) y el ataque de las estrellas con Messi, Ibrahimovic y Henry.
Así, con el once de lujo, que solo ha coincidido dos veces en el campo, el Barça acorraló al Deportivo y completó una primera parte extraordinaria, excepto el error en el tanto gallego. Así es el Barça. Necesita jugar como los ángeles para adelantarse 0-1 en Riazor con un golazo de Messi, que nació de la persistencia de Iniesta al robarle la pelota a Manuel Pablo. Y ahí, en esa inquebantable voluntad, surgió un gol a través de una galopada de Alves en la otra punta del campo antes de servirle el balón a Leo, que ejerció de Balón de Oro –hoy lo besará en París– y recompensó el excelente fútbol azulgrana. Poco premio para tan buen juego.
UN MAL DESPEJE /

El Deportivo, mientras, cruzaba los dedos para que ese vendaval no se le llevara por delante, unido al fuerte viento que golpeaba Riazor. Y en una jugada tonta, similar a la del empate en San Mamés con el Athletic, Aranzubia sacó en largo, Busquets despejó con la cabeza mal hacia atrás, Adrián se adelantó a la zaga azulgrana y a Valdés le pilló a media salida por lo que fue desequilibrado y sin fuerza al encuentro de la pelota. Por eso, el balón burló al meta barcelonista.
Un cúmulo de desgracias en una sola acción para que el equipo de Lotina obtuviera un fantástico tesoro para una mísera primera parte. Pero mísera no porque renunciara a su estilo sino porque el Barcelona le empujó hasta su área de tal manera que no podía salir de ella. Henry, que estuvo más rápido que de costumbre, ayudó a Ibra y Messi. Ambos, sin embargo, se estrellaron contra el cuerpo de Aranzubia, el meta del Depor, desaprovechando dos clarísimaas ocasiones de gol. Frustrados los dos.
LA NOVEDAD TÁCTICA /

Ese gol de Adrián tuvo un efecto devastador sobre el Barça. No, no era solo el empate. Era toda una injusticia. Y en vez de levantarse, el equipo de Guardiola acabó deprimido la primera mitad y empezó la segunda sin el ángel, que no eficacia, que había presidido su fútbol. Ya no jugaba tan rápido, ya no era tan asfixiante su presión, ya no era el Barça de antes, ni Henry era quien pareció ser. El Deportivo vivía pues mucho más tranquilo, enredado como estaba el líder en su desesperación. Sin perder la fe. Eso nunca. Eso jamás. Se rebeló y triunfó.
Sacó el técnico a Henry, puso a Pedro y cambió de sistema táctico para jugar con Ibrahimovic como referencia y una línea de tres pequeños por detrás suyo (Pedro por la banda derecha, Messi moviéndose por el centro, a la espalda del sueco, e Iniesta por la banda izquierda). Una innovación de Guardiola que sorprendió al Deportivo, cada vez más encerrado en el área de Aranzubia, con los centrales (Lopo y Colotto) sacando la pelota a cabezazos. Hasta que Pedro le ganó la espalda a Filipe –para eso lo puso ahí precisamente Guardiola– y sirvió un delicado y exquisito centro, cabeceado con dulzura por Messi y después Ibra se despojara de su mala noche con otro golazo tras un gran centro de Abidal. Ganó el fútbol. Y la fe.